«El crecimiento personal… sí, es un discurso que ya he escuchado pero… ¿cómo llevarlo a la práctica?»
Probablemente la mayoría de los psicólogos se ha enfrentado con esta demanda, muy simple, formulada por personas muy sencillas que desean mejorar su calidad de vida trabajando a nivel psicológico pero no saben cómo.
Entonces me ha planteado la tarea de realizar una especie de Decálogo para el desarrollo personal, recopilar unas reglas que desde mi perspectiva son imprescindibles para mejorar nuestra relación con el mundo y con nosotros mismos.
Las reglas del Desarrollo Personal que te ayudarán a crecer
1. Evita pensar demasiado. Como ya he comentado en el artículo Cuando pensar demasiado no es positivo, en muchas ocasiones es necesario pensar, en otras sentir y en otras simplemente actuar. Debemos ser lo suficientemente inteligentes como para percatarnos que es necesario en cada caso y en qué dosis. Pensar mucho en ocasiones solo nos conduce a demorar decisiones o a arribar a generalizaciones totalmente infundadas fruto de un pensamiento rumiativo…
2. Ejecuta los planes. Intenta que la postergación sea una estrategia extrema e inusual. En muchas ocasiones tenemos ideas, proyectos, decisiones tomadas pero que no llevamos a la práctica. Generalmente cuando una idea está demasiado tiempo en fase de proyecto termina por perder su vigencia, adecuación, originalidad… No existe nada peor que fracasar por no haberlo intentado. La decisión que no se cumplimentó, el deseo que se quedó como sueño… serán dudas que probablemente nos atormenten por el resto de la vida. Así, si tienes una idea que puede ser productiva ahora mismo, la sola forma de validarla es ponerla en práctica.
3. La perfección no existe. Buscar la perfección en todo aquello que hacemos es el enemigo número uno de la acción y de la satisfacción personal. La mayoría de las cosas o personas que nos rodean no son perfectas pero cumplen una función y las amamos. Por eso, la mejor manera de iniciar un proyecto es simplemente plantearnos que lo haremos poniendo el máximo de nuestras fuerzas.
4. Determina las tareas verdaderamente importantes y focalízate en ellas. A menudo tenemos varios problemas por solucionar, varias tareas por terminar pero no somos capaces de jerarquizar cuál es la más importante, cuál necesita más atención. Hacer mil cosas a la vez no implica hacerlas bien o terminarlas. Por eso es preferible que concentremos nuestros esfuerzos en pocas tareas que podrán cumplimentarse con éxito y con menos desgaste personal. En una palabra: Jerarquiza.
5. Enfrenta las tareas de manera consciente. Un refrán italiano dice: «Chi va piano va sano e va lontano» (quién anda despacio va seguro y llega lejos). El apuro no lleva a ningún sitio, es enemigo de la eficiencia porque se convierte en una peligrosa arma de doble filo. Cuando intentamos ir de prisa, usualmente debemos retornar al punto de origen porque olvidamos algún factor. La prisa genera ansiedad y la ansiedad disminuye nuestra capacidad atencional y el poder para tomar decisiones conscientemente. Es importante reflexionar (en su justa medida) sobre los pros y los contras de las decisiones.
6. Planifica objetivos a corto plazo. Usualmente nos embarcamos en grandes proyectos. No podemos esperar que todos vayan viento en popa a la primera. Entonces nos deprimimos. La única forma para poder cumplimentar grandes tareas es armarse de paciencia, perseverancia y plantearse pequeños objetivos que respondan a la actividad principal. Serán más fáciles de lograr y sentiremos que estamos avanzando en nuestra tarea, por lo cual nuestro estado de ánimo también mejorará y aumentaremos nuestras posibilidades de lograr lo que nos propongamos.
7. No tomes decisiones cuando el estado de ánimo es inestable. No debemos tomar decisiones importantes cuando estamos emocionalmente muy comprometidos en la situación. Y esto es válido tanto para cuando experimentamos rabia, enojo, ira, ansiedad o depresión como para cuando estamos eufóricos o sobremotivados. Todos los extremos son malos, tanto el positivo como el negativo, por lo cual las decisiones importantes deben ser resultado de la reflexión y no de un momento de euforia o desesperación.
8. Intenta ponerte en el lugar de los otros. Ser empáticos nos abrirá muchas puertas y nos facilitará el arduo camino de las relaciones interpersonales. Intentar comprender (que no es sinónimo de adivinar el pensamiento del otro) nos convertirá en personas más asertivas y nos brindará una perspectiva más certera de lo que ocurre a nuestro alrededor. De esta manera, nuestras decisiones serán más sólidas y contextualizadas y probablemente nos rodearemos de una red de apoyo social invaluable.
9. Informarse, reunirse, hablar… no siempre es actuar. Usualmente nuestras buenas intenciones se quedan en proyectos, palabras, informaciones. Es adecuado informarse y conversar, sobre todo cuando debemos iniciar un proyecto o cuando debemos enfrentar un problema interpersonal pero solo las acciones llevarán a buen término y materializarán nuestros objetivos.
10. Elimina los pensamientos negativos. Aunque esta última regla pueda parecer sacada de un libro de autoayuda, lo cierto es que iniciar un proyecto con ideas preconcebidas que lo condenan al fracaso es un inicio que no augura muy buenos resultados. Las ideas sobre el fracaso, la inutilidad… solo se convierten en un mediador inservible para lograr el desarrollo personal. Pensar en positivo, si bien no es una varita mágica, nos ayuda a enfrentar los proyectos desde una perspectiva optimista que en determinados momentos puede ser vital para la consecución exitosa de nuestros proyectos.
Como de seguro habrán notado algunas de estas reglas están íntimamente interrelacionadas porque se trata de hallar un punto medio entre la emoción y el razonamiento, entre la incertidumbre y nuestra necesidad de tomar decisiones; preservando siempre nuestro equilibrio psicológico y promoviendo un desarrollo personal que nos facilite el camino hacia el autoconocimiento y la realización personal.
Como ya he dicho en otras ocasiones: ¿es difícil? Si, pero no imposible. El intento siempre vale la pena.
Deja una respuesta