Quien haya leído a Tolstoi, sabrá que sus personajes son muy intensos. Con una caracterización psicológica muy bien trabajada, a menudo muestran las tendencias humanas más extremas. Sin embargo, los criminales de sus novelas siempre buscan una justificación para sus actos más terribles o intentan negar la realidad. Fue a lo que Charlie Munger se refirió como “efecto Tolstoi”.
¿Qué es el efecto Tolstoi?
El efecto Tolstoi señala la incapacidad para analizar una situación objetivamente debido a un potente sesgo egocéntrico. Por tanto, conduce a la tendencia a negar la realidad o justificar los actos o aquello que no encaja con su visión del mundo para preservar esa autoestima inflada o artificialmente elevada.
La tendencia a negar la realidad
Uno de los mecanismos de defensa preferidos por los personajes de Tolstoi era precisamente la negación. Esta se produce cuando nos encontramos ante un hecho, pero decidimos ignorarlo deliberadamente. Por ejemplo, podemos ser conscientes de que existe un problema en la pareja que es necesario abordar, pero lo obviamos convirtiéndolo en un elefante en la habitación.
Por supuesto, en ciertas circunstancias la negación es un mecanismo de defensa que nos ayuda a cerrar los ojos ante lo que ocurre para que nuestro inconsciente vaya procesando la información. Sin embargo, si se convierte en la estrategia predeterminada para afrontar las dificultades vitales y los errores que cometemos, se traducirá en problemas cada vez mayores.
Negar la realidad no hará que desaparezca. Y tampoco lo harán sus consecuencias.
Si negamos los problemas sociales, no se esfumarán por arte de magia solo porque lo deseemos. Negar las diferencias, no las atenuará. Y si negamos los conflictos, no se solucionarán solos. Lo más habitual es que esos problemas se amplifiquen y, al final, sus consecuencias nos golpeen con más fuerza si cabe.
Racionalizar las elecciones
El efecto Tolstoi también se manifiesta a través de otro mecanismo de defensa: la racionalización, que se refiere a la tendencia a justificar las decisiones que tomamos y nuestros comportamientos. En práctica, para preservar la imagen positiva que tenemos de nosotros mismos y poder seguir pensando que todo va bien, buscamos razones que justifiquen nuestra ceguera o ignorancia motivada.
Frases como “callar no es mentir” para encubrir una omisión con tintes de falsedad o “hay personas peores” para excusar un mal comportamiento son intentos habituales de preservar un ego frágil. ¿Por qué lo hacemos?
En parte, porque deseamos evitar la disonancia cognitiva, ese estado de tensión emocional que se produce cuando tenemos dos hechos contrapuestos en nuestras mentes, tales como: “soy una persona tolerante” y “no tolero a quienes no piensan como yo”. Queremos evitar que la realidad rompa nuestras convicciones y la imagen que nos hemos formado, por lo que aplicamos un filtro para no ver lo que nos hace sentir incómodos y nos obligaría a reflexionar.
¿Cómo superar el efecto Tolstoi?
El efecto Tolstoi puede convertirse en una bola de nieve rodando ladera abajo que arrastra todo lo que encuentra a su paso. Cuando comenzamos a negar la realidad porque no nos gusta e inventamos justificaciones para los hechos que nos hacen sentir incómodos, corremos el riesgo de no saber cuándo parar. De hecho, generalmente es el mundo quien nos obliga a mirar a la cara a la realidad.
Inventar razones para justificar los síntomas no hará que la enfermedad desaparezca. Buscar motivos para apuntalar unas creencias o valores que no sustentan el embate de los hechos no hará que sobrevivan. Al contrario, nos conducirá a comportarnos de manera cada vez más desadaptativa. Hará que adoptemos una mentalidad psicótica en la que la persona vive en su mente, perdiendo el contacto con la realidad.
La mejor manera para evitar llegar a esos extremos es:
- Abrazar una imagen cambiante de nosotros mismos, de manera que no sintamos la necesidad de aferrarnos a un “yo” inmutable. Implica ser conscientes de que tenemos el derecho de cambiar si las circunstancias cambian y de deshacernos de aspectos que ya no son adaptativos o con los que no nos identificamos porque, más que ayudarnos a crecer, nos limitan.
- Cuestionarse todo. La realidad es una experiencia a ser vivida, en su totalidad, con todos sus claroscuros. Mantenernos abiertos a lo que ocurre con una actitud curiosa, sin prejuzgar e intentando dejar de lado nuestros estereotipos nos ayudará a comprender lo que ocurre y responder en consecuencia.
En el fondo, el efecto Tolstoi es una expresión de un profundo egocentrismo, de una persona o incluso una sociedad que no quiere adaptarse a la realidad. Al mismo tiempo, también es una muestra de miedo y confusión. Negamos la realidad con la que no nos sentimos cómodos, aquella para la que no tenemos las herramientas de afrontamiento.
Sin embargo, debemos recordar que a veces las circunstancias pueden generarnos desasosiego y obligarnos a replantearnos algunas cosas, pero eso es mejor que darle la espalda mientras esperamos, con los dedos cruzados, a que cambie sola.
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