En muchas ocasiones las personas acuden al psicólogo buscando que éste les reafirme lo que ya conocen pero que nunca aplican. Son ideas en las cuales la mayoría de las personas coincide, las comprenden e incluso se convierten en los consejos por excelencia para los «otros» pero difícilmente se auto aplican.
Así, me he tomado la libertad de resumir lo que serían las principales «buenas ideas» que también resultan las «menos aplicadas» en nuestra vida práctica:
1. Cada situación, por muy negativa que pueda parecer, entraña algo positivo. Por supuesto, nada es totalmente malo o totalmente bueno, la coexistencia de los opuestos es ley de vida. Sabemos que siempre hay alguna perspectiva positiva pero… ¡que complicado nos resulta hallar los aspectos positivos cuando la situación nos toca muy de cerca!
2. Si lo que hacemos no funciona, debemos probar vías diferentes. No hay dudas, si deseamos solucionar un problema y observamos que nuestra estrategia no funciona, supuestamente solo deberíamos variar el camino resolutorio pero… ¡no resulta tan sencillo! Usualmente nos atamos a una única solución y no somos capaces de analizar las problemáticas desde perspectivas diversas, cuanto menos tenemos la flexibilidad para cambiar nuestros comportamientos asentados en nuestras actitudes y hábitos más arraigados.
3. La mayoría de las preocupaciones son totalmente inútiles. Nos preocupamos por la crisis económica mundial, por las pandemias, por las enfermedades… la lista de preocupaciones es inmensa pero objetivamente muy poco podemos hacer para solucionar la mayoría de las problemáticas que nos aturden. No obstante, desarrollamos una cultura de culto a la preocupación sin sentido.
4. Aceptemos lo que no podemos cambiar y focalicémonos en lo que puede ser cambiado. Es la mejor manera de dirigir nuestro recursos físicos y psicológicos ya que realmente poseemos muy poco control sobre el medio pero en muy pocas ocasiones somos capaces de identificar aquellas situaciones sobre las cuales no tenemos ninguna influencia.
5. El exceso de seguridad es un peligro. Cuando nos descuidamos, ya sea en un puesto de trabajo, en la relación de pareja o con nuestras amistades los resultados son nefastos; no debemos dar nada por descontado sino que debemos mantener lo que hemos logrado con el trabajo diario; sin embargo… ¡qué difícil resulta no descuidarse y poner el mismo empeño de los primeros días!
6. Si intentamos hacer mucho a la vez, no lograremos nada. O en palabras de un refrán popular: «quien mucho abarca poco aprieta». Sin embargo, nos convertimos en los reyes del agobio porque aceptamos actividades y responsabilidades para las cuales, objetivamente, no tenemos ni el tiempo ni las capacidades necesarias.
7. La perfección no existe. Es quizás una de las frases que todos hemos dicho en algún momento de nuestras vidas, sin embargo… ¿cuántas veces nos lanzamos a la búsqueda de la perfección en cualquiera de las tareas que emprendemos? ¿en cuántas ocasiones nos reprochamos porque no logramos alcanzar esa perfección?
8. La mejor manera de causar una buena impresión entre las personas es comportarse de manera natural. Pero muy pocas veces lo logramos porque tememos mostrar nuestro verdadero yo por lo cual actuamos en muchas situaciones de la vida social.
9. Debemos aprovechar cada instante al máximo. No se puede añadir tiempo a la vida pero sí vida al tiempo. No obstante, muchas veces desperdiciamos un tiempo precioso en actividades que nos reportan muy escasa satisfacción y cero beneficios.
10. No podemos cambiar el mundo pero si nuestro contexto más cercano. Sin embargo, usualmente nos sentamos a quejarnos por la mala suerte y ponemos la responsabilidad de todas nuestras «desgracias» sobre los hombros de los otros, no importa quienes sean: la educación que recibimos de pequeños, el maestro de la escuela, el gobierno… Cualquier sitio es bueno para depositar la responsabilidad y dejar el cambio para otro día.
Realmente estas «buenas ideas» que usualmente «no aplicamos» pueden duplicarse, triplicarse, multiplicarse… el artículo es solo un pretexto para reflexionar sobre todo lo que pensamos pero que nunca llevamos a la práctica. Es un pretexto para repensarnos como personas y para lograr, desde ahora mismo, una vida más comprometida con la felicidad personal.
«Hoy es un buen día para empezar», como dice Arjona.
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