Las inyecciones de botox son una de las formas más rápidas para eliminar las arrugas y darle al rostro un aspecto más joven. Sin embargo, cuando se abusa del botox, el resultado son esos rostros paralizados que apenas pueden moverse. Esto sucede porque el botox es una neurotoxina muy potente que, en dosis muy pequeñas, paraliza las funciones de los músculos de la cara (o donde se inyecte).
De hecho, en el pasado se realizó una curiosísima investigación en la cual se demostró que el botox reduce nuestra capacidad para experimentar emociones. La razón es muy sencilla: nuestro cerebro regula las respuestas emocionales basándose en diferentes factores y uno de ellos son los movimientos de los músculos de la cara. Si estos movimientos no se realizan, nuestro cerebro pierde una valiosa fuente de retroalimentación.
Sin embargo, más allá de los aspectos negativos que pueden venir asociados a las grandes dosis de botox, también se ha demostrado que este tratamiento de belleza puede ser útil para aliviar los síntomas de otras enfermedades, como la migraña.
Ahora un estudio desarrollado en la Universidad de Basel trae a colación un nuevo efecto del botox: ayuda a combatir la depresión. El equipo de investigadores afirma que la paralización de la región que se encuentra en el entrecejo, mejora significativamente los síntomas de la depresión.
El estudio en cuestión incluyó a 30 personas que padecía de depresión mayor y no respondían a los medicamentos para la depresión tradicionales. De ellos, 15 recibieron una dosis (cinco inyecciones) de Botox, mientras que al resto se le aplicó un placebo (inyecciones de solución salina).
Seis semanas más tarde de haber aplicado esta dosis única, los participantes evaluaron sus síntomas depresivos. Los investigadores encontraron que quienes recibieron inyecciones de botox experimentaron una disminución del 47% en los síntomas depresivos. Al contrario, en el grupo sometido al efecto placebo, la disminución de los síntomas solo alcanzó el 9%. Lo más interesante es que esta mejoría se mantuvo estable durante el período que duró el estudio: 16 semanas.
¿Cómo se explican estos resultados?
Por una parte, sabemos que los músculos faciales son esenciales para transmitir lo que sentimos a las demás personas pero también para experimentar las emociones nosotros mismos. El mecanismo sería el siguiente: nos sucede algo y nos ponemos triste por ello. Esta tristeza se manifiesta a través de nuestro tono de voz, la forma de caminar, los gestos que realizamos pero también a través de nuestro rostro. El cerebro percibe estos cambios y comprende que estamos tristes. Entonces se refuerza la tristeza, como si fuese un círculo vicioso. Si rompemos este círculo en alguno de sus puntos, es lógico pensar que los síntomas se harán menos acuciados. Es precisamente eso lo que hace el botox.
Obviamente, el botox no puede eliminar la depresión del todo y ni siquiera es una cura a largo plazo pero puede ser una alternativa a los medicamentos tradicionales para después continuar con la psicoterapia.
Fuente:
Wollmer, M. A. et. Al. (2012) Facing depression with botulinum toxin: a randomized controlled trial. Journal of Psychiatric Research; 46 (5): 574-81.
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