¿Quién no se ha visto asaltado por pensamientos indeseados que martillan una y otra vez en su mente o por imágenes muy vívidas que vienen continuamente desde el recuerdo? Al contrario de lo que pueda pensarse, ambos fenómenos son diversos, o al menos esa es la teoría que defiende Brewin, profesor de la University College de Londres.
Brewin nos propone que existen dos sistemas mnémicos: uno se basa esencialmente en las sensaciones y tiene un carácter inflexible y automático mientras que el otro contiene material contextualizado que puede ser puesto fácilmente en palabras y al cual se puede acceder de manera deliberada. La mayoría de los eventos traumáticos terminan por «archivarse» en el sistema mnémico eminentemente sensitivo conduciendo a los conocidos «flashback»; este sistema activaría las imágenes vívidas, los sonidos y los olores que en ocasiones asaltan nuestra mente.
Para comprobar esta hipótesis Brewin reclutó a 79 voluntarios a los cuales se les mostró un video de un traumático accidente de auto donde se incluían además comentarios sobre el hecho y el relato de las personas involucradas en el mismo. Las personas fueron divididas en tres grupos:
1. Se les pidió que se mantuvieran tranquilas mientras miraban el rodaje.
2. Se hipnotizaron, de manera que no pudieron moverse mientras veían el video.
3. No se les brindó ninguna orden en particular por lo cual, eran libres para moverse si así lo deseaban.
¿Por qué esta insistencia en que las personas se mantuviesen inamovibles durante la proyección? Simplemente porque investigaciones anteriores han demostrado que mantenerse inmóviles aumenta el impacto de la situación traumática, el porqué aún no está muy claro y quizás simplemente se deba a una conexión inconsciente que establecemos entre el terror, sentirse atrapados y la imposibilidad de moverse.
Durante la semana siguiente a la visión del video, las personas llevaron un diario donde reflejaban los pensamientos, ideas o imágenes intrusivas que venían a sus mentes. Los resultados mostraron que las personas que se mantenían quietas durante la visión del hecho traumático mostraban más imágenes intrusivas que las personas a las que se les permitió moverse. Sin embargo, los pensamientos intrusivos no mostraron una diferencia significativa entre los grupos.
Posteriormente se desarrolló un segundo estudio que replicaba al primero excepto por el hecho de que en esta ocasión a algunas personas se les presentó un video traumático mientras que otras observaron un video de contenido neutro. Curiosamente, tanto un video como el otro dieron lugar a un número similar de pensamientos intrusivos mientras que el video traumático disparó el número de imágenes intrusivas.
Así, los investigadores concluyeron que las imágenes intrusivas están fuertemente conectadas con la emocionalidad (en el caso del experimento, con la ansiedad y el horror ante el trauma) mientras que los pensamientos intrusivos no parecen estar muy relacionados con el estado de ánimo sino simplemente con un contenido interesante para la persona.
Vale aclarar que la hipótesis de que imágenes y pensamientos intrusivos puedan tener una base diversa no conlleva a un simple cambio teórico en la comprensión de la memoria (ya sabemos desde hace mucho tiempo que existe una memoria voluntaria y otra involuntaria) sino que conduciría a revalorar la forma en la cual se tratan los trastornos de estrés postraumático.
Fuente:
Hagenaars, M.A.; Brewin, C.R.; van Minnen, A.; Holmes, E.A., & Hoogduin, K.A. (2010) Intrusive images and intrusive thoughts as different phenomena: Two experimental studies. Memory; 18 (1): 76-84.
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