Dormir poco es dañino. Lo sabemos. Cada vez más estudios nos alertan de los riesgos a nivel psicológico y físico de dormir poco o mal. De hecho, ahora sabemos que el sueño es esencial para restar impacto emocional a las experiencias que vivimos durante el día, también es fundamental para memorizar e incluso permite que el cerebro se deshaga de las sustancias de desecho de su metabolismo. Sin embargo, como toda moneda siempre tiene dos caras, dormir demasiado es malo y también puede resultar dañino.
Dormir mucho afecta nuestras habilidades cognitivas
Uno de los mayores estudios sobre el sueño ha concluido que lo ideal es encontrar un equilibrio. Tras recopilar datos de más de 10.000 personas en todo el mundo, los investigadores de la Western University han comprobado que dormir demasiado es malo.
Los participantes rellenaron cuestionarios sobre sus hábitos de sueño y se sometieron a una serie de pruebas diseñadas para evaluar sus habilidades cognitivas. Los investigadores cruzaron todo tipo de datos, desde la edad y el nivel educativo hasta los medicamentos que tomaban los participantes. Así descubrieron que, independientemente de esos detalles había un factor común: a más sueño, mayor deterioro de las funciones cognitivas.
Tanto el razonamiento como la fluidez verbal dependían de la duración del sueño. El desempeño intelectual se afectaba lo mismo en las personas que dormían poco como en aquellas que dormían mucho. El punto de equilibrio ideal se encontró entre las 7 y 8 horas de sueño.
De hecho, no es el primer estudio que deja entrever una relación entre la duración del sueño y el declive de las funciones cognitivas. Otra investigación realizada en el Hospital Brigham & Women de Boston recopiló información de más de 15.000 mujeres de más de 70 años.
A todas les realizaron pruebas cognitivas cada dos años durante los seis años que duró el estudio. También se analizaron sus hábitos de sueño. Los investigadores descubrieron que las horas de sueño guardaban una relación con el deterioro cognitivo a lo largo del tiempo:
– Las mujeres que dormían cinco horas al día o menos durante la noche tenían puntuaciones cognitivas promedio más bajas que aquellas que dormían siete horas al día.
– Las mujeres que durmieron más de nueve horas tuvieron puntuaciones promedio más bajas que las que dormían siete horas al día.
Curiosamente, tanto las mujeres que dormían poco como aquellas que dormían mucho, presentaban una edad mental dos años mayor que aquellas que dormían lo necesario. Eso significa que su cerebro había envejecido más rápido.
¿Por qué dormir demasiado afecta a nuestro cerebro?
Los efectos del exceso de sueño sobre el cerebro aún no se han estudiado lo suficiente. No obstante, se conoce que dormir mucho afecta nuestro ritmo circadiano: un ciclo de 24 horas impulsado por nuestros relojes biológicos que genera cambios físicos, mentales y de comportamiento.
Al dormir más de lo habitual rompemos nuestro ritmo circadiano. De hecho, la sensación de letargo, fatiga y somnolencia provienen de un ciclo de sueño que ha perdido la sintonía, es como un jet lag continuo. Como resultado, las personas que duermen demasiado comenzarán a experimentar una serie de efectos secundarios que son el resultado, en gran parte, de la lucha de su organismo por sincronizarse.
El exceso de sueño también puede afectar la producción y recepción de ciertos neurotransmisores en el cerebro, especialmente la serotonina. Por eso no es casual que muchas personas que duermen mucho se quejen de dolor de cabeza durante el día o incluso de náuseas.
Fuentes:
McHill, A. W. et. Al. (2018) Chronic sleep curtailment, even without extended (>16-h) wakefulness, degrades human vigilance performance.Proceedings of the National Academy of Sciences; 115 (23): 6070-6075.
Wild, C. J. et. Al. (2018) Dissociable effects of self-reported daily sleep duration on high-level cognitive abilities. Sleep.
Chen, J.C. et. Al. (2016) Sleep duration, cognitive decline, and dementia risk in older women. Alzheimers Dement; 12(1): 21-33.
Devore, E. et. Al. (2014) Sleep Duration in Midlife and Later Life in Relation to Cognition.J Am Geriatr Soc; 62(6): 1073–1081.
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