Cada día tomamos miles de decisiones, pero más allá del color de la ropa que nos vas a poner, la cantidad de azúcar que le echaremos al café o la oferta de trabajo que rechazaremos o aceptaremos, lo cierto es que solo hay una decisión para ser feliz realmente trascendental en nuestra vida: las personas que hemos elegido para que nos acompañen en cada una de esas disyuntivas.
O al menos eso afirma Moran Cerf, un neurocientífico de la Northwestern University, quien piensa que la felicidad no está supeditada al éxito que alcanzamos en la vida o a las cosas que hemos conseguido sino a las personas que se encuentran a nuestro lado.
Tu energía es limitada: ¿En qué quieres gastarla?
Cerf parte de la idea de que tomar decisiones puede llegar a ser un proceso agotador que consume una gran cantidad de nuestra energía emocional y cognitiva. Si tomamos muchas pequeñas decisiones cada día, nos quedamos sin recursos para tomar las decisiones realmente trascendentales que pueden cambiar el curso de nuestra vida.
De hecho, solemos pensar en nuestros recursos mentales como una fuente infinita, pero en realidad no es así. La fuerza de voluntad, por ejemplo, es un recurso finito que se desgasta cada vez que debemos tomar una decisión que demande poner en marcha nuestros recursos de autorregulación. En otras palabras: tener que controlarnos todo el día resulta agotador, por lo que cuando llega la noche es probable que tengamos los nervios a flor de piel y seamos más propensos a perder el control o ceder a las tentaciones.
Discutir con las personas o tener que llegar a acuerdos constantemente también implica un enorme desgaste. Por eso Cerf pone el foco en quienes nos rodean. Su teoría es que, si nos rodeamos de personas que tengan gustos, valores y creencias afines a las nuestras, evitaremos discutir continuamente por nimiedades, nos resultará mucho más fácil llegar a acuerdos y nuestra vida fluirá mejor.
Cerf nos alerta que nuestra energía es limitada, por lo que debemos usarla con inteligencia, y eso implica elegir sabiamente a las personas que dejaremos entrar en nuestro círculo íntimo.
Nuestros cerebros se sincronizan, para bien o para mal
Las Neurociencias han demostrado que cuando dos personas hacen algo juntas, se produce una sincronización entre sus cerebros, lo cual significa que sus ondas cerebrales tienden a moverse de la misma manera.
Un estudio realizado en la Université Pierre et Marie Curie de París reveló que cuando interactuamos con otras personas no solo tenemos una tendencia a imitar sus movimientos, sino que también se activan simétricamente los mismos centros funcionales clave en la red cerebral interindividual.
La sincronización cerebral, como demostró otro estudio llevado a cabo en la Universidad Normal del Este de China, es fundamental para la conducta prosocial; o sea, para conectar con los demás. Sin embargo, también tiene un lado más oscuro: podemos contagiarnos con las emociones y sentimientos negativos de los demás, dejándonos arrastrar en su “torbellino emocional”. Y eso nos desgasta.
Cuando dejamos entrar a una persona en nuestro círculo más íntimo, creamos un campo relacional que termina influyendo en nuestro estado de ánimo. Esa relación puede aportarnos muchas satisfacciones, ayudarnos a liberar el estrés y a tomar mejores decisiones, pero también puede ser una enorme fuente de insatisfacciones, conflictos y estrés.
Elige a personas que aporten valor – y conviértete en alguien que aporta
Debemos ser conscientes de que las personas que nos rodean influyen en nuestro estado de ánimo, comportamientos y decisiones. Así como nosotros influimos en los suyos. Eso significa que, si queremos ser más felices y vivir con menos conflictos, debemos preocuparnos por seleccionar cuidadosamente a aquellas personas que dejamos entrar en nuestra vida.
Si nos rodeamos de personas pesimistas, que siempre tienen un problema para cada solución, personas que se lamentan continuamente y han hecho de la queja su modo de vida, de personas manipuladoras que pretenden decidir todo en nuestro lugar o de personas controladoras que quieren saber hasta el mínimo detalle de nuestras vidas, no es extraño que terminemos sintiéndonos agobiados e infelices.
Por eso, una de las decisiones más importantes – y quizá una de las más difíciles – que debemos tomar en la vida consiste en determinar a quién podemos dejar entrar y quién debe permanecer fuera. Para ello, debemos ser conscientes de que todos tenemos el derecho de decidir con quién queremos compartir nuestra posesión más valiosa: el tiempo.
Por tanto, no permitas que las normas sociales o el simple azar elija en tu lugar. El filósofo Max Stirner sostenía que cuando no elegimos a las personas que nos rodean sino que estas han sido impuestas por el «destino», nos sentimos atadas a ellas, y esa atadura genera frustración y nos coarta. Al contrario, cuando elegimos conscientemente las personas con quienes queremos compartir nuestra vida, podemos conectar desde nuestra esencia y crear una relación que realmente valga la pena.
Por supuesto, también debemos asegurarnos de ser una de esas personas que aporta valor a la vida de los demás acompañando sin invadir y amando sin poseer. Esa es la clave.
Fuentes:
Hu,Y. et. Al. (2017) Brain-to-brain synchronization across two persons predicts mutual prosociality. Soc Cogn Affect Neurosci; 12(12): 1835–1844.
Dumas, G. et. Al. (2010) Inter-Brain Synchronization during Social Interaction. PLoS One; 5(8): e12166.
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