La polarización avanza a pasos agigantados. Abrazamos y difundimos con inquietante despreocupación posiciones cada vez más extremas olvidándonos del ponderado “mesòtes” o justo punto medio que una vez promovió Aristóteles. Y cuanto más extremas se vuelven nuestras ideas, más tensión se respira en el ambiente. Más reactivos nos volvemos y más probable es que la sociedad se desequilibre.
La Psicología tiene una explicación para ese fenómeno: la exposición selectiva.
¿Qué es la exposición selectiva?
En 1957, el psicólogo social Leon Festinger desarrolló la teoría de la disonancia cognitiva, según la cual tenemos la tendencia a buscar la armonía entre nuestras creencias, actitudes y comportamientos, lo cual nos lleva a evitar la disonancia ya que esta genera un estado de malestar interior.
A lo largo de los años se han ido realizando numerosos estudios psicológicos que confirman dicha teoría: preferimos la información que respalde nuestros puntos de vista y evitamos aquella que pueda contradecirlos. Somos víctimas del sesgo de confirmación. Tendemos a fijarnos y recordar los detalles que confirman nuestras expectativas, ideas o estereotipos para evitar el esfuerzo que implica cambiar nuestras creencias y reestructurar nuestros esquemas mentales.
Esa teoría es la base en la que se sustenta el sesgo de exposición selectiva, también conocido como búsqueda de información confirmatoria. Básicamente, se trata de la tendencia a buscar y enfocarnos en la información que coincide con nuestras actitudes, creencias y opiniones, mientras evitamos los datos que las contradicen.
Como resultado, solemos seleccionar y leer información solo de los medios de comunicación afines a nuestras ideas. Este fenómeno es particularmente evidente en temas sociales muy politizados, desde el aborto hasta el matrimonio entre personas del mismo sexo o el control de la inmigración.
La exposición selectiva en acción
Hace poco, investigadores de la Universitat Ramon Llull reclutaron a más de 2.000 personas para que respondieran una serie de preguntas que evaluaban sus creencias sobre la diversidad, específicamente la importancia de la diversidad cultural y étnica para la sociedad.
Luego, los participantes debían elegir entre dos opciones: leer ocho argumentos sobre los refugiados desde una perspectiva opuesta a la suya; o sea, las personas a favor de apoyar a los refugiados debían leer argumentos en contra, y viceversa. Si elegían la opción de leer argumentos en contra podrían recibir 10 euros, pero si se decantaban por leer ocho argumentos coherentes con sus creencias, el premio era menor, 7 euros.
Cinco meses después, los participantes se presentaron a la segunda parte del estudio, pero no tuvieron que leer los argumentos a favor o en contra de sus ideas sino tan solo responder un cuestionario en el que se volvían a evaluar sus creencias sobre la diversidad.
El equipo descubrió que el 58,6 % de las personas mostraron un sesgo de exposición selectiva ya que eligieron leer argumentos coherentes con sus propias creencias, aunque ello significara recibir menos dinero. De hecho, su sesgo también influyó en sus creencias sobre la diversidad.
Quienes estaban en contra de ayudar a los refugiados y no se mostraban receptivos a leer información que pudiera contradecir sus creencias, tuvieron opiniones más negativas sobre la diversidad a lo largo del tiempo, en comparación con quienes también estaban en contra de ayudar a los refugiados, pero se mostraban abiertos a escuchar argumentos diferentes.
Los investigadores concluyeron que “las opiniones negativas sobre la diversidad podrían originarse, en parte, por el sesgo propio para evitar información positiva sobre la diversidad a lo largo del tiempo”. Eso significa que el sesgo de exposición selectiva no solo nos empuja a asumir posiciones más polarizadas reforzando nuestras creencias iniciales, sino que también influye en nuestro comportamiento, empujándonos incluso a tomar decisiones más irracionales, aunque sean menos ventajosas para nosotros mismos.
Los peligros de retroalimentar las creencias
Quienes se sumergen en la exposición selectiva y, por tanto, seleccionan un tipo determinado de medio de comunicación, también están más predispuestos a creer y aceptar como verdadera cualquier tipo de información que provenga de esas fuentes y refuerce sus opiniones.
De hecho, las investigaciones han encontrado que solemos ser más críticos con la información inconsistente con nuestras creencias preexistentes y la miramos con lupa. En cambio, somos más propensos a creer en la información consistente con nuestras ideas, de manera que es más fácil que nos engañe o manipule ese tipo de contenidos.
Con la difusión de Internet, tenemos acceso a una gran cantidad de información proveniente de diferentes fuentes, pero es precisamente ese inmenso abanico de posibilidades informativas lo que nos lleva a hacer más selectivos.
Pese a que la oferta de información es mayor, algo que en teoría nos ayudaría a expandir nuestros horizontes, en realidad lo que hacemos es encerrarnos en burbujas informativas que coinciden con nuestras creencias. Lejos de ensanchar nuestra perspectiva, tendemos a buscar evidencias que confirmen nuestra manera de ver el mundo.
Los algoritmos de las redes sociales refuerzan todavía más esa tendencia proponiéndonos contenidos acordes a la información que ya hemos consumido. Esa cámara de eco refuerza la idea de que estamos en lo cierto y los demás se equivocan. Hoy tenemos más “evidencia” que nunca de que tenemos la razón. Aunque no sea así.
Sin embargo, ese sesgo que nos infunde una falsa confianza también hace que nos volvamos más rígidos de pensamiento y más intolerantes con las opiniones que no compartimos. Ese fenómeno, replicado a nivel social, nos polariza aún más, rompiendo los puentes del diálogo y conduciendo a explosiones de violencia.
El enorme poder de la pluralidad
Si bien es cierto que no podemos consumir toda la información que se genera y que por una cuestión meramente práctica debemos seleccionarla, no podemos perder de vista que el crecimiento se produce cuando salimos de nuestra zona de confort y ponemos a prueba nuestras creencias.
Buscar deliberadamente información crítica con lo que pensamos puede ser muy provechoso ya que nos permite comprender diferentes maneras de ver el mundo, encontrar otras opciones y, por supuesto, desarrollar una mayor flexibilidad mental.
Abrazar la pluralidad también nos ayuda a alejarnos de verdades absolutas y, en última instancia, nos convierte en personas más libres y menos manipulables. Debemos recordar que la posverdad se propaga manipulando la información y apelando a nuestras creencias previas porque de esa manera somos menos críticos con lo que leemos. Sin embargo, con un poco de conciencia y una actitud más abierta podemos escapar de la exposición selectiva y sus consecuencias.
Fuentes:
De keersmaecker, J & Schmind, K. (2022) Selective exposure bias predicts views on diversity over time. Psychonomic Bulletin & Review; 10.3758.
Frimer, J. A. et. Al. (2017) Liberals and conservatives are similarly motivated to avoid exposure to one another’s opinions. Journal of Experimental Social Psychology; 72: 1-12.
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