El error del adivino es una distorsión cognitiva que todos sufrimos y de la cual tú también eres víctima. De hecho, si has atravesado períodos en los que todo te salía mal, tus proyectos no llegaban a buen puerto por mucho que te esforzaras, los problemas se multiplicaban como por arte de magia y las personas no parecían muy dispuestas a ayudarte, es probable que se debiera a que estabas poniendo en práctica un pensamiento distorsionado. Quizá eras víctima del error del adivino.
¿Qué es el error del adivino?
Todos somos capaces de predecir el futuro, al menos hasta cierto punto. Esa capacidad nos ayuda a planificar con antelación un posible repertorio de respuestas, para que los problemas no nos tomen por sorpresa. Por ejemplo, si notas que un alimento huele mal, puedes predecir que enfermarás si lo comes. Esa es una predicción bastante certera y realista. De hecho, hacemos constantemente ese tipo de predicciones para poder tomar las mejores decisiones posibles y prepararnos mentalmente para abordar diferentes obstáculos. La habilidad para predecir el futuro es necesaria y fundamental.
Obviamente, también trasladamos esa habilidad al plano de las relaciones interpersonales. Por eso, si ves a una persona avanzando con actitud amenazante hacia ti, asumirás que no tiene buenas intenciones y tu mente comenzará a trabajar a toda máquina para defenderte. Sin embargo, en el plano de las relaciones interpersonales es más complicado predecir el futuro porque hay muchísimas variables en juego.
Incluso resulta complejo predecir nuestras propias reacciones emocionales. Se ha apreciado que solemos magnificar las consecuencias emocionales de cualquier evento, tanto negativo como positivo, pero cuando lo experimentamos, descubrimos que la alegría o la tristeza son menos intensas de lo que suponíamos. En otras palabras, no somos capaces de predecir con precisión la intensidad de las emociones y su duración.
El “error del adivino” consiste precisamente en actuar en base a una suposición sobre el futuro. Se trata de una distorsión cognitiva según la cual, predices un resultado negativo y actúas en consecuencia, sin tener en cuenta los datos objetivos ni las probabilidades reales de que ese suceso que imaginas ocurra. En otras palabras: miras el futuro con unas gafas negras sin darte cuenta de que las llevas puestas. Como ves que todo está oscuro, presupones que habrá tormenta. Y te quedas en casa o sales asustado con el paraguas. Aunque en realidad haga buen tiempo.
El error del adivino no es una evaluación precisa basada en las evidencias sino tan solo una suposición global que no tiene en cuenta las probabilidades reales. Pensar «no voy a lograrlo» o «esto será un desastre» son algunos de los ejemplos más comunes de este tipo de pensamiento distorsionado.
Los peligros de usar una “bola de cristal” para predecir el futuro
El principal riesgo de usar una “bola de cristal” para predecir el futuro es que tendrás grandes probabilidades de acertar. No acertarás porque tu “bola de cristal” sea muy buena sino porque construyes una realidad acorde a tus pensamientos distorsionados. Paso a paso, vas creando situaciones que te dan la razón, haciendo que el futuro que has imaginado se cumpla. Es lo que se conoce como “profecía autocumplida”.
Nuestra mente odia la disonancia cognitiva, por lo que siempre tendrá la tendencia a eliminar los datos contradictorios poniendo en marcha una atención selectiva. Por eso, tendrá la tendencia a validar tus primeras impresiones, proyecciones de futuro y creencias.
El problema es que no eres consciente de que estás reaccionando a tus pensamientos, no a la realidad. De esta forma, si crees que no lo lograrás, realmente no lo lograrás. Y si crees que una persona no es agradable, te comportarás de manera brusca, haciendo que esa persona también se comporte con brusquedad. Así cierras el ciclo de tu profecía, sin darte cuenta de que en muchos casos, tu pensamiento ha reconfigurado la realidad para darte la razón.
Cuando eres víctima del error del adivino, tu mente se convierte en una herramienta de distorsión. Cuando falseas la realidad, colocando tus consideraciones, expectativas y predicciones por encima de ella, en realidad estás saboteando las funciones correctas de la conciencia.
En este sentido, la filósofa Ayn Rand advertía: «Una conciencia no obstruida, integrada, pensante, es una conciencia sana. Una conciencia bloqueada, que se evade, que está desgarrada entre conflictos, segmentada y enfrentada consigo misma, una conciencia desintegrada por el miedo o disociada de la realidad, es una conciencia enferma (…) Para ser capaces de manejar los hechos de la realidad, el hombre necesita su autoestima: necesita tener confianza en su eficacia y en su valor«.
Por tanto, el error del adivino no solo puede conducirnos a tomar malas decisiones sino que la tormenta que crea en nuestra mente también puede dar paso a problemas emocionales.
Cómo liberarte del error del adivino en 3 pasos
Mirar la realidad a través de la lente de los pensamientos distorsionados te causará muchos problemas y sufrimiento ya que no estás reaccionando ante lo que ocurre sino ante la imagen que has formado en tu mente. Eso te llevará a tomar malas decisiones y poner en práctica comportamientos desadaptativos que te sumirán en un bucle de negatividad.
¿Cómo salir de ese círculo vicioso? La lógica será tu principal aliada. Debes someter tus pensamientos distorsionados a prueba.
- ¿Qué evidencias tienes a favor y en contra de tu predicción? Examina la evidencia real y, lo que es aún más importante, la calidad de esa evidencia. Cuando eres víctima del error del adivino, encontrarás muchas razones que respalden tu pensamiento distorsionado, pero pregúntate si esa evidencia es lo suficientemente sólida como para sustentarse en un tribunal. Imagina por un momento que eres otra persona, así podrás asumir una actitud imparcial y desapegada. ¿Tus razones la convencerían? Intenta buscar razones en contra. Siempre las hay. Si no las encuentras, es porque estás siendo víctima de un gran sesgo cognitivo.
- ¿Qué beneficios te reporta la preocupación? El error del adivino suele generar preocupación ya que generalmente se trata de predicciones negativas sobre el futuro. Por tanto, pregúntate qué beneficios puedes sacar de ello. ¿Esas preocupaciones te ayudan a prepararte para una tarea difícil? Probablemente no. ¿Te brindan ánimos para enfrentar el reto que tienes por delante? Tampoco. En cambio, es probable que te hagan sentir impotente, ansioso o desmoralizado. Si analizas el costo-beneficio, ¿el futuro que estás prediciendo es útil o perjudicial? Cuando hagas este ejercicio ten en cuenta que las preocupaciones deben conducir a un plan de contingencia para enfrentar el problema. Las preocupaciones tienen que dar paso a la toma de decisiones y la proactividad. Si te sumergen en un estado de negatividad que te paraliza, simplemente no son útiles.
- ¿Qué otros resultados son posibles? Cuando eres víctima del error del adivino, llevas unas gafas oscuras. Esta pregunta te ayudará a limpiar esos cristales. Hasta el momento te has centrado en todo lo que podría ocurrir mal. Has supuesto que el universo entero conspira en tu contra. Sin embargo, cambia por un momento esa perspectiva e imagina otros resultados igualmente plausibles pero positivos. No se trata de desarrollar un optimismo tóxico sino de aprender a notar los aspectos positivos, que siempre existen, para tener una visión más completa y realista de lo que te sucede y, por ende, poder tomar mejores decisiones.
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