El filósofo Auguste Comte pensaba que vivir en armonía con los demás era la “ley de la felicidad”. Con el tiempo, la ciencia le ha dado razón. “Sin habilidades sociales, nos traicionamos. Traicionamos nuestros pensamientos, sentimientos, opiniones y derechos”, como señalan en el taller de habilidades sociales de Somos Estupendas.
Las relaciones que mantenemos con los demás son una fuente de satisfacción y felicidad, pero cuando no somos capaces de expresar lo que sentimos, comunicar nuestras ideas o defender nuestros derechos de manera asertiva, suelen transformarse en una fuente de conflictos, angustia y tensión. Por eso, las habilidades sociales son los cimientos sobre los que debemos construir nuestra felicidad.
Si queremos ser felices, debemos cultivar nuestras relaciones y habilidades sociales
En 2018, psicólogos de la Universidad de Leipzig plantearon a más de 1.500 personas una pregunta aparentemente sencilla: ¿cuál era su estrategia para ser más felices? Descubrieron que no todos los caminos conducen a la felicidad.
Básicamente, las personas intentan ser más felices siguiendo dos vías diferentes: el desarrollo individual o social. Algunos creían que serían más felices si encontraban un trabajo mejor o seguían un estilo de vida más saludable. Otras enfatizaron en sus metas sociales, como pasar más tiempo de calidad con amigos y familiares, ser más comprensivos con los demás o conocer a gente nueva.
Al cabo de un año, los investigadores volvieron a evaluar su nivel de felicidad y satisfacción con la vida. Comprobaron que quienes se habían planteado al menos un objetivo social y lo habían cumplido se sentían más felices y satisfechos.
No se trata del primer estudio que revela la conexión entre nuestras habilidades sociales y la felicidad. En 1990, psicólogos de la Universidad Nacional de Taiwán constataron que la asertividad predecía mejor la felicidad que el nivel de autoconciencia. Investigadores de la Universidad Islámica Azad también comprobaron que el entrenamiento en habilidades sociales “tiene un efecto positivo: aumenta la felicidad, la autoeficacia y la resiliencia”.
Una de las mayores investigaciones realizadas hasta el momento, que comenzó en 1938 dando seguimiento a más de 700 personas durante 75 años, también encontró que las buenas relaciones son clave para tener una felicidad duradera. Los investigadores de la Universidad de Harvard concluyeron que “las relaciones cercanas, más que el dinero o la fama, son las que mantienen felices a las personas durante toda su vida”.
Por supuesto, eso no significa que las metas personales no sean importantes y que alcanzarlas no nos haga sentir felices y satisfechos con nosotros mismos, pero es fundamental cimentarlas con las habilidades sociales adecuadas. En todas las culturas, los vínculos sociales y nuestra capacidad para relacionarnos son esenciales para alcanzar esa vida buena y equilibrada que conduce a la felicidad estable y duradera.
La importancia de las habilidades sociales para alcanzar la felicidad
Las competencias sociales se adquieren a través del aprendizaje, fundamentalmente mediante la imitación de los comportamientos de nuestros padres u otras figuras significativas. La asertividad, el autocontrol, la escucha activa y la validación emocional son ejemplos de habilidades sociales imprescindibles que solemos desarrollar imitando a los adultos que nos rodean.
Sin embargo, todos no aprendemos las mismas lecciones de la misma manera. Si no hemos tenido buenos modelos de competencias sociales, es difícil que aprendamos a resolver los conflictos de manera asertiva o que seamos capaces de hacer valer nuestros derechos.
Cuando no hemos desarrollado adecuadamente nuestras competencias sociales, las relaciones interpersonales suelen convertirse en una fuente de malestar e insatisfacción. De hecho, no podemos olvidar que las relaciones desatan algunas de nuestras emociones más intensas.
Si no hablamos sobre los problemas, estos crecerán. Si no sabemos rebajar la tensión, esta se amplificará. Si no somos capaces de gestionar nuestras emociones, estas tomarán el mando y es fácil que perdamos la paciencia.
En cambio, las habilidades sociales son la aguja de la balanza. Nos permiten estrechar los lazos interpersonales, pero sin que estos nos sofoquen. Nos ayudan a ponernos en el lugar del otro, pero también a expresar nuestras necesidades. Nos permiten resolver los conflictos y defender nuestro espacio.
Las relaciones que mantenemos nos definen. No solo nos permiten encontrar nuestro lugar en el mundo y adaptarnos mejor a los diferentes contextos, sino que también refuerzan nuestra identidad. Un poco, todos nos vemos a través de los ojos de los demás.
Cuando tenemos las habilidades sociales adecuadas, podemos mantener relaciones positivas que nos aporten el apoyo, la confianza y la serenidad que necesitamos para crecer como personas y ser más felices. Esos lazos también nos protegen de la adversidad e incluso contribuyen a retrasar el deterioro mental y físico, siendo mejores predictores de vidas largas y felices que la propia clase social, el cociente intelectual o incluso los genes.
Sin embargo, para aprovechar el poder positivo que emana de las relaciones, primero debemos cultivar nuestras habilidades sociales. No basta con dejar entrar a personas positivas en nuestra vida, debemos ser capaces de conservarlas y aportarles ese mismo apoyo, comprensión y felicidad que esperamos de ellas. Porque, como dijera Wilhelm von Humboldt: “en el fondo, son las relaciones con las personas lo que da sentido a la vida”.
Fuentes:
Kheirkhah, A. (2020) Investigating the Effect of Social Skills Training on Happiness, Academic Resilience and Self-Efficacy of Girl Students. Archives of Pharmacy Practice; 11(S1): 157-164.
Rohrer, J. M. et. Al. (2018) Successfully striving for happiness: Socially engaged pursuits predict increases in life satisfaction. Psychological Science; 29(8): 1291-1298.
Mineo, L. (2017) Good genes are nice, but joy is better. En: The Harvard Gazette.
Argyle, M. & Lu, L. (1990) Happiness and social skills. Personality and Individual Differences; 11(12): 1255-1261.
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