Analizar las emociones es particularmente complicado para los neuropsicólogos porque no es algo que pueda constatarse sino que se infieren a partir de los comportamientos de las personas cuando se les presentan los estímulos más diversos.
Así, la investigación en el campo de las emociones y los sentimientos se basa en el análisis del comportamiento y la medición de los cambios fisiológicos apreciados. No obstante, aunque las emociones pueden parecer escurridizas, en realidad tienen varios componentes que pueden ser cuantificables por separados.
1. La fisiología de las emociones. Se incluyen los componentes fisiológicos del sistema nervioso central y autónomo así como los cambios resultantes de la actividad neuro-hormonal y visceral. Por lo tanto, puede comprenderse que las emociones producen cambios en la frecuencia cardíaca, la presión sanguínea, la distribución del flujo de sangre, el sudor y en el aparato digestivo. Cada uno de estos cambios pueden ser medibles y asociados a diferentes estados emocionales.
2. Comportamiento motor-distintivo. La expresión facial, el tono de voz, y la postura expresan estados de ánimo. Estos comportamientos motores son especialmente importantes ya que son portadores de la acción directa que a veces puede diferir de la conducta verbal. En otras palabras, una persona puede afirmar que se siente bien pero su cuerpo y gestualidad indican emociones negativas.
3. Auto-reporte cognitivo. Evidentemente, detrás de cada emoción casi siempre se esconde una razón que puede ser expresada y comprendida desde el punto de vista cognitivo. Por eso para comprender las emociones muchas veces se le pide a las personas que hablen sobre las mismas y que intenten explicarlas. Curiosamente, este intento comprensivo también posee un fuerte efecto terapéutico.
4. Comportamiento inconsciente. Los procesos cognitivos que influyen en el comportamiento y la emocionalidad no siempre son conscientes. Podemos tomar decisiones basándonos en la «intuición» (o a partir de corazonadas que aparentemente son infundadas). Sin embargo, muchas veces brindamos pequeñas pistas como los movimientos corporales que le pueden indicar a un investigador experto que estamos cambiando nuestra forma de pensar y sentir.
Al finalizar, un buen investigador analiza en conjunto todas estas señales y es capaz de determinar las emociones y la intensidad de las mismas, aún cuando la persona no es capaz (o no desea) reconocerlas.
Fuente:
Kolb, B. & Whishaw, I. Q. (1980) Fundamentals of Human Neuropsychology. Freeman: San Francisco.
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