En sentido general, las personas narcisistas tratan de mantener una imagen de perfección e invencibilidad personal e intentan proyectar esa impresión hacia los demás. No obstante, una enfermedad física puede romper esta ilusión y entonces la persona puede perder esa sensación de seguridad inherente. Esta pérdida se precipita una sensación de pánico, la persona siente que «mi mundo se está cayendo a pedazos» y vivencia una sensación de fragmentación personal.
A menudo las personas con trastorno de personalidad narcisista muestran una indiferencia desdeñosa hacia el terapeuta y pueden lanzarle frases hirientes, lo cual se debe comprender como un esfuerzo defensivo para mantener su superioridad y dominio. Sólo el médico de mayor rango en una institución se considera digno de respeto ya que la persona lo percibe como el reflejo externo de su propia grandeza.
Como podrás suponer, el tratamiento no es sencillo porque es necesario mostrarle un sentimiento de respeto y reconocer su importancia pero a la misma vez se debe evitar reforzar su grandiosidad patológica para propiciar un sentido coherente de sí mismo. Afortunadamente, el aumento de la confianza suele reducir la necesidad de atacar al terapeuta.
Los pequeños grupos pueden ayudar a esta persona a desarrollar una individualidad sana (en lugar de un narcisismo resistente) ya que le permiten interactuar asumiendo una actitud más relajada que reduce su necesidad de poner en práctica mecanismos de supervivencia y grandiosidad. El primer paso es la empatía hacia las otras personas del grupo, algo que se vive con sorpresa y dolor. De hecho, muchos psicólogos prefieren incorporar a estas personas cuanto antes a la terapia de grupo porque en esta dinámica el terapeuta desempeña un rol menos autoritario y la persona lo percibe como menos amenazante, lo cual hace que baje algunas de sus barreras.
En todo caso, el terapeuta siempre debe tener presente que su objetivo no es cambiar a la persona ya que una transformación radical en el trastorno de personalidad narcisista podría poner en serio peligro el «yo». El objetivo de la terapia es ayudarle a relacionarse de una manera más eficaz con las personas y aprender a controlar sus emociones y pensamientos autoreferentes.
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