Aunque no nos guste admitirlo, diariamente tomamos decenas de decisiones a partir de la apariencia de las personas o los objetos que nos rodean. Nos sentimos tentados de comprar un libro por su portada, valoramos a alguien según la ropa que lleva puesta y decidimos si entrar o no a un bar según su aspecto.
En realidad no se trata de prejuicios, en el sentido más estricto del término, sino de valoraciones rápidas que nos sirven para tomar decisiones casi inmediatas. Después de todos, no vamos a estar media hora delante de un bar decidiendo si entramos o no. Simplemente le echamos un vistazo y si lo que vemos no nos gusta, pasamos al siguiente. Es más o menos lo mismo que hacemos con una página web.
Pues bien, ahora investigadores de la Universidad de Kansas le han dado una nueva vuelta de tuerca a nuestra tendencia a valorar rápidamente las cosas por su aspecto. Estos investigadores han realizado un estudio muy curioso en el cual demuestra que somos capaces de valorar con bastante exactitud las características de personalidad de alguien con tan solo mirar sus zapatos.
En el estudio participaron 63 estudiantes, a los cuales se les mostraron 208 fotos de diferentes pares de zapatos que pertenecían a los voluntarios del experimento. Estos voluntarios rellenaron un test de personalidad y le facilitaron a los investigadores los pares de zapatos que usaban con más frecuencia.
A los 63 participantes se les pidió que vieran las imágenes de los zapatos y que determinaran el género, la edad, el estatus social y las características de personalidad de sus dueños. Algunos de los rasgos que debían indicar era: introversión o extroversión, liberal o conservador, estabilidad emocional, amabilidad, apertura ante las nuevas experiencias y responsabilidad.
Los investigadores descubrieron que las personas eran muy acertadas en sus conclusiones y que podían identificar hasta el 90% de los rasgos de personalidad más distintivos de los dueños de los pares de zapatos.
Obviamente, los zapatos más caros se suelen asociar a personas con elevados ingresos y un estatus social importante, los modelos coloridos se relacionan con personas extrovertidas y los zapatos usados en perfecto estado de conservación se asociaron con las personas responsables. Por otra parte, las personas que tenían ideas más liberales y que se clasificaban como libre pensadores solían usar zapatos más baratos y cómodos. Por supuesto, muchas de estas asociaciones son muy obvias pero otras no lo son tanto.
Así, se descubrió que los zapatos prácticos y funcionales se relacionaban con personas amables, los botines con personalidades más agresivas y los modelos de diseño menos atractivos se asociaron con personalidades tranquilas y pausadas. Los investigadores también apreciaron que las personas tendían a asociar los modelos de zapatos “aburridos” con características como la represión y la falta de disponibilidad para ayudar a otras personas.
Por si fuera poco, las personas también fueron capaces de valorar el grado de estabilidad emocional de los dueños de los zapatos. En Psicología el término “estabilidad emocional” se refiere a la habilidad para manejar las emociones de forma que estas no interfieran negativamente en las diferentes esferas de la vida. De este modo, se apreció que quienes solían apostar por las marcas nuevas y cuidaban el aspecto de sus zapatos, también manifestaban más ansiedad.
En realidad, casi todas las posesiones que tenemos son una expresión de nosotros mismos. Si vamos a una tienda y elegimos un par de zapatos negros en vez de unos rojos, esto nos indicaría que no queremos llamar la atención. De la misma forma, si apostamos más por las zapatillas que por los tacones, esto demostraría que valoramos más la comodidad y el aspecto práctico que los cánones de belleza y las normas sociales.
Cuando estamos eligiendo un sofá, un par de zapatos o un vestido, nuestra personalidad se manifiesta en pleno. Por ende, no es difícil que los demás la puedan descubrir a través de los objetos que utilizamos a diario.
Fuente:
Gillath, O. et. Al. (2012) Shoes as a source of first impressions. Journal of Research in Personality; 46(4): 423–430.
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