El efecto placebo hace referencia al uso de medicamentos que no tienen una composición química que contrarreste objetivamente la dolencia ya que no contienen ningún principio activo o a la utilización de procedimientos terapéuticos que no ejercen ninguna acción objetiva sobre el proceso patológico; así, la eliminación del dolor o la curación es producto del efecto mental que implica imaginar que el medicamento realmente funcionará. O al menos eso se creía hasta que…
Investigadores de la Universidad Médica de Hamburg-Eppendorf en Alemania han escaneado la médula espinal de voluntarios a los cuales se les aplicó una crema, en apariencia analgésica, para tratar el dolor crónico en uno de los brazos. El 26% reportó menos dolor en la zona dañada aunque lo más inusual de los resultados fue observar una variación en la actividad neural de la médula espinal que hizo que el dolor desapareciese, tal como si el medicamento realmente tuviese un ingrediente activo que actuase como analgésico.
Por supuesto, los 13 voluntarios estaban convencidos de que la crema era un producto especializado pues se les comunicó que el objetivo del experimento era probar la efectividad de la misma.
Como suele suceder, cuando los voluntarios sentían el dolor se activaba la zona correspondiente de la medula espinal pero una vez que utilizaban la crema esta activación iba disminuyendo paulatinamente.
Otro estudio de características similares, aunque utilizando menos recursos tecnológicos que le permitiesen avalar los resultados, se realizó en el año 1999 en el Centro Interuniversitario de Neurofisiología del Dolor de la Universidad Médica de Torino. Los neuropsicólogos, después de estudiar a 229 pacientes, llegaron a la conclusión que la expectativa de calmar el dolor reduce la ansiedad y produce la liberación de opiáceos de manera endógena.
Ahora este efecto queda demostrado, cuando la persona cree que los medicamentos placebos son medicamentos reales que pueden aliviar su dolencia disminuiría su ansiedad y se liberaría opiáceos que calmarían el dolor.
No obstante, la explicación del fenómeno no termina aquí y es que un grupo de investigadores de la Universidad de Uppsala en Suecia ha propuesto que el efecto placebo tiene una base genética. El estudio que desarrollaron muestra que una variación del gen TPH2 aumenta la susceptibilidad de las personas ante un placebo. Se analizaron un total de 25 personas, de las cuales las 10 que experimentaron el efecto placebo presentaban una variación en el gen TPH2 que facilitaba la regulación de la actividad de la amígdala, zona crucial para el procesamiento emociona, a partir de la modulación de la serotonina.
Entonces podríamos resumir que el efecto placebo se sustenta en las expectativas y en la confianza que posea la persona en el tratamiento pero este nivel de confianza y de “sugestionabilidad” no solo está determinado por características personológicas sino también por una variación genética.
En fin, que el efecto placebo cada vez muestra sus facetas menos psicológicas para develar sus condicionamientos a nivel neurológico y genético demostrando que la realidad humana es altamente compleja y multideterminada.
Fuentes:
Eippert,F.; Finsterbusch, J.; Bingel, U. & Büchel,C. (2009) Direct Evidence for Spinal Cord Involvement in Placebo Analgesia. Science; 326(5951): 404.
Furmark, T. et. Al. (2008) A Link between Serotonin-Related Gene Polymorphisms, Amygdala Activity, and Placebo-Induced Relief from Social Anxiety. The Journal of Neuroscience; 28(49):13066-13074.
Amanzio, M. & Benedetti, F. (1999) Neuropharmacological Dissection of Placebo Analgesia: Expectation-Activated Opioid Systems versus Conditioning-Activated Specific Subsystems. The Journal of Neuroscience; 19(1):484-494.
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