¿A quién no le gustaría ganar la lotería? Debo reconocer que jamás he comprado un billete porque estoy convencida que todo queda en manos del azar pero también admito que la idea de hacerme rica de la noche a la mañana alguna que otra vez me ha rondado la mente, un poco como a todos, supongo.
Así, cada semana, millones de persona a lo largo y ancho de todo el mundo compran sus respectivos tickets con la ilusión de que la Diosa Fortuna los acompañe y poder cambiar sus vidas para siempre. Lo que muchos de ellos no saben (y si lo leen, probablemente no lo crean) es que las vidas de las personas que ganan la lotería no se convierte precisamente en un paseo de pétalos de rosa sino que muchos terminan suicidándose o con más deudas que antes de ganar el «premio gordo» (pueden leer los datos en el artículo: «Lotería ¿Ganar el premio es la solución a nuestros problemas?«).
Ya sabemos (¿lo saben?) que los números afortunados de la lotería se extraen simplemente al azar por lo cual no hay manera de preveer cuáles serán los dígitos por los cuales podemos apostar. Entonces… ¿qué hacer? ¿resignarse a la estadística de las probabilidades? Muchas personas escogen otro camino: echan mano a las supersticiones y las cábalas para lograr «adivinar» el número vencedor.
¿Cuáles son las estrategias más comunes? Jugar un número de la suerte una y otra vez, apostar por el cumpleaños de un ser querido, por la edad de alguien cercano o simplemente escoger el número que se vislumbró en sueños.
Un equipo de especialistas conducido por Wiseman se dedicó a analizar un total de mil jugadores de la lotería. El método escogido fue muy sencillo: se sustentaron en un programa «Out of this World» transmitido por la BBC, pidiéndole a estas personas que enviaran de antemano sus números preferidos, que indicaran cuan afortunados o desafortunados se sentían y qué métodos habían utilizado para seleccionar esos números.
Rápidamente los investigadores se percataron que entre más de dos mil tickets, las personas que se consideraban afortunadas tenían una preferencia numérica pasmosamente idéntica; los números que tenían una mayor prevalencia eran: «1, 7, 17, 29, 37 y 44».
Sin embargo, los números vencedores ese sábado fueron: «2, 13, 19, 21, 45, 32». En fin, ni siquiera una coincidencia. Tampoco desempeñó un papel importante la creencia supersticiosa que la persona emplease para escoger los números, los investigadores no hallaron ninguna coincidencia estadísticamente significativa.
Pero evidentemente las personas que compran un billete no piensan como los investigadores. ¿Qué sucede en la mente de estas personas? Puede hacerse referencia a dos mecanismos base que motivan al jugador:
– La ilusión de control. Cuando las personas incluyen sus supersticiones en un juego totalmente azaroso, tienen la percepción de que pueden controlar algunos de los elementos que intervienen en la selección de los números. Esta ilusión de control les brinda la confianza suficiente para apostar una vez más.
– Establecen correlaciones ilusorias. Están firmemente convencidos de que han logrado establecer una correlación determinante del azar. Es decir, presumen que existe cierta relación entre una fecha afortunada y los números. Un ejemplo muy simpático de estas correlaciones ilusorias puede hallarse en el libro de Wagenar sobre las paradojas del comportamiento del jugador: En el año 1734, la revista El espectador holandés contenía un curioso anuncio en el cual un señor ofrecía pagar al propietario del boleto número 1431 cinco veces más de lo que le había costado. ¿Por qué? Su razonamiento se basaba en que si se resta 1431 del año 1734, el resultado es 303. El día que remitió el anuncio tenía 25 años y un cuarto, lo que sumaban 303 meses, una circunstancia que no podía quedar sin recompensa. Sin comentarios…
De esta manera, la persona que juega, no solo cree que puede controlar el azar sino que además puede preverlo sustentándose en una serie de actos supersticiosos que le brindan cierta confianza en su elección. Probablemente sin esa confianza nadie jugaría.
Fuentes:
Wiseman, R. (2007) Quirkology: How we discover teh big truths in small things. New York: Basic Books.
Wagenaar, W. A. (1988) Paradoxes of Gambling Behaviour. Hove: Lawrence Erlbauir.
Anónimo dice
Hola una pregunta que nada tiene que ver con este tema? Puede ser que tu hayas colaborado con un articulo o programa en el canal encuentro de Argentina' Porque me parece que eras tu?
Jennifer Delgado Suarez dice
Hola Anónimo:
Verdaderamente no comprendo muy bien la pregunta que me haces, igual intento responderte: Si te refieres a un artículo en un sitio (en caso de ser idéntico) pues puede ser que me lo hayan "tomado prestado", no sería la primera vez. Es alucinante ver la cantidad de personas y los sitios (relativamente importantes) que copian con puntos y comas tus articulos.
Si te refieres a una presentación en vivo pues no era yo. Resido en Italia.
Un saludo y bienvenido al blog.