
El sexo no lo es todo, pero tiene una importancia innegable en nuestras vidas. La intimidad favorece la conexión y refuerza el amor en las relaciones de pareja, además de consolidar nuestra autoestima y aumentar la autoconfianza. También disminuye el estrés, nos hace más felices y mejora la calidad de vida en general.
Sin embargo, a pesar de todos esos beneficios, a veces atravesamos períodos en los que el sexo es lo último en lo que pensamos. En ciertas etapas de la vida, no es precisamente algo que busquemos, necesitemos o queramos. “Factores como la ansiedad, el estrés, los trastornos o cambios del humor o los problemas de autoestima pueden llegar a suprimir la respuesta sexual por completo”, como explican los especialistas de Platanomelón. En esos casos, recuperar el equilibrio es fundamental, no solo para nuestra vida sexual sino para nuestro bienestar.
Cuando los problemas emocionales entran por la puerta, el deseo sexual escapa por la ventana
A pesar de todos los beneficios que nos aporta llevar una vida sexual activa, un estudio realizado recientemente en la Universidad de Indiana reveló que la actividad sexual está disminuyendo en todo el mundo, desde Japón hasta Europa y Australia.
Estos investigadores descubrieron que la frecuencia de las relaciones sexuales se ha reducido considerablemente, sobre todo en las generaciones más jóvenes. Especulan que una de las razones puede estar relacionada con el aumento de las tasas de ansiedad y depresión a nivel mundial. Sin duda, cuando los problemas mentales entran por la puerta, el deseo escapa por la ventana.
No es un secreto para nadie: cuando afrontamos tiempos difíciles, nuestra vida sexual no es precisamente una prioridad. La libido depende de factores de índole biológica, psicológica y social, incluida la salud mental y emocional. El agotamiento, el estrés, la ansiedad, las preocupaciones, los conflictos de pareja, los problemas laborales o incluso los trastornos del sueño pueden alterar nuestra salud mental y, como consecuencia, hacer que nuestra libido caiga en picado.
Por esa razón, es comprensible que cuando suframos algún problema de salud mental o atravesemos un período prolongado de estrés, experimentemos una marcada disminución del deseo y manifestemos un desinterés por el sexo.
La ansiedad, por ejemplo, es uno de los principales factores que contribuyen a la disfunción eréctil en los hombres. Un estudio realizado en la Universidad de Florencia reveló que la timidez y la ansiedad por rendimiento, sobre todo al comienzo de la vida sexual, es la principal causa de disfunción eréctil en los jóvenes.
Las mujeres que padecen ansiedad también experimentan dificultades en la esfera sexual. Pueden tener problemas para excitarse y llegar al orgasmo o incluso sufrir dolor físico durante el coito, según reveló una investigación llevada a cabo en la Universidad de la Columbia Británica. Dicho estudio indicó que la ansiedad puede anular las sensaciones de placer en las mujeres, por lo que no es casual que la dispareunia sea 10 veces más común en mujeres con un trastorno de ansiedad.
La depresión mayor también puede afectar la libido frenando el deseo y reduciendo esos momentos de intimidad tan necesarios para que la pareja conecte. Además, puede causar diferentes problemas sexuales, desde impotencia y disfunción eréctil en los hombres hasta dolor sexual y pérdida del deseo en las mujeres. De hecho, el diagnóstico de depresión aumenta tres veces el riesgo de dispareunia.
Incluso la disforia poscoital, que implica experimentar una ola de emociones negativas justo después del sexo sin motivo aparente a pesar de que la experiencia en sí haya sido placentera y satisfactoria, es mucho más común en las personas que sufren ansiedad o depresión.
Eso significa que muchas veces detrás de la falta del deseo sexual se esconde un problema psicológico, el cual puede estar causado por ciertos patrones de pensamiento y hábitos de vida que nos llevan a relegar nuestra salud mental a un segundo plano.
Para conectar, primero hay que desconectarse
Los investigadores también sospechan que la tecnología puede estar en la base de la falta de deseo sexual. Su naturaleza atractiva e incluso adictiva está consumiendo gran parte de nuestra atención y tiempo, muchas veces interponiéndose en las relaciones.
De hecho, la intimidad demanda conexión, tiempo y paciencia. Sin embargo, el uso excesivo de las pantallas no solo reduce nuestra capacidad de conexión e interacción física, sino que también aumenta el riesgo de sufrir problemas de salud mental, un cóctel explosivo que puede terminar drenando la libido.
Por esa razón, si crees que la tecnología puede estar en la base de la falta de deseo sexual, es importante que apegues los dispositivos con más frecuencia y pases más tiempo con tu pareja o descubriéndote. Recuerda que, para conectar, ya sea con otra persona o contigo mismo, primero hay que desconectarse.
Recuperar el deseo sexual mejorando la salud mental
En muchas ocasiones, los problemas mentales no solo hacen que se pierda la chispa o la atracción por la pareja, sino incluso el interés por la sexualidad. Cuando el problema no se aborda, muchas veces por vergüenza o incomodidad, puede terminar generando un distanciamiento en la pareja o afectando nuestra capacidad para llevar una vida más plena y satisfactoria.
Muchas personas piensan que solo necesitan recuperar su libido – como si fuera un interruptor que se enciende o se apaga – pero lo cierto es que a veces la solución pasa por reestablecer el equilibrio emocional. Cuando la falta de deseo sexual se debe al estrés, las preocupaciones o un trastorno psicológico hay que abordarla de manera holística, desde una perspectiva que incluya el estilo de vida, la gestión de las emociones y nuestra autoestima.
En cualquier caso, es importante no caer en el error de medir la libido teniendo en cuenta únicamente el deseo de tener relaciones sexuales con la pareja. El deseo sexual se debe abordar desde una postura más amplia que incluya la relación con uno mismo y el autodescubrimiento ya que existen muchas maneras de disfrutar de la sexualidad y aprovechar sus beneficios.
La clave consiste en comprender que el deseo sexual y la salud mental están interconectados, de manera que cuando uno falla, necesitamos encontrar la causa para recuperar el equilibrio. El sexo no solo es divertido, placentero y beneficioso para nuestra salud sino que también es una forma de expresarnos y conectar desde lo más profundo con la otra persona. Por tanto, lo ideal es que en nuestro camino de crecimiento personal no descuidemos ninguna esfera.
Fuentes:
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Basson, R. & Gilks, T. (2018) Women’s sexual dysfunction associated with psychiatric disorders and their treatment. Womens Health; 14: 1745506518762664.
Rastrelli, G. & Maggi, M. (2017) Erectile dysfunction in fit and healthy young men: psychological or pathological? Transl Androl Urol.; 6(1): 79–90.
Khandker, M. et. Al. (2011) The Influence of Depression and Anxiety on Risk of Adult Onset Vulvodynia. J Womens Health (Larchmt); 20(10): 1445–1451.
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