¿Podríamos eliminar el contenido de nuestros recuerdos a voluntad? Según Freud, la represión es un proceso que tiene lugar a nivel inconsciente y sobre el cual no tendríamos ningún poder. Sin embargo, lo que si podemos hacer es “recuperar” estos recuerdos.
Hasta ahora la mayoría de los investigadores que han analizado este tema han partido de una suerte de paradigma que implica la dicotomía entre pensar y no pensar. Muchos de los experimentos que se han realizado en este ámbito encierran la asociación entre dos palabras. En práctica, a las personas se le da la orden de no pensar en una de las palabras de la pareja que se les presenta.
Al final, cuando se le pide que recuerden la pareja de palabras, se aprecia que las personas muestran una “mala memoria” para la palabra que se les pidió que suprimieran voluntariamente mientras que la otra muestra un índice de recuerdo normal. En resumen: las personas lograron suprimir conscientemente una de las dos palabras.
Otro estudio aún más curioso indica que nuestra capacidad de suprimir palabras aumenta si estas tienen una valencia negativa. No obstante, lo cierto es que estas investigaciones tienen poca aplicabilidad en la vida práctica ya que, normalmente, no nos sirve de nada olvidar solo una palabra.
Sin embargo, ahora psicólogos de la Universidad de St. Andrews han ampliado el campo de aplicación de estos experimentos para incluir la memoria autobiográfica. Estos investigadores querían saber si las personas podían ser entrenadas para olvidar (y no precisamente parejas de palabras sino recuerdos de sus vidas reales).
Los investigadores usaron palabras como “barbacoa” para promover decenas de recuerdos reales y le pidieron a los participantes que los describieran de la forma más detallada posible. Posteriormente, estos recuerdos fueron emparejados con una palabra y se le pidió a cada persona que eligiese una segunda palabra para emparejarla con la primera.
A continuación, llegó la fase pensar/no pensar. A los participantes se les presentaron los 16 pares de palabras y se les solicitó que relatasen los recuerdos asociados. Después de comprobar que tenían un excelente recuerdo de cada situación, a la mitad de las personas se les pidió que no pensaran en los recuerdos asociados cuando se les brindaron 8 de los 16 pares de palabras.
Cuando finalmente se les permitió pensar y se trajeron a colación los 8 pares de palabras asociadas a los recuerdos que se pretendían borrar, se apreció que las personas brindaban menos detalles y eran más inexactos. Exactamente, los participantes dieron un 11% menos de detalles. Sin embargo, los otros 8 recuerdos se mantenían muy vívidos en su memoria.
Esta inhibición parcial de los recuerdos indica que si las personas se sometiesen a un tratamiento más intenso, realmente serían capaces de borrar algunas memorias. De hecho, investigadores de la Universidad de McGill en Montreal han estado trabajando con una píldora basada en propranolol (de la familia de los bloqueantes beta) con la cual no se borran los recuerdos pero si la respuesta emocional ante el mismo. Un experimento muy interesante que pueden encontrar en el artículo “Píldora capaz de borrar los recuerdos”.
Por supuesto, las dudas sobre este procedimiento son muchas. Por ejemplo, si olvidamos algunos de nuestros recuerdos no estaríamos atentando contra nosotros mismos al facilitar cierto grado de despersonalización. Al final, somos lo que somos por las experiencias que hemos vivido.
Fuente:
Noreen, S. & Macleod, M.D. (2012) It’s All in the Detail: Intentional Forgetting of Autobiographical Memories Using the Autobiographical Think/No-Think Task. Journal of Experimental Psychology. Learning, memory, and cognition.
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