El tratamiento suele ser a corto plazo ya que se centra en ayudar a la persona a resolver la crisis inmediata o el problema en cuestión. Una vez solucionado, la persona casi siempre abandona la terapia. De hecho, uno de los principales problemas que tienen que enfrentar los psicólogos consiste en que para crear una buena relación basada en la confianza se necesita cierto tiempo y la persona esquizoide no le da esa oportunidad porque mantienen en todo momento una distancia social.
Por esas razones, y porque se ha demostrado que no es eficaz, la mayoría de los psicólogos evitan la psicoterapia a largo plazo y se centran en una intervención breve. En esta se suele trabajar con ejercicios de reestructuración cognitiva para tratar de eliminar algunos pensamientos irracionales que influyen negativamente en los comportamientos de la persona. En sentido general, el psicólogo debe animar a la persona a probar nuevas habilidades de afrontamiento y aprender las normas sociales básicas para relacionarse. Sin embargo, debe hacerlo con extrema cautela o el esquizoide se sentirá ahogado y abandonará la terapia.
En lo que respecta a las terapias de grupo, sin duda son una modalidad de tratamiento alternativo que se puede considerar pero solo si la persona ya ha seguido antes una terapia individual ya que de lo contrario es muy probable que no sea capaz de tolerar un grupo. No obstante, si se logra que participe activamente en el grupo, los resultados son muy buenos, si bien se trata de un proceso lento que puede durar varios meses ya que a menudo se intercala con periodos de aislamiento.
Por lo general las personas con trastorno de personalidad esquizoide no necesitan medicación, a menos que sufran de otros problemas, como depresión mayor o ansiedad generalizada. En esos casos, el medicamento estará dirigido a controlar los síntomas más agudos y apenas estos remitan, se suele eliminar.
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