Casi todos procrastinamos en algún que otro momento de nuestras vidas. Pero… ¿cuán extendido está este hábito? Piers Steel, un economista de la Universidad de Calgary, afirma que entre el 15 y el 20% de las personas procrastina de forma consciente. Según este investigador, los estudiantes serían los maestros de la procrastinación ya que casi un 95% de ellos posterga las tareas escolares.
Obviamente, si la procrastinación se convierte en un hábito, terminamos afectando nuestra calidad de vida y los resultados estudiantiles o laborales. De hecho, se afirma que la procrastinación puede ser muy costosa, tanto es así que se estima que el 40% de las personas puede haber experimentado una pérdida financiera como consecuencia de la procrastinación.
En un estudio conducido por investigadores de la Universidad de Oregon se pudo apreciar que la procrastinación tiene efectos muy negativos sobre la salud. En esta ocasión se analizaron más de 19.800 personas que tenían elevados niveles de colesterol y sorprendentemente, el 35% de ellas pospuso la consulta con el especialista durante al menos cinco meses.
Una investigación más reciente, desarrollada en el año 2006, demostró como las personas que tendían a procrastinar tenían mayores niveles de estrés y más problemas de salud. Esto puede deberse a que usualmente la expectativa de la situación es más negativa que la vivencia de la situación en sí misma.
En fin, que el costo de la procrastinación es tan alto que simplemente no es una alternativa viable. sobre todo si tenemos en cuenta que la procrastinación no solo hace referencia al retraso de las tareas más críticas sino que puede comprenderse como un fracaso en la organización de las actividades de forma que somos incapaces de jerarquizarlas según su importancia y urgencia. En resumen, la procrastinación va mucho más allá de la postergación para ahondar sus raíces en la imposibilidad de jerarquizar.
Obviamente, mientras más lejana en el tiempo se demuestre una fecha de entrega, más seremos propensos a procrastinar. Esto podría estar relacionado con el hecho de que mientras más cerca percibimos una recompensa, más motivado estaremos a terminar una actividad. En este sentido, el neurocientífico Barry Richmond considera que la procrastinación tiene una base neurológica. Según su teoría, todo estaría relacionado con los niveles de dopamina y los receptores de esta sustancia.
Quizás la procrastinación tiene una explicación mucho más sencilla que se basa en los sentimientos de displacer que nos asaltan cuando debemos enfrentar una tarea que no nos resulta agradable. Entonces simplemente damos un paso atrás y optamos por postergar la tarea, quizás con la secreta esperanza de no tener que enfrentarla nunca.
Fuentes:
Steel, P. (2007) The Nature of Procrastination: A Meta-analytic and Theoretical Review of Quintessential Self-Regulatory Failure. Psychological Bulletin; 133(1): 65–94.
Sirois, F. M. (2004) Procrastination and intentions to perform health behaviors: The role of self-efficacy and the consideration of future consequences. Personality and Individual Differences; 37(1): 115-128.
Anónimo dice
Estaba alucinada con esta palabreja pues no sabía que existía hasta que en la oficina llegaron los de sistemas a instalarnos un programa para acabar con la procrastinación. Mi cara parecía un poema, también la de mis compañeros… menos mal que no era la única que no había oído hablar de eso!! Yo no sabía que significaba y mucho menos que lo padeciera! Pero ahora se que si y también sé que es un problema que ha pasado a otra dimensión gracias a un software que se llama workmeter. Saludos.
Jennifer Delgado Suarez dice
Creo que no eres la única que no conocía esta palabreja pero que eras víctima de ella.
En la actualidad existen muchos software que impiden entrar a las redes sociales o abrir los correos ya que así aumenta la productividad. Realmente no nos percatamos pero se ha demostrado que las personas procrastinadoras abren el correo al menos quince veces en una hora.
Estos programas ayudan a deshacerse de este hábito. Aunque, por supuesto, lo ideal sería controlarse uno mismo puesto que no existen software anti-procrastinación para las tareas caseras o los problemas de la vida que debemos solucionar y que usualmente postergamos al infinito.
Ileana Medina dice
"El hecho de que mientras más cerca percibimos una recompensa, más motivado estaremos a terminar una actividad. En este sentido, el neurocientífico Barry Richmond considera que la procrastinación tiene una base neurológica"
Es que ahí está la clave. Creo que somos "procrastinadores" por naturaleza.
Hoy me he enterado de que soy una "procrastinadora" y me ha hecho mucha gracia 😉
Creo que en la base de esto está el conflicto entre la naturaleza y la cultura, entre el placer y el deber, entre el presente y el futuro…
Como la civilización se ha construido sobre la negación de la naturaleza, del placer y del presente… pues todos tenderíamos a ser procastrinadores 😉
A que los animales no procrastinan?
Leí al psiquiatra Enrique Rojas definir la madurez como "la capacidad de posponer la recompensa". Eso que hasta ahora se ha considerado "virtud", quizás esté en la misma base del "malestar en la cultura", de la concepción lineal del tiempo, y de no vivir en el presente.
Jennifer Delgado Suarez dice
Ileana,
Tus reflexiones me han llevado directamente a recordar a Freud puesto que este comprendía la cultura y la moral casi como una camisa de fuerza que ataba nuestros instintos.
Obviamente, desde esta perspectiva seríamos unos "procrastinadores innatos" 🙂