Dejar ir es darnos cuenta de que algunas personas forman parte de nuestro pasado, no de nuestro futuro. Sin embargo, eso no significa que no duela. Aunque necesarias, las despedidas siempre son dolorosas, sobre todo cuando los caminos se bifurcan o existe la posibilidad de que nos hagamos daño mutuamente.
Hay relaciones que hacen agua y, por más que luchemos por salvarlas, terminarán hundiéndose. Decirles adiós es una muestra de fortaleza y madurez. Puede evitarnos vivir en un entorno tóxico o incluso permitirnos salvaguardar un buen recuerdo de la relación. Muchas veces ese final incluso llega a ser liberador, aunque no está exento de dudas y nostalgias que pueden hacernos dar marcha atrás.
¿Por qué se extraña a alguien que te hizo daño?
Cuando establecemos una relación, incluso aquellas más disfuncionales, lo que hacemos es crear un espacio psicológico compartido. En ese espacio psicológico no solo están los malos momentos sino también las experiencias positivas vividas juntos. Ese espacio psicológico está compuesto por las ilusiones compartidas, los hábitos construidos a lo largo del tiempo y todas las cosas en común que tenemos con esa persona.
Cuando decimos adiós a alguien, ese espacio psicológico sobrevive en el tiempo. No desaparece instantáneamente tras el portazo o el último abrazo. Y cada vez que volvemos a ese espacio compartido se reaviva la nostalgia. Una canción, un día especial, un perfume o incluso una frase pueden catapultarnos directamente a esa relación activando los recuerdos positivos.
Recordar y extrañar a alguien no es malo, ni siquiera cuando se trata de una relación nos ha hecho daño. De hecho, los estudios han comprobado que la nostalgia sirve para aliviar la desazón que nos produce la ausencia de alguien que en su día quisimos pero que por alguna razón ya no forma parte de nuestra vida.
Echar de menos a una persona suele ser, en general, un sentimiento positivo que nos ayuda a paliar la soledad y la tristeza por su ausencia mientras nos permite procesar y adaptarnos a la nueva realidad. Extrañar a alguien también nos ayuda a repasar la relación para incorporarla en nuestra historia vital como un capítulo cerrado.
Extrañar a alguien que nos ha hecho daño no significa que seamos masoquistas, tan solo significa que hemos vuelto emocionalmente a ese espacio psicológico compartido donde también hay recuerdos positivos.
No obstante, debemos tener cuidado porque la nostalgia a menudo también genera el impulso de recuperar el contacto y reestablecer una relación que no volverá a ser cómo la imaginamos ya que el tiempo lo suaviza todo y a menudo hace que olvidemos los malos momentos y las razones que nos llevaron a la separación.
Extrañar a alguien no es motivo suficiente para recuperar la relación
Toda relación, al menos al inicio, nos aporta algo gratificante y nos deja experiencias positivas. Sin embargo, es fácil que la distancia y la añoranza nos jueguen malas pasadas haciendo que olvidemos los problemas, desencuentros y conflictos vividos. La nostalgia por los buenos momentos vividos amaga con borrar de un plumazo el peso de las experiencias negativas, haciendo que veamos la relación bajo un prisma optimista poco realista.
Por esa razón, extrañar a alguien y recordar lo que estuvo bien no suelen ser motivos suficientes para dar marcha atrás. Antes de recuperar la relación es recomendable asumir una distancia psicológica que nos permita poner en una balanza lo positivo y lo negativo.
La nostalgia no es, necesariamente, una señal de que debamos retomar la relación. Muchas veces se trata de una simplemente una añoranza por los sentimientos positivos que experimentamos, las vivencias compartidas o incluso por unos tiempos que ya no volverán en los que nos sentíamos más jóvenes, libres, despreocupados…
Debemos tener en cuenta que cada relación es única en tiempo y espacio. No es algo malo ni bueno, sino natural, como el curso de la vida. Eso significa que probablemente la persona con la que conectamos en un momento de nuestra etapa vital, ya no sea la más adecuada o no encaje en nuestra vida actual, sobre todo si la relación ya estaba dando muestras de desgaste.
Las rupturas, incluso las más necesarias, también llegan cargadas de dudas y añoranzas que debemos explorar de manera racional. Una relación disfuncional resulta negativa y destructiva para nuestra evolución, por lo que aunque la distancia genere cierta nostalgia, en la mayoría de los casos lo más inteligente es no retomarla y dejar que cada quien siga su camino.
Muchas veces, vale más una retirada a tiempo para conservar los bonitos recuerdos que insistir para seguir haciéndose daño. Las relaciones, como la vida, deben fluir, de manera que generalmente no tiene sentido rescatar aquello que decidimos dejar ir en su momento. No dejes que la nostalgia te juegue malas pasadas haciéndote retomar relaciones que no te hacen bien.
Fuentes:
Paersch, C., et. Al. (2022) Recalling autobiographical self-efficacy episodes boosts reappraisal-effects on negative emotional memories. Emotion; 22(6): 1148–1158.
Dahl, A. et. Al. (2019) Positive memory specificity is associated with reduced vulnerability to depression. Nature Human Behaviour; 3: 265–273.
Zhou, X. et. Al. (2008) Counteracting loneliness: on the restorative function of nostalgia. Psychol Sci; 19(10):1023-9.
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