Imagina que tienes que sumergir tus manos en agua helada o muy caliente durante tres minutos. Después de los primeros segundos, tu cerebro comenzará a enviarte señales de alarma para advertirte que retires las manos. Sin embargo, las mujeres no reaccionan de la misma manera que los hombres ante esa señal de estrés.
Un grupo de neurocientíficos de la University of Southern California comprobó que esa experiencia aumentaba el nivel de cortisol en hombres y mujeres, pero sus reacciones a nivel cerebral eran muy diferentes. Las mujeres tienden a buscar apoyo social y los hombres son más propensos a mostrar la clásica reacción de lucha-huída encerrándose en sí mismos.
El cerebro de hombres y mujeres responde de manera diferente ante el estrés
Desde hace mucho tiempo, los psicólogos han notado que el estrés afecta de manera diferente a hombres y mujeres. Estos investigadores, después de aumentar el nivel de estrés de los participantes intoduciendo sus manos en agua, les pidieron que realizaran diferentes tareas, como ver rostros enojados o neutrales. Mientras lo hacían, tomaban muestras de cortisol para evaluar su nivel de estrés y monitorizaban los cambios en el flujo sanguíneo a diferentes zonas del cerebro.
Apreciaron que cuando las mujeres veían los rostros enojados, respondían con una mayor conectividad de las diferentes áreas, sobre todo las zonas relacionadas con las emociones y las relaciones interpersonales. Al contrario, cuando los hombres miraban los rostros enojados, las zonas responsables del procesamiento de las emociones y expresiones faciales de los demás parecían “desconectarse”.
Esto significa que, en situaciones de estrés el cerebro de las mujeres suele aumentar el grado de conectividad funcional, estimulando una reacción de empatía, mientras que el cerebro de los hombres prioriza la típica reacción “lucha-huída” desarrollando una reacción más egocéntrica.
Las hormonas cuentan, y mucho
¿Por qué el cerebro de las mujeres reacciona diferente al de los hombres en situaciones de estrés? Una clave podrían ser las hormonas. De hecho, los neurocientíficos notaron que cuanto más elevados eran los niveles de testosterona al comenzar el experimento, menor era la actividad en el giro fusiforme cuando las personas están estresadas, un área especializada en el reconocimiento de los rostros.
Curiosamente, esta zona se activaba mucho más en las mujeres estresadas que en aquellas que estaban relajadas, lo cual indica que el estrés activa una respuesta a nivel cerebral que facilita la conexión con los demás y nos anima a buscar ayuda.
Estos resultados fueron confirmados por otro estudio realizado en la Universidad de Viena. Estos neurocientíficos concluyeron: “ante el estrés, las mujeres son capaces de desprenderse de sí mismas de manera flexible, lo cual les permite poner en práctica respuestas sociales más precisas. Al contrario, los hombres responden con mayor egocentrismo y una regulación menos adaptativa”.
En otras palabras, mientras que en las mujeres el estrés activa la empatía y la búsqueda de apoyo, en los hombres genera una respuesta más centrada en sí mismos que les lleva a activar el mecanismo de lucha o huída.
Una respuesta no es mejor que otra, todo depende del contexto. No obstante, saber cómo reacciona automáticamente nuestro cerebro nos permitirá detener nuestro primer impulso, reflexionar y elegir conscientemente la respuesta más adaptativa.
Fuentes:
Mather, M. et. Al. (2010) Sex differences in how stress affects brain activity during face viewing. NeuroReport; 21(14): 933-937.
Tomova, L. et. Al. (2014) Is stress affecting our ability to tune into others? Evidence for gender differences in the effects of stress on self-other distinction. Psychoneuroendocrinology; 43: 95–104.
Verma, R. et. Al. (2011) Gender differences in stress response: Role of developmental and biological determinants.Ind Psychiatry J; 20(1): 4–10.
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