
El estrés es un enemigo silencioso que puede terminar haciéndonos mucho daño. No solo afecta nuestro estado de ánimo, haciendo que estemos más ansiosos e irritables, sino que a la larga también puede cambiar el funcionamiento cerebral y desencadenar enfermedades de índole psicosomática.
En la vida cotidiana nos exponemos a muchas situaciones que pueden generar estrés, desde un examen y una entrevista de trabajo hasta un plazo de entrega límite o la pérdida de un ser querido. Sin embargo, ahora neurocientíficos de la Universidad de Calgary sugieren que el estrés que sufren los demás también puede afectar nuestro cerebro puesto que se trata de un estado emocional contagioso.
El estrés ajeno modifica el funcionamiento cerebral
Los investigadores analizaron los efectos del estrés en parejas de ratones. Expusieron a uno de ellos a una situación de estrés leve y luego lo devolvieron junto a su compañero. A continuación, examinaron las respuestas de una población específica de células relacionadas con la hormona CRH que controla la respuesta del cerebro al estrés y que también se encuentra en las personas.
Descubrieron que las redes neuronales del cerebro de ambos animales respondían de la misma manera; es decir, el estrés era contagioso y provocaba cambios en el funcionamiento cerebral.
El equipo descubrió que la activación de esa hormona estimula la liberación de una señal química, una “feromona de alarma” con la que el animal estresado avisa a su compañero de un posible peligro. Por tanto, se trataría de un mecanismo clave para la transmisión de información relevante que podría ser crítica para la formación de redes sociales en diversas especies.
Los investigadores también descubrieron que existen diferencias de género a la hora de amortiguar el estrés. Al parecer, el género femenino tiene una capacidad mayor para reducir a la mitad los efectos residuales del estrés, algo que no se apreció en el género masculino.
Estrés empático: El contagio de una persona a otra
Estos neurocientíficos creen que sus hallazgos pueden extrapolarse a las personas ya que también le comunicamos el estrés a quienes nos rodean. Se trata de un mecanismo ancestral de alerta, similar al que tienen los animales, pero un poco más sofisticado.
De hecho, un estudio realizado en el Instituto Max Planck de Ciencias Cognitivas y Cerebrales de la Technische Universität Dresden comprobó que estar cerca de una persona estresada, ya se trate de un ser querido o un extraño, tiene el poder de alterar nuestras respuestas fisiológicas de manera notable.
En este experimento, las personas se emparejaron con seres queridos o desconocidos del género opuesto y luego se dividieron en dos grupos. Un grupo tenía que resolver problemas matemáticos relativamente complejos y someterse a una entrevista, dos tareas pensadas para generar un estrés directo. El otro grupo simplemente observó la prueba y las entrevistas a través de un espejo y mediante transmisiones de vídeo.
Como se esperaba, el 95% de las personas sometidas a las pruebas mostraron signos de estrés. Sin embargo, lo curioso fue que el 26% de los observadores manifestaron un aumento significativo de cortisol, la hormona del estrés. El estrés empático afectaba hasta el 40% de las personas cuando quien se sometía a las pruebas era su pareja, aunque también se contagiaba a partir de los extraños, pero en menor medida.
Este no es el único estudio que revela el alcance contagioso del estrés. Otra investigación desarrollada en la University of British Columbia evaluó el nivel de estrés de los maestros de una escuela primaria, y luego midieron el estrés de sus estudiantes tomando muestras de saliva para evaluar la cantidad de cortisol.
Descubrieron que cuando los profesores experimentaban agotamiento emocional y estrés, los niveles de cortisol en sus estudiantes eran más elevados, en comparación con las clases dirigidas por profesores más relajados.
Cuida tus relaciones como si fueras tú mismo
Esta serie de investigaciones nos revelan que debemos prestar mucha más atención a nuestras relaciones interpersonales. Dado que somos empáticos por naturaleza, puesto que la capacidad de sentir el estado emocional de otra persona es una pieza clave para la creación y el desarrollo de vínculos sociales, no es extraño que terminemos contagiándonos con el estrés ajeno.
De hecho, es probable que en más de una ocasión lo hayas percibido de manera física, como una “tensión en el ambiente” o una “sensación de urgencia” que no puedes explicar. En esos casos, lo que estás percibiendo es el estrés ajeno.
Por tanto, si a menudo te encuentras agotado emocionalmente, irritable o «acelerado» pero no encuentras la causa, es probable que se trate de un estrés empático, por lo que el origen podría hallarse en una persona cercana. Debes estar atento porque ese estrés podría llegar a dañarte tanto como el estrés directo.
Fuentes:
Sterley, T. L. (2018) Social transmission and buffering of synaptic changes after stress. Nature Neuroscience; 21: 393–403.
Oberle, E. et. Al. (2016) Stress contagion in the classroom? The link between classroom teacher burnout and morning cortisol in elementary school students. Social Science & Medicine; 159: 30-37.
Engert, V. et. Al. (2014) Cortisol increase in empathic stress is modulated by social closeness and observation modality. Psychoneuroendocrinology; 45: 192-201.
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