En los últimos años y de la mano de Internet, prácticamente cada empresa desea tener su propio sitio web. Y es que para quienes están totalmente al margen de cómo funcionan las técnicas del SEO y cómo se actualiza constantemente el algoritmo de búsqueda de Google, tener un sitio web es algo equivalente a ser notado y a atraer más clientes, lo cual redundará en más ventas y más ganancias. Desgraciadamente o por fortuna, todo no es tan sencillo.
El primer paso en esta red de redes es el diseño de un sitio atractivo que atraiga al visitante con tan solo una mirada. Recuerda que no hay sitio donde se aplique mejor la máxima: “no tendrás una segunda oportunidad para causar una primera buena impresión” que Internet. Si tu sitio no le agrada a las personas, les bastará un clic para hacerte desaparecer de su vista. Así, el diseño de calidad es uno de los grandes presupuestos de un sitio web que pretenda crecer y vender mucho.
Pero… ¿qué entendemos por diseño de calidad?
En este punto, no me refiero a códigos HTML rebuscados ni a complejas animaciones flash (que, dicho sea de paso, casi siempre tienen el poder de exasperar a los visitantes presurosos). Un diseño de calidad es aquel que se esfuerza por crear una buena experiencia de navegación ya que es funcional y muy usable, haciendo que el visitante se sienta a gusto.
Recuerda, ante todo, que una interfaz gráfica de calidad no es la que tiene el diseño más atractivo y vistoso, con una estructura compleja que apuesta por el uso de imágenes y animaciones. Un diseño de calidad es aquel que logra comunicar de forma rápida y concisa su objetivo, es aquel que comunica con el visitante y lo hace de la forma más profesional posible. Si eres una empresa que intenta vender algún producto, debes tener en cuenta que un buen diseño hablará a favor de ti, haciéndole ver a tus clientes potenciales que pondrás tanto cuidado en los productos o servicios cuanto pusiste para diseñar el sitio web.
Los aspectos a considerar antes de realizar el diseño
Antes de diseñar un sitio web, primero debes tener bien claras tus ideas. En este sentido, debes valorar:
– ¿Cuál es el objetivo esencial del sitio web?
– ¿Quiénes son tus visitantes potenciales?
– ¿Cuáles son las ventajas y los puntos fuertes de tus servicios?
– ¿Cómo generarás confianza en tus visitantes?
– ¿Cuál es el mensaje principal que quieres hacer llegar?
– ¿Cuáles son los contenidos más importantes?
Solo finalmente, podrás preguntarte cuál es el diseño que más se ajusta a la imagen de tu empresa. En este caso, por más que te guste el rosa, si tu público es masculino, será mejor no utilizarlo. Deberás dejar tus gustos de lado y concentrarte en lo que es conveniente para la actividad, si bien eso no quiere decir que apuestes por un diseño impersonal.
El paso más importante: Captar la atención de los visitantes
En ocasiones, olvidamos los aspectos más manidos del Marketing. Y es que el envoltorio ayuda a vender el producto. Por ende, tu sitio web tiene que tener un diseño que invite al cliente potencial a sentirse cómodo y relajado para que continua navegando por las páginas. De esta forma encontrará los diferentes productos y aumentarán las posibilidades de compra.
Recuerda que un sitio web es como una tienda física. ¿Qué te sucede cuando entras en una tienda que está tan repleta de objetos que no sabes siquiera donde mirar? De seguro te invade una sensación de claustrofobia o ahogo que no incita la compra. ¿Qué sucede cuando las dependientas son desagradables y se demoran en atenderte? Seguramente te molestas e incluso decides no comprar. Pues bien, con un sitio web sucede justo lo mismo solo que en un lapso de tiempo mucho menor.
Una aclaración final
En estos últimos meses he estado trabajando en el rebranding de una empresa. En tiempos de crisis y con la caída de las ventas, muchas empresas optan por cambiar sus estrategias de Marketing y abrirse a Internet con la esperanza de expandir sus horizontes.
Sin embargo, no podemos esperar que el diseño haga todo. Si el contenido no es interesante y los productos no son buenos, un diseño web de calidad solo le brindará al visitante una experiencia agradable pero no lo incitará a comprar. Por ende, lo mejor es revisar nuestras estrategias de venta en todos los sentidos, desde la forma de presentar el producto hasta el precio del mismo.
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