En los años ’40, durante la Segunda Guerra Mundial, se desarrollaron una gran cantidad de campañas publicitarias dirigidas a fomentar un espíritu positivo en todo lo concerniente a la guerra. Específicamente, el Departamento de Guerra de los EUA deseaba conocer si sus filmes de propaganda realmente eran efectivos. Con este objetivo se desarrollaron una serie de experimentos para analizar cómo se veían afectadas las actitudes de los soldados. Los resultados fueron bastante sui generis pues se apreció que estos filmes no incidían tan fácilmente en las actitudes de los soldados como se pensaba.
Cuando los filmes tenían un carácter informativo, estos fortalecían algunas actitudes existentes pero generalmente los filmes no fomentaban el optimismo; el objetivo principal con el cual eran diseñados por los productores y psicólogos.
Curiosamente, lo que hallaron los investigadores fue que los filmes ejercían en los soldados, pasados algunos meses, un curioso efecto. Mientras que sus actitudes ante la guerra no cambiaban inmediatamente, nueve semanas después, podían observarse algunos cambios. Por ejemplo, aquellos soldados que vieron el filme “The Battle of Britain” mostraron inmediatamente una pequeña simpatía hacia los británicos pero nueve semanas después, esta simpatía había aumentado. Carl Hovland, profesor de la Universidad de Yale, le llamó a este fenómeno: “el Efecto del Durmiente”.
Como es de esperar, este fenómeno ha sido ampliamente cuestionado en el área de la Psicología científica ya que no puede afirmarse con precisión que el cambio en las actitudes, después de un lapsus de tiempo tan prolongado, se deba únicamente a la visión de un filme. Realmente existen estudios que muestran que el efecto persuasivo de un mensaje debe ser mayor justo después que la información es recibida y, mientras más pasa el tiempo, este efecto debe disminuir.
No obstante, en la mente humana todo no resulta tan lineal y, recientemente, en el año 2004, los investigadores Kumkale y Albarracin han demostrado que el Efecto del Durmiente existe en realidad. No obstante, deben estar presentes dos condiciones esenciales para que se evidencie el Efecto del Durmiente:
1. Un impacto inicial fuerte: el Efecto del Durmiente sólo emerge si el mensaje persuasivo tiene un impacto inicial muy fuerte ya que ésta es la garantía para que actúe como un bumerang y regrese a la conciencia de las personas.
2. Un mensaje por descontado: cuando la fuente de la información no es fidedigna, tendemos a desacreditar el mensaje pero si descubrimos que la fuente no es de confiar sólo después de haber visto el filme; entonces estaremos más receptivos al mensaje y seremos más sugestionables.
Este detalle, en particular, es bien conocido por los publicistas quienes pueden escribir un artículo sobre los beneficios del chocolate, convenciéndonos de consumirlos pero sólo al final de la página indican que el redactor es una persona involucrada, por ejemplo, con la Nestlé. Así, cuando recibimos el mensaje persuasivo antes de conocer la fuente de la cual proviene la información, estaremos expuestos al Efecto del Durmiente.
La explicación a este fenómeno puede ser muy sencilla: en nuestra mente, al cabo del tiempo, olvidamos que la fuente no era totalmente fidedigna y sólo nos quedamos con la información inicial. Razón por la cual, con el paso del tiempo, nos mostramos más sugestionables ante el mensaje en comparación con un primer momento.
Fuente:
Kumkale, G. & Albarracín, D. (2004) The sleeper effect inpersuasion: a meta-analityc review. Psychological Bulletin; 130(1): 143-172.
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