Todos, en algún que otro momento, nos hemos sentido estresados. Sin embargo, además de experimentar sus efectos, en realidad es muy poco lo que se conoce sobre el estrés. Por ejemplo, solemos pensar que como se trata de un problema de índole mental, no es contagioso. El término contagioso lo solemos asociar con otras enfermedades. Sin embargo, el estrés es tan contagioso como los gérmenes. De eso no cabe dudas.
El problema radica en que el estrés se percibe y esto, a su vez, nos resulta tensionante. De seguro en alguna ocasión habrás entrado en un ambiente donde te sentías incómodo porque se podía percibir grandes dosis de estrés en el aire. Quizás cuando entraste te sentías lleno de energía y con muchas ideas pero probablemente después de unas horas, comenzaste a sentirte cansado, tenso, irritable, con la mente embotada.
Pues bien, esta es una forma de transmitir el estrés. Es muy difícil trabajar ocho horas en un ambiente donde todos griten, estén nerviosos y sean hostiles sin contagiarse al menos un poco de estas emociones negativas. Un ambiente donde hay muchas personas estresadas, transmite estrés. De hecho, no es casualidad que las grandes empresas como Google o Apple se preocupen tanto por crear ambientes de trabajo sanos y relajantes. Ellos saben que un ambiente laboral estresante, no solo mata la creatividad sino que poco a poco va extenuando a todos sus miembros y, tarde o temprano, esto tendrá consecuencias nefastas sobre su productividad.
Por supuesto, el estrés no solo se transmite a partir de espacios donde coexisten muchas personas estresadas sino también de persona a persona. Para comprender este proceso baste pensar en esa gente que conocemos y que nos hace caminar sobre “cáscaras de huevos”. Me refiero a las personas que se muestran siempre ansiosas, irritables, negativas y frustradas. Esas personas que nos hacen sentir inadecuados porque sabemos que, digamos lo que digamos, nuestras palabras tienen grandes probabilidades de ser malinterpretadas. Se trata de personas que viven continuamente en un estado de tensión, estrés y frustración y que proyectan continuamente estas emociones sobre los otros.
Los directivos o las personas que tienen cierta autoridad son otros entes que suelen contagiar el estrés. Lo hacen asignando tareas que son prácticamente imposibles de realizar, ya sea porque las demandas sobrepasan nuestras capacidades o porque el tiempo que tenemos a nuestra disposición es muy corto. Lo peor de todo es que estas personas no solo delegan las actividades sino también se desprenden del estrés y la responsabilidad que vienen asociadas con ellas.
No todo está perdido
Por supuesto, el hecho de que el estrés se pueda percibir, que existan personas que colman nuestros recursos o que hayan ambientes particularmente tensionantes, no significa necesariamente que debamos estresarnos.
Por ejemplo, si todos en casa tienen la gripe, estaremos más expuestos a contraerla pero eso no implica que se trata de regla absoluta. Si tomamos algunas medidas de precaución y tenemos un sistema inmunológico fuerte, existen probabilidades de salir ilesos. Lo mismo se aplica al estrés.
Existen algunas formas para lidiar con las personas o las situaciones particularmente estresantes:
– Crear un ambiente de trabajo relajante que se convierta en una válvula de escape ante el estrés que se respira en el ambiente. Colocar plantas, ponerse los audífonos con una música relajante, eliminar todas las distracciones posibles… En fin, todo aquello que te haga sentir cómodo y relajado.
– Aprender a decir “no”. Existen tareas que simplemente no se pueden hacer porque tienen plazos o demandas imposibles. En este caso, lo mejor es negociar las exigencias de la actividad para hacer que sean menos estresantes.
– Aprender a manejar las personas estresadas y no seguirle su juego. No respondas con irritación porque esto solo genera más estrés. Si te comportas de forma amable y paciente, verás como la actitud de la otra persona va cambiando.
– Realizar actividades relajantes como caminar al aire libre, pasar tiempo con los amigos, ver un buen filme o leer un libro, dedicarse a un hobby, practicar yoga… Estas actividades te ayudarán a liberar el estrés acumulado durante el día.
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