La idea de que los genios creativos no son del todo «sanos», mentalmente hablando, no es nueva. En un artículo anterior hice referencia a un gen compartido, el neuregulin 1, y la propia historia está plagada de vidas donde la creatividad y la locura se fundieron en una sola persona como son los asombrosos casos de John Nash y Vaslav Nijinski.
Según Daniel Nettle de la Universidad de Newcastle, los poetas y los artistas tienen tantas experiencias inusuales como las personas con esquizofrenia. Lo que salva a los artistas de los efectos discapacitantes de la esquizofrenia es que ellos no sufren la falta de motivación y el aplanamiento afectivo (también conocido como anhedonia introvertida) que son tan característicos de esta psicopatología.
Nettle le pidió a poetas y artistas, enfermos mentales y personas sanas «poco creativas» que llenasen un cuestionario diseñado para detectar la esquizofrenia. Los participantes verdaderamente imbuidos en el mundo del arte (al contrario de aquellos que tomaban el arte como un hobby y las personas sanas) reportaron tantas experiencias inusuales como las personas enfermas. Sin embargo, en la escala correspondiente a los daños a nivel motivacional y emocional; las personas creativas puntuaron más bajo que el resto de los participantes.
Con estos resultados en mano Nettle se ha aventurado a hipotetizar que es precisamente el trabajo artístico y creativo lo que impide a estas personas desarrollar una enfermedad mental ya que mantener una motivación intrínseca hacia una actividad modera la aparición de la anhedonia introvertida.
Posteriormente, el mismo cuestionario fue aplicado a matemáticos. Estos puntuaron aún más bajo que el grupo de personas sanas en relación con las experiencias inusuales pero mostraron puntuaciones elevadas en la escala dirigida a evaluar los daños en la motivación y las emociones. En síntesis, mostraron un patrón exactamente opuesto al de los artistas.
La idea, sin lugar a dudas resulta interesante y si bien en el momento en que apareció esta investigación fue bastante cuestionada desde el punto de vista de su diseño metodológico por numerosos especialistas en la materia; lo cierto es que después de cuatro años, acude a su ayuda un estudio recientemente desarrollado en la Universidad de Melbourne y que muestra resultados similares.
En esta ocasión los científicos trabajaron con una muestra de 100 artistas representantes de las diversas áreas de expresión artística. Cada voluntario completó un cuestionario donde se evaluaban sus experiencias creativas haciendo énfasis especial en la esquizotipia, los trastornos afectivos y algunos “rasgos” de personalidad. La muestra de artistas (en comparación con las personas consideradas como «poco creativas») mostró una tendencia a la esquizotipia, rasgos neuróticos y varios trastornos afectivos entre los que sobresalían la alternancia de periodos de ansiedad y depresión.
Entonces los investigadores concluyeron que el grado manifiesto de esquizotipia pueden presentarse como un predictor de las experiencias creativas (vale aclarar que a este trastorno se le denominó esquizotipia positiva pero vendría a imbricarse perfectamente con la propuesta de Nettle sobre la anhedonia introvertida).
Según Nelson y Rawlings, la esquizotipia positiva sería la principal causante de que las personas altamente creativas se sientan muy absorbidas por su trabajo y sean capaces de concentrarse solo en las experiencias presentes, lo cual les reportaría una elevada dosis de placer. No obstante, la esquizotipia positiva también sería responsable de los elevados índices de ansiedad que presentan las personas creativas así como de la vivenciación de experiencias «anormales», culturalmente relacionadas con la esquizofrenia. Este estado ha sido denominado flow (algo así como un estado de fluidez) y se caracteriza porque se reduce la inhibición latente, produciéndose verdaderos awareness y un estado de completa absorción en la actividad creativa.
Si bien estos resultados son interesantes e intentan arrojar nuevas luces sobre un estado del que se conoce tan poco como el proceso creativo; considero que la búsqueda de un único factor explicativo es un camino contraproducente. Aún así, estas ideas nos sirven para reflexionar una vez más sobre la frontera sutil entre la sanidad y la enfermedad mental, entre la norma y la creatividad artística. Recuerdo entonces unas líneas de una canción de Arjona: «¿Cuál es la dimensión de la locura? ¿Es más cuerdo el que llora o el que ladra a la luna?»
Fuentes:
Nelson, B. & Rawlings, D. (2010) Relating Schizotypy and Personality to the Phenomenology of Creativity. Schizophrenia Bulletin; 36(2):388-399.
Nettle, D. (2006) Schizotypy and mental health amongst poets, visual artists and mathematicians. Journal of Research in Personality; 40(6): 876-890.
Sebastiano Landro dice
Bonito post! felicitaciones!
Anónimo dice
Muy interesante, nos da muchas ideas para pensar.