Todo el mundo siempre tiene algo que decir. Las personas que te quieren y las que no te soportan. Incluso quienes no te conocen de nada se atreven a opinar sobre ti en las redes sociales. Hay personas que te aconsejan, pero también hay quienes te critican o te dicen lo que debes hacer. Personas que señalan tus errores y personas que se fijan en tus defectos.
Y, sin embargo, nadie sabe realmente lo que es mejor para ti por una sencilla razón: solo tú sabes quién eres. Conoces tus fortalezas y tus debilidades. Sabes en lo que eres bueno y lo que más te cuesta. Eres consciente de tus sueños y tienes memoria de tus fracasos. Sabes lo que te hace feliz y lo que te entristece.
Sin embargo, a veces el ruido del mundo se vuelve tan ensordecedor que te impide escuchar esa voz interior. A veces las exigencias y las expectativas de los demás pueden ocupar tanto espacio en tu vida que llegan a desplazar tus propias necesidades. A veces, simplemente se escucha tanto a los demás que resulta imposible escucharse a uno mismo.
Prestar demasiada atención a los otros, un arma de doble filo
La vida cotidiana gira a toda prisa. Hay etapas en las que todo se acumula y simplemente sigues adelante en piloto automático. Vas sacando las obligaciones como buenamente puedes, aunque muchas veces eso implica un gran sacrificio personal.
En ocasiones, eso también significa plegarte a las demandas de los demás. Satisfacer sus necesidades. Estar a la altura de sus expectativas. Mantenerte disponible. Ayudarlos. No defraudarlos. Seguirles la corriente. Intentar encajar…
Sin embargo, a veces las buenas intenciones terminan conduciendo a malos resultados. Recuerda que muchas personas solo:
- Te dicen lo que ellos quieren que hagas. Ser capaces de separar nuestros deseos y expectativas de lo que realmente necesita la otra persona requiere un arduo trabajo psicológico que la mayoría de la gente no está dispuesta a hacer. Como resultado, muchas de sus afirmaciones reflejan más sus intenciones que tus necesidades. O sea, te dirán lo que ellos quieren que hagas. Es probable que alguien que te estima realmente desea que tengas éxito o seas feliz, pero también es probable que su visión del éxito y la felicidad, así como el camino para alcanzarlos, no coincidan con la tuya.
- Te dicen lo que ellos harían. Cuando las personas te ofrecen un consejo, generalmente te recomiendan lo que ellas harían si estuvieran atravesando una situación similar porque muchas veces no se preguntan qué sería lo mejor para ti, sino que recurren a su arsenal de herramientas y experiencias. Por supuesto, tener otra perspectiva siempre es valioso, pero es probable que su visión del problema o la solución no sean los más adecuados para ti.
Eso significa que, aunque es importante mantenerse abiertos a los demás, no deberías permitir que su voz suplante la tuya. Todo el mundo tiene una opinión. Y es justo que así sea. Sin embargo, deberías recordar que una opinión no significa que tenga razón. Las opiniones no son hechos, por lo que no deberías dejar que guíen ciegamente tu camino. Escucha las opiniones de todos, pero decide tú.
A fin de cuentas, recuerda que las personas no conocen de ti más que lo que la imagen que has proyectado. Cuando prestas demasiada atención a sus opiniones, corres el riesgo de volverte dependiente de ellas. Cuando le das demasiada importancia a lo que piensan sobre ti, pierdes la capacidad para decidir. Cuando intentas agradar y satisfacer a todo el mundo, terminas traicionándote.
¿Cómo aprender a escucharse a uno mismo?
El ruido del mundo no debería aumentar tanto sus decibelios como para impedir escucharse a uno mismo. Si eso ocurre, lo mejor es hacer un alto en el camino para reconectar con el silencio sanador y poder encontrar nuestra voz.
Si te sientes atrapado en tu vida, siempre te acompaña una sensación de insatisfacción o ni siquiera sabes lo que quieres, ha llegado el momento de dar un paso atrás para ver todo en perspectiva. Necesitarás acallar las voces de los demás para escuchar tu propia voz.
Haz tiempo para realizar un ejercicio de introspección que te permita descubrir en qué punto del camino te encuentras y, sobre todo, adónde deseas llegar. La introspección suele ser un proceso lento de autodescubrimiento. Como si de una cebolla se tratase, tendrás que ir retirando todas esas capas sociales que has ido construyendo a lo largo de los años para llegar a tu esencia. Apaga esas voces que te dicen cómo debes ser y pregúntate cómo quieres ser. Olvídate de las comparaciones.
Practicar la presencia plena es una excelente estrategia para conectar con tu esencia y liberarte de las inquietudes o temores que te asedian. Puedes ir construyendo esa presencia poco a poco, aumentando el tiempo que pasas en el aquí y ahora, alejado de las críticas destructivas. Eso te ayudará a comprender que tienes el potencial para convertirte en la persona que quieres ser.
Cuando finalmente vuelvas a conectar contigo mismo, te desharás de ese deseo de encajar y podrás tomar tus propias decisiones para seguir realmente aquello que te hace feliz. Sin culpas. Sin remordimientos. Sin dudas.
La vida es demasiado corta como para malgastarla intentando contentar a los demás o para no escucharse a uno mismo. Deja que ellos encuentren su camino y busca el tuyo.
Deja una respuesta