Prácticamente todos los días, cuando leo la prensa, cuando entro a las redes sociales, cuando veo las noticias – y a veces también cuando miro a mi alrededor – tengo la inquietante y obstinada sensación de que gran parte del mundo se ha vuelto loco, literalmente.
En Psicología, siempre se ha sostenido que la locura no es contagiosa. No es la influenza o la varicela. Y, sin embargo, en el siglo XIX los psiquiatras Charles Lasègue y Jules Falret hicieron referencia por primera vez de un trastorno mental compartido: la folie à deux.
Desde entonces se han descrito casos de folie à trois (tres personas implicadas), folie à quatre (cuatro personas afectadas), folie en famille (también conocida como locura familiar) e incluso folie à plusieurs (cuando la locura afecta a varias personas).
Erich Fromm, en su libro “El corazón del hombre”, fue un paso más allá y habló de la folie à millions, un fenómeno psicopatológico a nivel social que se produce cuando grandes grupos de personas pierden el norte y el contacto con la realidad.
¿Cómo una sociedad entera se desliza hacia la folie à millions?
Cuando se produce un trastorno psicótico compartido, lo habitual es que exista una persona dominante o “inductora”, que alimenta una creencia delirante durante un episodio psicótico. Debido a la convivencia, acaba imponiendo su realidad distorsionada al otro, la persona “inducida”, que asume un papel secundario y pasivo, de manera que termina sufriendo síntomas psicóticos similares, perdiendo también el contacto con la realidad.
Uno de los síntomas más característicos del trastorno psicótico compartido son precisamente los delirios. Las ideas delirantes son juicios falsos que se mantienen con gran convicción, a pesar de que su contenido (generalmente fantasioso y desligado de la realidad) hacen que sean objetivamente imposibles. No obstante, la persona los percibe como verdades evidentes e inamovibles, por lo que no cambia de parecer, ni siquiera ante las evidencias contrarias, y se sumerge aún más en ese mundo delirante.
En la folie à millions se produce un fenómeno similar: millones de personas se distancian de la realidad para adentrarse cada vez más en la narrativa delirante. Generalmente esa narrativa la construye y alimenta un individuo muy sintomático que ocupa una posición influyente en la sociedad, como ocurrió con Hitler y Stalin, desgraciadamente, sigue ocurriendo con otros líderes en la actualidad.
Obviamente, ese líder solo canaliza y amplifica muchas de las tendencias patológicas que ya existían en una parte de la sociedad regresiva, como la paranoia, el narcisismo y la propensión a la violencia. Luego, la narrativa delirante se expande y sigue su curso a través del boca a boca, los medios de comunicación y las redes sociales, llegando a impregnar gran parte de la sociedad hasta crear una capa que oculta la realidad.
“El hecho mismo del consenso hace que la locura padezca prudencia y la ficción realidad”, explicaba Fromm.“El individuo que participa en esa locura común carece de la sensación de aislamiento completo y de separación, y en consecuencia escapa a la intensa angustia que experimentaría en una sociedad progresiva”.
Al sentirse acompañado por muchísima gente que comparte sus ideas delirantes, la persona ni siquiera se las cuestiona. El grupo las refuerza, alejándose todos cada vez más de la realidad. De esa manera, los hechos se vuelven opinables, los datos pierden validez y las evidencias son desatendidas.
Fromm creía que la folie à millions se produce cuando muchas personas comparten tendencias regresivas y arcaicas. O sea, cuando no han podido desarrollar su potencial como seres humanos, sino que se han quedado estancados en un estado de frustración y narcisismo. Al ser incapaces de lidiar de manera madura con la realidad, se separan de ella e intentan que los hechos encajen en su narrativa delirante para no tener que tomarse el trabajo de cambiar su forma mentis.
Razón, ¿qué razón?
“Para la mayor parte de la gente, razón y realidad no son otra cosa que consenso público”, advertía Fromm. Por tanto, “uno no enloquece nunca cuando no difiere del suyo el pensamiento de ningún otro individuo”. Es decir, nos hemos acostumbrado a preguntarnos qué piensan los demás, en vez de cuestionarnos la pertinencia y lógica de nuestros actos, creencias y decisiones.
“Suponemos ingenuamente que el hecho de que la mayoría de las personas compartan ciertas ideas o sentimientos prueba la validez de esas ideas y sentimientos. Nada más lejos de la verdad. La validación consensual como tal no tiene relación con la razón o la salud mental. Así como existe una folie à deux, existe una folie à millions.
“El hecho de que millones de personas compartan los mismos vicios no hace que esos vicios sean virtudes, el hecho de que compartan tantos errores no hace que los errores sean verdades, y el hecho de que millones de personas compartan las mismas formas de patología mental no hace que esas personas estén cuerdas”, explicaba Fromm.
Fromm llegó a la desalentadora conclusión de que la sociedad occidental moderna está realmente “loca” pues no solo se ha separado de la naturaleza y, con ello, ha cortado un vínculo importante con la realidad, sino que su enfoque en el consumo convierte a las personas en autómatas incapaces de pensar y desear por su cuenta. Esa incapacidad para autorrealizarse como seres humanos las vuelve vulnerables a las narrativas más delirantes, que no tardan en salir a la luz apenas las cosas comienzan a torcerse y se asienta la incertidumbre.
¿La solución?
“Encontrar una armonía nueva desarrollando todas las fuerzas humanas dentro de uno”, recomendaba Fromm. O sea, dar un paso atrás para replantearnos todo. Dejar de seguir el rebaño y comenzar a desarrollar un pensamiento propio. Empezar a desear por nosotros mismos, en vez de perseguir lo que desea la masa. Y desarrollar los recursos psicológicos necesarios para emprender ese camino con determinación.
Cuando una sociedad está compuesta por personas maduras, conscientes y autorrealizadas, es difícil que se deje manipular por narrativas delirantes. Pero ese cambio debe producirse persona a persona. Solo espero que no sea demasiado tarde.
Referencias Bibliográficas:
Zuckerberg, A. et. Al. (2023) Folie À Trois: A Case of Shared Delusions Between a Patient, Her Sister, and Another Patient in the In-Patient Psychiatric Unit. Cureus; 15(8): e43304.
Kovacevic, S. I. et. Al. (2022) Shared psychotic disorder – a case study of folie à famille. Eur Rev Med Pharmacol Sci; 26(15):5362-5366.
Kelly, B. D. (2009) Folie a plusieurs: forensic cases from nineteenth-century Ireland. Hist Psychiatry; 20(77 Pt 1): 47-60.
Greener, M. (2007) Folie á deux: time to rethink ‘shared psychosis’? Progress in Neurology and Psychiatry; 11(9): 21-24.
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