Cuando socializamos e intentamos crear cierta impresión en las personas con las cuales comunicamos (en aras de parecer seguro, inteligente, confiado…), esto altera nuestra percepción haciéndonos pensar que los otros presentan los mismos rasgos de personalidad que estamos intentando demostrar. O al menos esto afirman los psicólogos Gibson y Poposki, a partir de los resultados obtenidos en cinco experimentos desarrollados en 390 estudiantes universitarios.
En cada experimento los participantes debían mirar un pequeño filme antes de discutirlo con otro estudiante (aunque realmente eran investigadores) en dos pequeños intercambios a través de una webcam de tan sólo 15 u 8 segundos. Crucialmente a la mitad de los participantes se les brindó una meta específica: que causaran una impresión determinada. En algunos casos se les pidió que brindasen la impresión de ser introvertidos o extrovertidos, inteligentes, confiados o contentos. Después de esto los participantes debían evaluarse a sí mismos y a las personas con las cuales conversaron.
El principal resultado demostró que, comparados con las personas del grupo de control, los estudiantes a los cuales se les pidió que brindaran una impresión determinada, tendían a brindar puntuaciones más bajas a las personas con quienes conversaban precisamente en aquellos rasgos de personalidad que se les pidió que enfatizaran.
Los psicólogos hipotetizan que el intento de impresionar actúa siguiendo un mecanismo muy sencillo según el cual como nos esforzamos tanto para mostrar un rasgo determinado, cuando nos comparamos con la otra persona, ésta nos parecerá menos extrovertida, simpática, inteligente… En otras palabras, mostraremos una tendencia a sobrevalorarnos en relación con el rasgo que deseamos enfatizar mientras que subvaloraremos a la otra persona.
No obstante, esta distorsión en la percepción no se apreció en aquellas personas que desde un primer momento se mostraron muy seguras de sí y que presentaban un excelente autoconocimiento. Este descubrimiento resulta particularmente interesante, sobre todo para comprender a las personas narcisistas que se verían encerradas en un círculo vicioso donde continuamente se están sobrevalorando y subvalorando a los demás.
A la misma vez, esta investigación recalca una idea que ya conocemos: nuestra relación con las otras personas es un juego de percepciones donde nos comportamos en relación con la imagen que deseamos brindar y la imagen que percibimos del otro.
Fuente:
Gibson, B. & Poposki, E. M. (2010) How the adoption of impression management goals alters impression formation. Personality and Social Psychology Bulletin; 36 (11): 1543-1554.
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