Si las personas comprendiesen verdaderamente las probabilidades que tienen de ganar la lotería, probablemente no comprarían nunca más un billete en toda su vida. Sin embargo, los billetes se continúan imprimiendo y para los organizadores de este negocio, es casi como tener en sus manos una máquina para imprimir dinero.
Lo cierto es que todas las loterías explotan un sesgo cognitivo, exactamente, el sesgo por disponibilidad (por supuesto, eso y la desesperación de las personas).
¿Qué es el sesgo por disponibilidad?
El sesgo por disponibilidad es una tendencia a valorar las probabilidades en base a los ejemplos más sencillos que acuden a nuestra mente. Es decir, como los organizadores de la lotería continuamente ensalzan a los ganadores y se olvidan de los millones de personas que han comprado un billete pero han perdido, entonces nuestra mente solo se centra en aquellos que han ganado desechando todos los que han perdido (que, irónicamente, es la inmensa mayoría). Desde este análisis, asumimos que tenemos mayores probabilidades de ganar que de perder.
Lo más interesante es que este sesgo cognitivo no solo se aplica a la lotería sino a muchísimas otras esferas de nuestra vida e incluso afectan nuestro desempeño profesional. Por ejemplo, se ha demostrado que los doctores que han diagnosticado dos casos seguidos de meningitis bacteriana, creen percibir los mismos síntomas en el próximo paciente, incluso si este tiene solamente una gripe y si son conscientes de que es muy poco probable (estadísticamente hablando) diagnosticar tres casos seguidos con la misma enfermedad.
¿Cómo vas a morir?
En los últimos años se han realizado algunos estudios particularmente interesantes dirigidos a evaluar el sesgo por disponibilidad. En práctica, a las personas se les pedía que respondiesen a una serie de preguntas donde debían analizar cuál sería su causa de muerte más probable.
Por ejemplo, en un estudio desarrollado por investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, se apreció que las personas pensaban que tenían más probabilidades de ser asesinadas por la calle que de sufrir un cáncer de estómago. En realidad, tenemos cinco veces más probabilidades de morir de un cáncer de estómago que de vernos envueltos en un tiroteo o morir víctimas de un asalto pero visto que estos últimos eventos tienen una mayor repercusión mediática, nuestra mente tiende a cambiar ligeramente las estadísticas.
Una investigación precedente, realizada en el 1995, también confirma este sesgo. En aquella ocasión se preguntó si existían más probabilidades de ser atacados por un tiburón que de morir en un accidente aéreo. Debemos recordar que por aquellas fechas, sobre todo en los Estados Unidos, se organizó una verdadera pesadilla mediática sobre los ataques de tiburones, por ende, la mayoría de las personas pensó que era más probable morir por un ataque de escualo cuando realmente no es así.
En práctica, cuando algún conocido tiene un accidente de coche, inmediatamente consideraremos que las carreteras son menos seguras aunque realmente no se trate sino de un sesgo cognitivo provocado por el impacto de la emoción. De la misma forma, mientras más memorable y significativo sea un evento, más distorsionaremos las probabilidades de ocurrencia.
Fuentes:
Briñol, P.; Petty, R. E. & Tomala, Z. L. (2006) The Malleable Meaning of Subjective Ease. Psychological Science;17(3): 200-206.
Read, J. D. (1995) The availability heuristic in person identification: The sometimes misleading consequences of enhanced contextual information. Applied Cognitive Psychology; 9(2): 91–121.
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