Debo reconocer que en el pasado me encantaba dejar algunas tareas a medias. Lo hacía porque saltando de una tarea a otra encontraba la inspiración necesaria y me volvía a motivar (a veces es agotador concentrarse en un mismo artículo durante horas por lo que cambiar de tema suele ser muy refrescante). Sin embargo, cuando las responsabilidades y el contenido de trabajo fueron aumentando, dejar algunas tareas a medias era peligroso porque corría el riesgo de no terminarlas.
De hecho, William James en una ocasión afirmó que “nada cansa más que el recordatorio constante de la tarea sin terminar”. Y es que cuando se tiene un plan de trabajo muy cargado, dejar las tareas a media solo puede generar caos y, al final, te conduce a la mediocridad.
Las consecuencias de dejar las tareas a medias
– Genera la molesta sensación de estar detenidos. Cuando terminas una tarea y la tachas de tu agenda te sientes bien, sientes que has avanzado y esta sensación es muy positiva para continuar con el resto de la jornada de trabajo porque te hace sentir productivo.
– Propicia la aparición del estrés. Cuando tienes tareas pendientes, no puedes evitar sentirte agobiado porque sabes que, más tarde o más temprano, te tocará terminarlas.
– Divide los recursos atencionales. En otras palabras, como continuamente estarás pensando en lo que debes hacer, tu atención no estará centrada al 100% en lo que estás haciendo.
– Disminuye la productividad. Obviamente, cuando te sientes agobiado, molesto y no puedes concentrarte, tu productividad termina resintiéndose por lo que probablemente trabajarás más lento y tus resultados tendrán menos calidad.
– Es un obstáculo para empezar nuevos proyectos. Si tienes muchas tareas a medias, probablemente te limitarás y no asumirás nuevos proyectos puesto que crees que tu contenido de trabajo es mayor del que realidad tienes.
Una, después otra y luego la siguiente
Afortunadamente, dejar las tareas a medias es solo un mal hábito que se puede romper en cualquier momento. Solo es necesario que te lo propongas.
1. Plantéate un objetivo alcanzable. Es más fácil terminar una tarea si sabes qué tiempo y cuántos recursos te consumirá. Por tanto, plantéate cada día un objetivo alcanzable. Por ejemplo, si tienes varios clientes, no intentes centrarte en todos, prioriza y focalízate en uno o en dos para terminar realmente sus proyectos.
2. Haz solo una tarea a la vez. Si estás delante del ordenador, no habrás decenas de ventanas, focalízate en lo que estás haciendo. Y lo mismo vale si trabajas en una oficina.
3. Distráete. A menudo estar varias horas concentrado en una sola tarea puede ser agotador, por eso algunos suelen dejarlas a medias y emprender otra. No caigas en esta trampa, si te sientes cansado, lo mejor es que tomes una pausa, bebe un café, da un paseo o charla un rato con los colegas. Después, regresa y retoma la tarea con la mente más fresca.
Rafael Hernampérez dice
A veces, es necesario dejar a medias una tarea. La más de las veces, por urgencias imprevistas. Otras veces, llegas a un punto en que dependes de otros para continuar, por lo que avanzas en otras tareas mientras exista la dependencia. Otras veces, para no estresarte. De hecho, métodos como Autofocus o Pomodoro, recomiendan algún refresco de la mente, para que ésta no se sumerja en un bucle perverso. Son casos interesantes a tener en cuenta, sin dejar esa tarea eternamente a medias.
Jennifer Delgado Suarez dice
Hola Rafael,
Gracias por la puntualización. Es obvio que en ocasiones nos vemos obligados a dejar las tareas a medias porque existen factores que no dependen de nuestra voluntad.
No obstante, mi intención con este artículo era llamar la atención sobre las tareas que sí podemos terminar pero que dejamos inconclusas, sobre una forma de trabajar desordenada que salta de una tarea a otra sin terminar ninguna.
Lucas dice
Hola Jennifer, me ha parecido muy claro y atinado tu artículo. Es un tema que a veces pasa desapercibido, pero tener tareas pendientes puede ser una de las fuentes de estrés más importantes, con el agraviante que a la angustia se le suma la improductividad en el trabajo que estemos realizando.
En el tercer punto complementaría sugiriendo esquematizar de manera explícita los horarios de trabajo y ocio (o distracción). En mi caso por ejemplo utilizar un esquema 45 minutos de trabajo por 15 de distracción me ha resultado muy productivo.
Te felicito por tu trabajo de difusión en Psicología, hay pocos espacios así, te invito a pasar por mi web también 😉 Saludos!
Jennifer Delgado Suarez dice
Lucas,
En efecto, se me pasó por alto pero la mejor estrategia es programar la distracción y, sobre todo, ser fieles al programa que nos hemos planteado. Cada cual tiene un punto de saturación diferente, antes de llegar a este, lo ideal es tomar una pausa.
Gracias por compartir tus ideas.