Todos sabemos que el embarazo acarrea muchos cambios, tanto en el orden físico como psicológico, aunque la mayoría de esos molestos síntomas desaparecen después de dar a luz. Sin embargo, se conoce muy poco sobre el impacto que tiene la gestación en el cerebro. ¿Puede el embarazo cambiar el cerebro de la futura madre? ¿Durante cuánto tiempo? A estas preguntas intentaron responder investigadores de la Universitat Autonoma de Barcelona, quienes han analizado por primera vez el efecto del embarazo en el cerebro de las futuras madres.
Durante la gestación se produce una poda sináptica
Estos investigadores compararon los datos de las pruebas de resonancia magnética de 25 madres primerizas antes y después de su embarazo con los de sus parejas masculinas, así como con los de un grupo control compuesto por 20 mujeres que nunca habían estado embarazadas y sus parejas. A estas personas se les dio seguimiento durante cinco años y medio.
Así descubrieron que en el embarazo se producen cambios en la morfología del cerebro, y que estos no desaparecen inmediatamente después de dar a luz sino que permanecen hasta al menos hasta dos años más tarde.
Los investigadores apreciaron que después del primer embarazo el cerebro de la mujer muestra una reducción significativa del volumen de materia gris en las regiones asociadas con la cognición social.
Específicamente, se trata de una disminución simétrica del volumen de materia gris en la línea medial frontal y posterior del córtex, así como en áreas específicas de la corteza prefrontal y temporal en las mujeres embarazadas. Estas zonas forman parte de una red asociada con los procesos de la cognición social y el autoprocesamiento.
También se descubrió que las áreas donde se produjo la disminución de materia gris se superponían con las regiones cerebrales que se activaban cuando las madres observaban imágenes de sus bebés. Esto significa que los cambios solo afectan las zonas vinculadas con las funciones que la mujer necesita para afrontar los retos que supone la maternidad, por lo que se trata de un proceso adaptativo de especialización funcional hacia la maternidad.
Curiosamente, los investigadores también fueron capaces de predecir el apego que la madre sentiría por su bebé después de dar a luz mirando simplemente los cambios que ocurrían en su cerebro mientras estaba embarazada.
La pérdida de materia gris no es, necesariamente, negativa
El hecho de que disminuya el volumen de materia gris no es, necesariamente, algo negativo. Por ejemplo, un estudio anterior realizado en la Universidad de Maryland desveló que las personas que han desarrollado una mejor “Teoría de la Mente”; es decir, que comprenden a los demás y son capaces de ponerse en su lugar, también tienen un menor volumen de materia gris en estas regiones.
De hecho, estos cambios son similares a la poda sináptica que ocurre durante la adolescencia, cuando las hormonas también se revolucionan y se eliminan las sinapsis más débiles para dejarle lugar a las redes neuronales más eficientes y especializadas, sobre todo en las zonas vinculadas con las relaciones sociales y emocionales, lo cual le permite al adolescente adaptarse mejor a su nuevo rol en la sociedad.
Este paralelismo ha llevado a los científicos a plantear la hipótesis de que los cambios cerebrales que sufren las embarazadas podrían deberse a las variaciones hormonales, las cuales harían que algunas áreas del cerebro trabajen de manera más eficiente para que la mujer pueda cuidar mejor de su bebé.
Por consiguiente, estos cambios podrían estar en la base del instinto maternal, permitiendo que la madre reconozca rápidamente las necesidades de su bebé, identifique las amenazas sociales que le acechan y fortalezca el vínculo afectivo.
De hecho, los investigadores no apreciaron cambios en la memoria, atención, lenguaje y pensamiento de las madres, por lo que esta pérdida de materia gris no implica ningún déficit cognitivo y no se debe considerar como algo negativo sino simplemente como una muestra más de la plasticidad del cerebro, que cambia rápidamente para adaptarse a las nuevas demandas del medio.
Fuentes:
Hoekzema. E. et. Al. (2016) Pregnancy leads to long-lasting changes in human brain structure. Nature Neuroscience; 20: 287–296.
Rice, K. & Redcay, E. (2015) Spontaneous mentalizing captures variability in the cortical thickness of social brain regions. Soc Cogn Affect Neurosci; 10 (3): 327-334.
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