Todos podemos comportarnos de forma tóxica de vez en cuando. Nos volvemos una persona tóxica cuando no respetamos los límites de los demás, intentamos manipularlos o los convertimos en el reservorio de nuestras quejas. Sin embargo, hay personas que se comportan de manera tóxica continuamente, por lo que relacionarse con ellas suele ser una carrera de resistencia que nos deja agotados y genera una especie de resaca emocional.
Las emociones son contagiosas. Lo conocemos por experiencia propia. Después de un café con un amigo nos sentimos bien, pero cuando tenemos que lidiar con un recepcionista mal educado nos va embargando una sensación de malestar.
Muchas de esas personas no cambiarán su actitud, y no siempre podemos evitarlas, por lo que no nos queda más remedio que aprender a recargar nuestra batería emocional después de esos encuentros para evitar que esa negatividad termine arruinando por completo nuestra jornada.
¿Cómo recuperarte de un encuentro con una persona tóxica?
- Replantéate sus creencias pesimistas
Las personas tóxicas tienen una “habilidad especial” para desanimar a los demás, son expertas transmitiendo su visión pesimista del mundo. Dado que normalmente perciben la realidad de manera muy negativa, su tema de conversación preferido es el malestar. Suelen hilvanar su discurso en torno a las quejas, se centran en lo horrible que es el mundo y en cuanto sufren. Para esas personas el mundo es un lugar terrible y hostil.
Como resultado, no es extraño que después de una conversación terminemos “contagiados” de esa negatividad y comencemos a ver la vida bajo su prisma gris y pesimista. Es probable que las quejas de esa persona tengan una base real, pero debemos ser conscientes de que esa no es la única manera de ver el mundo, es tan solo una visión parcial enfocada en lo negativo.
Por eso, si después de haber conversado con una persona nos sentimos particularmente desanimados y pesimistas, debemos esforzarnos por cambiar el enfoque y preguntarnos si realmente nuestra vida está tan mal o si se trata de que nos han contagiado su negatividad. Todo lo que ocurre tiene una parte positiva y otra negativa, centrarnos únicamente en lo malo implica ponernos unas gafas grises y dejar que estas nos impidan ver los colores del mundo.
- Vuelve a tu órbita
Las personas tóxicas suelen tener una enorme habilidad para hacer que la conversación gire en torno a sí, son especialistas en desarrollar una visión heliocéntrica en la que los demás se convierten en planetas que giran a su alrededor. Como resultado, es común que terminemos un poco “fuera de nosotros”, que perdamos la brújula y cedamos a sus ideas, haciéndolas nuestras.
Por eso, para recuperarse de un encuentro tóxico es necesario volver a nuestra órbita habitual, lo cual significa aprender a diferenciar entre nuestra auténtica responsabilidad y las responsabilidades que nos quieren achacar, entre nuestros problemas y los problemas de los demás, entre nuestra manera de ver el mundo y la visión de los otros.
Reencontrar nuestra órbita nos impedirá convertirnos en satélites de alguien, de una persona tóxica que pretenda manipularnos o arrastrarnos en su modo de ver y afrontar la vida.
- Tus emociones al diván
Las personas tóxicas suelen sumirnos en una montaña rusa emocional pues son expertas en manipular nuestros hilos más sensibles. Como resultado, es probable que terminemos experimentando un gran abanico de emociones “negativas” que van desde la angustia hasta la culpabilidad, la ira y/o la frustración. En vez de hacer caso omiso de esas emociones, deberíamos prestarles atención.
Cada emoción no es solo una reacción ante las circunstancias sino también un mensaje de nuestro “yo” más profundo. Si después de tratar con una persona tóxica nos invaden emociones desagradables, deberíamos preguntarnos qué nos están intentando decir.
Podemos aprovechar esa experiencia aparentemente negativa para aprender un poco más sobre nosotros mismos y crecer. ¿Qué fibras sensibles está tocando esa persona para manipularnos o hacernos sentir mal? ¿Cómo podemos reforzar esos puntos sensibles para no ser tan reactivos?
La clave se encuentra en una frase de Marco Aurelio: “Sé fuerte como las rocas que golpean las olas del mar, las cuales se mantienen firmes mientras a sus pies la espuma se agita hasta que termina desapareciendo”.
- No procrastines, lo pasado es pasado
Una de las maneras de dar poder a las personas tóxicas consiste en seguir dándole vueltas a sus mensajes o a la situación en la que nos vimos involucrados. Entonces sufrimos una resaca emocional, lo cual significa que las emociones intensas que generó ese encuentro siguen permeando nuestro pensamiento, decisiones y estado de ánimo.
Hasta cierto punto, es normal que después de un encuentro que nos ha dejado un mal sabor de boca, reflexionemos sobre cómo nos comportamos y qué podíamos haber hecho de manera diferente. No es algo negativo, al contrario, puede ayudarnos a establecer una estrategia de afrontamiento más asertiva.
Sin embargo, debemos tener cuidado de no caer en la procrastinación porque si le damos rienda suelta a esas ideas terminaremos convirtiéndonos en prisioneros de esa persona tóxica al dejar que su influencia determine nuestro estado de ánimo y dicte nuestras decisiones. “Dejemos que el pasado sea pasado”, como escribió Homero.
- Haz algo que te haga sentir bien
Después de una experiencia difícil que nos deja drenados emocionalmente, no hay nada mejor para recargar nuestra batería emocional que hacer algo que nos haga sentir bien. Las endorfinas que libere esa actividad servirán para contrarrestar el cortisol que generó la experiencia con la persona tóxica.
No se trata de evadirnos sino de equilibrar las experiencias para reencontrar nuestro equilibrio emocional y paz interior. De esta manera nos estamos diciendo que, después de todo, el día no ha ido tan mal. Se trata de ser consciente de que ahora mismo podemos crear nuevas experiencias que nos hagan sentir mejor.
Hacer algo que nos agrada y disfrutarlo significa impedir que otras personas limiten nuestra alegría, contaminando toda nuestra jornada con una energía negativa. Significa no darles más poder sobre nosotros y retomar el control de nuestra vida, en vez de quedarnos atrapados en la experiencia negativa.
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