Estoy casi segura de que la mayoría de las personas afirmará que es mejor tomar nuestras propias decisiones que dejar que otros decidan por nosotros. Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla como parece. Hay ocasiones en que es mejor que los demás decidan en nuestro lugar.
Ahora investigadores de la Universidad de Texas han puesto el dedo sobre la llaga y afirman que todo depende del nivel de competencia que tengamos en el asunto en cuestión. Básicamente, cuando las personas tienen cierta experiencia en una tarea, están más motivadas y son capaces de tomar decisiones acertadas. Sin embargo, cuando no somos expertos, es mejor que otro tome la decisión.
Competencia y poder decisional: Dos claves para aumentar el rendimiento
En el experimento las personas se vieron involucradas en un juego de palabras cuyo objetivo era formar tantas palabras como les fuera posible a partir de un conjunto de letras que se les daba. Antes de jugar, se les hizo una prueba de habilidad verbal, lo interesante fue que los investigadores manipularon los resultados, mejorándolos o empeorándolos para cambiar el grado de competencia percibida para enfrentar la tarea.
A continuación, les dieron la posibilidad de elegir entre dos juegos (etiquetados como Text Twist y Boggle), su nivel de dificultad y la duración de las rondas del juego (que oscilaba entre 2 y 20 minutos). A otras personas no se les preguntó y simplemente les asignaron el juego.
Antes de comenzar a jugar, se les preguntó cómo pensaban que se desempeñarían y cuán motivados estaban. Después les dejaron que completaran los juegos (en realidad se trataba del mismo juego, sin variar el nivel de dificultad) y, al finalizar, se les pidió que indicasen cuán motivados estaban y cuánto habían disfrutado de la experiencia.
¿Qué sucedió?
Ante todo, se debe puntualizar que la manipulación del nivel de competencia verbal fue todo un éxito: las personas a las que se les asignó una buena puntuación, pensaron que se desempeñarían mejor en el juego y estaban más motivadas. Sin embargo, todo no se restringió a una percepción. Los investigadores comprobaron que también mostraron un mejor desempeño.
No obstante, la capacidad para decidir marcó una diferencia importante. Cuando las personas se sentían competentes y les dejaban decidir, su desempeño era mejor puesto que lograban formar un mayor número de palabras. Sin embargo, cuando las dejaban decidir y creían que no eran competentes, su rendimiento bajaba.
Asombrosamente, las personas que no tuvieron la posibilidad de decidir mostraron el patrón opuesto. Es decir, se desempeñaban mejor cuando creían que eran menos competentes y obtenían peores resultados cuando pensaban que eran competentes.
¿Qué conclusiones podemos extraer?
Básicamente, este estudio nos demuestra que cuando creemos que tenemos cierta experiencia o habilidad en un área determinada, nos sentimos más motivados hacia la tarea y tomar las decisiones nos permite aumentar nuestro rendimiento. Si otra persona toma las decisiones por nosotros, nuestra eficacia podría verse afectada.
La situación es diferente cuando no somos expertos en la tarea. En ese caso, si otra persona toma las decisiones por nosotros, nuestro rendimiento aumenta.
Fuente:
Patall, E. A. (2013) The role of competence in the effects of choice on motivation. Journal of Experimental Social Psychology; 50: 27-44.
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