«Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos”, dijo Nicolás Maquiavelo refiriéndose a las máscaras sociales que solemos utilizar. No hay dudas de que la aceptación social es importante, a todos nos gusta caer bien y que los demás nos reconozcan y valoren. Sin embargo, todas las máscaras sociales no valen, existen algunas tácticas que tienen el efecto opuesto, como las quejas disfrazadas de falsa modestia.
¿Qué es la falsa modestia?
La modestia es una actitud que refleja humildad e implica la capacidad para reconocer nuestros defectos y debilidades, comprendiendo que todos somos únicos y diferentes. Ser humildes implica aceptar que, aunque podemos destacar en algunas cosas, fallamos en otras, por lo que no somos mejores ni peores que los demás. Clay Newman resumió esta actitud brillantemente: «La humildad nos permite silenciar nuestras virtudes, permitiendo que los demás descubran las suyas«.
La paradoja de la modestia es que cuando se manifiesta, se corrompe y desaparece. Por eso nos cae tan mal esa persona que siempre agrega «en mi humilde opinión», porque intuimos que se trata de orgullo disfrazado. La verdadera modestia no se predica, se practica.
El orgullo puede generar una falsa modestia, cuyo objetivo es enmascarar una actitud engreída, vanidosa y altanera. La falsa modestia es una estrategia para llamar la atención sobre determinadas cualidades, pero intentando esconder el ego. Implica jactarse de ciertas cosas intentando restarles importancia.
Cuando la falsa modestia llega en dosis de quejas
Lo que más difícil nos resulta soportar son las quejas disfrazadas de falsa modestia. Psicólogos de la Harvard Business School descubrieron en una serie de experimentos que odiamos mucho más los lamentos que esconden una falsa humildad que la jactancia sin adornos e incluso que las quejas directas.
Es probable que conozcas a más de una persona cuyas quejas en realidad son un alarde para enmascarar su orgullo. Intentan fingir modestia recurriendo a una falsa humildad. Ejemplos hay muchos: esa amiga que afirma que tiene el pelo hecho un desastre aunque en realidad prácticamente acaba de salir de la peluquería, el compañero de trabajo que se lamenta porque tiene que pagar demasiados impuestos por sus 3 o 4 casas cuando los demás apenas logran pagar su hipoteca o el que se lamenta porque le llaman continuamente para proponerle ofertas de trabajo cuando la mayoría de sus amigos están desempleados…
¿De dónde surge la necesidad de enmascarar el orgullo con quejas?
En dicha investigación, los psicólogos descubrieron que muchas personas se quejan recurriendo a la falsa modestia porque quieren caer bien y brindar una imagen de humildad pero también les preocupa parecer competentes y dejar patente su “superioridad”. En práctica, quieren vanagloriarse de ciertas cosas, pero saben que hacerlo directamente causaría una mala impresión. Tampoco quieren dar la impresión de que tienen un ego demasiado grande, por lo que intentan mostrarse confundidos, abrumados, cansados o agobiados con su situación para intentar establecer una conexión emocional con su interlocutor.
El problema es que esa estrategia falla completamente ya que la mayoría de las personas detectamos la falsa modestia, y esa actitud, vez de generar empatía, termina causando antipatía y genera desconfianza.
Estas personas quieren causar una buena impresión y conectar con los demás, pero se olvidan de un factor clave en las relaciones interpersonales: la sinceridad. Cuando detectamos que una persona no está siendo sincera y recurre a la falsa modestia, inmediatamente nos enfadamos y nos ponemos a la defensiva.
En los experimentos llevados a cabo tanto en las redes sociales como en el mundo real, estos psicólogos comprobaron que las quejas disfrazadas de falsa modestia nos irritan muchísimo. Por tanto, se trata de una estrategia de autopromoción bastante ineficaz. En otras palabras: a nadie le gustan los soberbios, sabelotodos y prepotentes, y es aún peor cuando intentan enmascarar esas características con una fingida humildad.
¿Cómo causar una buena impresión sin recurrir a la falsa modestia?
– Sé honesto. Los estudios han desvelado que preferimos a las personas honestas en lugar de aquellas que recurren a una falsa modestia. Por tanto, si quieres resaltar algo, simplemente dilo sin darle demasiadas vueltas. La sencillez y la honestidad suelen ser la mejor estrategia para no parecer arrogantes.
– Enfatiza en el esfuerzo. En vez de centrarte en tus habilidades, una estrategia mejor consiste en enfocarte en el esfuerzo y el proceso a través del cual has logrado esos resultados. Eso le permitirá a las personas comprenderte mejor y ser más empáticas.
– Siéntete agradecido. Una de las cosas que más molesta de las quejas disfrazadas de falsa modestia es que normalmente los demás se sentirían agradecidos por la misma razón por la que te quejas. Por tanto, una buena estrategia para conectar consiste en reconocer las cosas por las que te sientes agradecido. La gratitud siempre es una emoción que actúa como pegamento social.
¿Cómo lidiar con las personas que se quejan continuamente?
Si te molesta la falsa modestia de alguien, lo mejor es ser honestos. Recuerda que esa persona está recurriendo a esa estrategia por dos motivos: 1. quiere caerte bien y no parecer demasiado orgullosa o, 2. vive tan encerrada en su mundo que ni siquiera se da cuenta de que sus quejas pueden resultar banales para los demás.
Por tanto, explícale por qué te molesta esa actitud. Estas personas no son “malas”, solo que en ocasiones les cuesta ponerse en el lugar de los demás. Tendremos que tener un poco de paciencia y tomarlas de la mano para que puedan comprender los puntos de vista ajenos. Eso suele ser suficiente para terminar con la falsa modestia, al menos en la mayoría de los casos.
Fuente:
Sezer, O. et. Al. (2018) Humblebragging: A distinct—and ineffective—self-presentation strategy. Journal of Personality and Social Psychology; 114(1): 52-74.
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