En un artículo anterior hice referencia a las posibles causas del bruxismo. Ahora nos adentraremos en cómo lidiar (o eliminar en la medida de lo posible) este trastorno que llega a convertirse en una verdadera problemática para quienes lo padecen.
Como el bruxismo es un trastorno donde se entremezclan lo fisiológico y lo psicológico, los tratamientos desarrollados tienden a abarcar ambas esferas. Así, hallamos los tratamientos dentales tradicionales, las técnicas conductuales
Tratamientos dentales tradicionales
– Ajuste oclusal. Consiste en restaurar la oclusión mediante la equilibración de los dientes, normalmente a través del limado selectivo de los mismos. De más está advertirles que esta técnica tiene muchos seguidores entre los odontólogos y muchos detractores en otros campos de la ciencia.
– Dispositivos oclusales. Se trata simplemente de dispositivos construidos con material acrílico endurecido para normalizar la oclusión y prevenir contactos bruxísticos de forma que los dientes no se deterioren.
– Administración de relajantes musculares. Se hace referencia al consumo de diazepam, robaxina o cualquier otro relajante que controle la musculatura.
Vale aclarar que estas técnicas, aunque presentan una eficacia inmediata, si se abandona el tratamiento normalmente las personas vuelven a sufrir los episodios bruxísticos por lo que constituyen una solución paliativa pero no permanente.
Tratamientos conductuales
– Técnicas de relajación. Se conoce que los elevados niveles de tensión diurna incrementan el comportamiento disfuncional bruxístico durante la noche. Por tanto, el entrenamiento en la relajación suele aportar una mejoría notable a estas personas. Dentro de todas las técnicas de relajación aquella que ha resultado particularmente eficaz es la Relajación Muscular Progresiva de Jacobson ya que esta pone especial énfasis en la distensión de los grupos musculares.
– Práctica masiva. Esta es una técnica ampliamente utilizada para controlar los hábitos nerviosos como los tics. Se fundamenta en la idea de que el comportamiento bruxista es una respuesta aprendida para aliviar las tensiones. Así, se somete a la persona a que realice de manera consciente el movimiento bruxístico infinidad de veces. Esta «sobredosis» provoca la fatiga o inhibición reactiva de forma que la persona es físicamente incapaz de continuar realizando el movimiento. A partir de ese momento se producirá un proceso inverso: el comportamiento bruxista irá desapareciendo.
Vale puntualizar que si bien esta técnica ha sido muy efectiva en el tratamiento de los tics, en el caso del bruxismo los datos sobre su eficacia resultan muy contradictorios.
– Biofeedback con relajación facial. Durante el bruxismo se incrementa la actividad de grupos musculares que conducen a un comportamiento motor disfuncional pero estos músculos pueden ser controlados de manera consciente por lo que esta técnica se propone brindarle una retroalimentación (visual o auditiva) a la persona acerca del aumento de la actividad-EMG hasta que la persona aprenda a discriminar por sí sola cuando tienen lugar estos aumentos de la tensión muscular.
Como de seguro supondrán, resulta una técnica muy efectiva para controlar el bruxismo diurno pero no tanto para el nocturno aunque algunas mejorías en éste último se han reportado. Probablemente porque al poder controlar la tensión muscular durante el día; en la noche esta puede ser menor. No obstante, con este objetivo se implementa:
– Feedback EMG con alarma. Su principio de funcionamiento es muy simple: si la persona aprieta o rechina los dientes durante la noche se le castiga con un ruido fuerte o alarma que la despierta e interrumpe el comportamiento bruxista. Luego, cada psicólogo pone parte de su creatividad: algunos le exigen a la persona que se levante a apagar la alarma, que escriban en ese momento cómo era su sueño… Vale puntualizar que aunque esta técnica parezca un tanto «atormentadora», ha mostrado una elevada eficacia en la práctica.
– Reversión del hábito. Se fundamenta en la idea de que el bruxismo se genera como una respuesta ante alguna situación estresante del medio. Posteriormente este comportamiento aumenta de forma paulatina su respuesta hasta que llega un punto en el cual se realiza a nivel automático.
Esta técnica consta de dos fases: en la primera se enseña a la persona a concientizar la ocurrencia del hábito y a emitir una respuesta inversa; en la segunda fase se deben identificar las personas o situaciones que pueden ser causantes o disparadoras del comportamiento bruxista. En esta última fase también se incluye el aprendizaje de la relajación y realizar autorregistros diarios.
Esta técnica cuenta con una elevada eficacia ya que es una de las más completas en el tratamiento del bruxismo.
A partir de mi experiencia con el trastorno (y para dar respuesta a algunas preguntas que me han realizado vía email), considero que un tratamiento medianamente eficaz (y digo «medianamente eficaz» porque cada persona es un mundo por lo que no se puede pecar de absolutos) debe contener tres factores esenciales:
– Aprender la relajación muscular progresiva y practicarla antes de dormir. Esta costumbre, si bien no eliminará por completo el bruxismo puede reducir la tensión en un 50%.
– Concientizar el comportamiento bruxista y actuar en consecuencia. Durante el día debemos ser capaces de detectar la tensión muscular y trabajar en la misma para eliminarla, distendiendo los músculos faciales.
– Aprender a dominar la emocionalidad. Generalmente detrás del bruxismo se esconde una personalidad en extremo agresiva, colérica o su opuesto: una persona poco expresiva y encerrada en sí misma. Tanto la ira o la cólera como la pasividad y la represión son formas inadecuadas de expresar nuestros sentimientos que terminan por provocar daño no solo a nosotros sino también a los que nos rodean. Entonces será necesario detectar las causas de nuestros sentimientos, los pensamientos que están en la base y trabajar en ellos para eliminarlos. (Para trabajar en el conocimiento y la expresión de las emociones y sentimientos puede leer: La muerte del caballo alado.)
Fuente:
Durán, M. & Simón, M. A. (1995) Intervención clínica en el bruxismo: procedimientos actuales para su tratamiento eficaz. Psicología conductual; 3(2): 211-228.
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