¿Qué es lo más importante en tu vida?
¿Qué es eso que da sentido a tu existencia?
Cuando tengas la respuesta, pregúntate cuánto tiempo has dedicado en estos últimos meses a eso que te resulta tan importante y significativo. Es probable que te sorprenda descubrir que lo más importante de tu vida no es tu prioridad, o al menos no le dedicas el tiempo suficiente.
Quizá también descubras que estás atrapado en un mar de deberes y obligaciones, que cada día haces lo que debes y no lo que quieres o deseas. Quizá también descubras que tu corazón dice una cosa, pero tu mente dicta otra.
Esa falta de coherencia entre lo que sientes y deseas y lo que efectivamente haces suele generar insatisfacción, frustración y arrepentimiento. Sentirse dividido y constatar que los deseos y sentimientos van por una parte mientras los comportamientos y hábitos van por otra, suele generar un profundo conflicto interior.
Una vida llena de compromisos y sacrificios no es la mejor manera para desarrollar los diferentes roles que asumes. De esa manera, cuando estés en el trabajo, te sentirás culpable por no pasar suficiente tiempo con tu familia, pero cuando estés en casa, te preocuparás por el trabajo pendiente. Así tu mente siempre estará en otra parte. Nunca estarás plenamente presente. Y antes de que te des cuenta, la vida habrá pasado.
Para solucionar esa incoherencia hay que desarrollar la integridad emocional.
¿Qué es la integridad emocional?
Cuanto más consciente seas de tus sentimientos, más posibilidades tendrás de gestionar tus emociones de manera inteligente y asertiva. Por ende, más satisfecho te sentirás con la vida que llevas, lo cual aumentará tu bienestar emocional. Sin embargo, para lograrlo existe un requisito esencial: la integridad emocional.
El concepto de integridad emocional se refiere al coraje de reconocer nuestros verdaderos sentimientos, anhelos y deseos sin juzgarlos con la lente de la sociedad. En esencia, es ser completamente honesto con uno mismo reconociendo nuestras emociones, impulsos y sueños.
La integridad emocional también implica mantenerse fiel a esos estados afectivos, siendo capaces de expresarlos de manera asertiva y coherente en nuestro día a día. Se trata, por ende, de reconocer lo que sentimos – ya sea agradable o no – y ser fiel a ello, a pesar de lo que puedan decir o pensar los demás.
Por desgracia, la integridad emocional es una habilidad subestimada y subdesarrollada. Cada vez que una persona cercana nos pregunta cómo estamos, por ejemplo, y respondemos con un escueto “bien”, aunque por dentro estamos hechos trizas, le damos la espalda a la integridad emocional.
Cuando no nos atrevemos a perseguir un sueño y ni siquiera somos capaces de identificar qué nos detiene, carecemos de integridad emocional. Cuando nos quedamos atrapados en relaciones y situaciones que nos generan malestar, simplemente porque no tenemos el coraje de reconocer que no es lo que deseamos, también nos olvidamos de la integridad emocional.
¿Cómo es una persona íntegra emocionalmente?
Las personas que han desarrollado su integridad emocional tienen algunas características en común:
- Son honestas respecto a sus sentimientos, deseos y sueños, tanto consigo mismas como con los demás.
- No se avergüenzan de sus emociones y sentimientos ni recriminan o culpan a los demás por lo que sienten ya que asumen la responsabilidad por sus estados afectivos.
- Desarrollan una autoconciencia emocional que les permite comprender el origen de sus sentimientos y detectar patrones de respuestas automáticos disfuncionales.
- Enfrentan las verdades incómodas o dolorosas, siendo consciente de sus sombras, limitaciones y vulnerabilidades.
- Prestan atención a sus necesidades emocionales e intentan satisfacerlas de manera asertiva, sin hacer daño a los demás ni a sí misma.
- Planifican su vida de manera que las cosas realmente importantes y significativas desde el punto de vista afectivo ocupen un lugar protagónico.
¿Cómo desarrollar la integridad emocional sin morir en el intento?
Vivimos en una sociedad represora de las emociones, sobre todo aquellas catalogadas como “negativas”, de manera que es comprensible que la mayoría de las personas crea que no puede “darse el lujo” de expresar lo que siente.
De hecho, un estudio realizado en India reveló que quienes viven en las ciudades desarrollan menos su integridad emocional que las personas que viven en comunidades en entornos naturales. Por eso, el primer paso para desarrollar la integridad emocional consiste en distanciarse de los dictámenes sociales sobre la esfera afectiva y dejar de catalogar las emociones y sentimientos como “malos” o “buenos”.
Robert Solomon afirmaba que la integridad emocional implica vivir plenamente, a todo color. Para este filósofo, la vida contiene tanto el rojo de la furia como el amarillo de la alegría, el azul de los momentos de felicidad y el verde del disgusto. Una vida que merece ser vivida es colorida, lo cual no solo implica experimentar y aceptar emociones de diferentes colores, sino también de distintas tonalidades y con varias intensidades. Solomon creía que lo opuesto a la integridad emocional es precisamente una vida monótona y monocromática.
Debemos comprender que si nos sentimos culpables por lo que sentimos, tendremos la tendencia a reprimir y ocultar esos sentimientos, incluso a nosotros mismos, lo cual nos impide ser honestos emocionalmente . En cambio, necesitamos aprender a aceptar lo que sentimos y deseamos, sin juzgarlo. Esa actitud abierta es el pilar sobre el que se sustenta la honestidad emocional.
Por supuesto, esa fase puede ser dolorosa ya que a menudo implica descubrir sombras interiores, aspectos de nosotros mismos que habíamos mantenido convenientemente ocultos porque no eran bien vistos socialmente. En esta etapa puedes descubrir, por ejemplo, que la manera en que has estructurado tu vida satisface los estándares sociales y hace felices a los demás, pero no satisface tus deseos y aspiraciones más profundas ni te hace feliz.
En un segundo momento tendremos que plantearnos preguntas difíciles que nos permitan pivotar en la vida. Solo ten en cuenta que no hay respuestas correctas o incorrectas. Se trata de conectar con lo que sientes y deseas, esa parte de ti que has mantenido acallada durante mucho tiempo. Reconoce tus necesidades, deseos, impulsos y ambiciones sin ningún juicio o culpa. Esa honestidad emocional se convertirá en unos cimientos sólidos sobre los cuales tomar mejores decisiones para determinar con mayor claridad tus metas y comportamientos.
Por último, debemos aplicar la integridad emocional a nuestro día a día. Empieza con pequeñas cosas. Cuando alguien cercano te pregunte cómo estás, por ejemplo, responde sinceramente. Es cierto que la honestidad emocional muestra tu vulnerabilidad, pero no olvides que también sirve para crear vínculos afectivos más fuertes.
Aplicar la integridad emocional también implica repensar tu jornada diaria para ir haciendo espacio a esas cosas que te resultan más importantes y te brindan auténtica satisfacción porque están en sintonía con tus sueños y deseos. Haz una lista de lo que realmente quieres de tu vida.
Imagina la vida que deseas vivir, piensa en lo que quieres lograr y visualiza el impacto de lo que deseas. Luego, aplica ingeniería inversa para ir tomando decisiones que te ayuden a tener la vida que deseas, en vez de limitarte a sacrificar en el altar del deber tus sueños, emociones e ilusiones.
Fuentes:
Kumari, R. (2018 ) Comparative Study of Social Appreciations Ability, Social Emotional Integrity of Rural Area and Urban Area Working Women of Himachal Pradesh. International Journal of Management and Applied Science; 4(2): 80-83.
Solomon, R. (2007) Ética emocional. Una teoría de los sentimientos. Barcelona: Paidós Ibérica.
Deja una respuesta