Es bastante común escuchar a alguna que otra persona decir: «yo tengo memoria fotográfica», con esta frase desea indicar que la vista es un sentido extremadamente importante en la construcción de sus recuerdos.
Por ejemplo, aquellos que utilizan predominantemente el canal visual después de haber estudiado una lección son capaces de visualizar la distribución de los párrafos, la posición de las imágenes, los títulos… Mientras que los que utilizan mayormente el canal auditivo codifican y memorizan el material escuchándose leer, ya sea a alta voz o de manera subvocal.
Pero existe una memoria fotográfica mucho más rara que generalmente se evidencia en los niños y preadolescentes: es la memoria eidética.
Para saber si somos poseedores de esta rara memoria basta mirar con atención una imagen relativamente compleja durante unos 30 segundos. Posteriormente le pedimos a alguien que la retire e intentamos recordar todo lo posible sin separar la vista del sitio donde se hallaba la imagen.
Las personas con memoria eidética afirman que aún visualizan la imagen y son capaces de «escanearla» con todo nivel de detalle, como si realmente estuviese presente.
La clave en el proceso de identificación de una persona con memoria eidética radica en que, aunque las imágenes no están presentes, son capaces de rememorarlas en todo su nivel de detalle, tal como si la estuviesen viendo.
La imagen eidética es diversa del resto de las imágenes mentales ya que las imágenes que la mayoría de las personas captan y guardan en su memoria generalmente tienen colores diversos de la original y adquieren cierto movimiento en relación con los movimientos de los ojos con el cual la escaneamos.
La imagen eidética no es controlada voluntariamente por la persona y usualmente puede atenuarse y desaparecer de manera involuntaria, pedazo por pedazo para no recuperarse más. Dura alrededor de medio minuto o poco más y para destruirla a veces basta simplemente con parpadear.
Es una fotografía que se mantiene en suspenso frente a nuestros ojos aunque, por supuesto, como recuerdo al fin y al cabo, también es susceptible de alguna que otra contaminación mnémica.
En la literatura científica la mayor parte de los casos reportados de personas con memoria eidética son niños, mientras que la prevalencia en los preadolescentes ronda entre el 2 y el 10%. Aunque también es común en algunas personas con retardo mental o en la población geriátrica.
No existen diferencias de género en su manifestación y en la población adulta es una habilidad muy rara.
Los mecanismos subyacentes a la memoria eidética y el cómo desarrollarla aún son un misterio aunque se conoce que si la persona habla mientras visualiza la imagen, por más pequeña que sea la frase, la calidad de la imagen eidética se debilita.
Uno de los casos más conocidos e impactantes de memoria eidética es el del pintor norteamericano Franco Magnani. Emigrado muy joven de Pontito, una pequeña ciudad toscana, después de varios años era capaz de reproducir en la tela cada detalle de su ciudad natal.
En el 1987 la fotógrafa Susan Schwartzenberg tomó una instantánea de Pontito que se puede comparar con la creación del pintor observando que incluso la perspectiva es asombrosamente fiel como puede observarse en la imagen al inicio al artículo.
Algunos psicólogos aseveran que la memoria eidética está estrechamente relacionada con las emociones, así, independientemente de la capacidad para retener imágenes, aquellas que resultan emocionalmente significativas son más detalladas y se quedan por más tiempo en el recuerdo.
Fuente:
Schwitzgebel, E. (2002) How well do we know our own conscious experience? The case of visual imagery. Journal of Consciousness Studies; 9(5-6): 35-53.
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