¿Cuántos pensamientos inquietantes parecen surgir de la nada para perturbar tu tranquilidad? ¿Cuántas ideas fóbicas transitan por tu mente sin tu consentimiento? ¿Cuántas preocupaciones te quitan el sueño?
Nuestros pensamientos dan forma a nuestro mundo. Determinan el sentido que le conferimos a muchas de las experiencias que vivimos y la manera en que las afrontamos. Sin embargo, a pesar de su importancia para nuestro bienestar, gran parte de ese proceso transcurre de manera “automática”. No tenemos mucho control sobre nuestros pensamientos.
“Podemos dominar ordenadores, coches y aviones, pero no tenemos el dominio completo de la más incomprensible de las máquinas: la mente humana”, escribió el psiquiatra y psicoterapeuta Augusto Cury, quien apunta que el proceso de generación de pensamientos no solo es hipercomplejo, sino en gran medida incontrolable.
La teoría de la inteligencia multifocal se centra precisamente en la manera en que construimos los pensamientos para enseñarnos a gestionarlos de manera más eficaz. Así podrán ser más funcionales y constructivos, contribuyendo a nuestro equilibrio mental, en vez de arrebatárnoslo.
¿En qué se basa la teoría de la Inteligencia Multifocal?
La teoría de la inteligencia multifocal es un enfoque existencial que también recoge los aportes de las Neurociencias, la Sociología y la Psicología Cognitiva. Creada por Augusto Cury, sostiene que los pensamientos son las piedras angulares de nuestro bienestar, pero están determinados por múltiples factores, tanto conscientes como inconscientes.
La primera área es más profunda y se refiere a los fenómenos inconscientes que actúan en milésimas de segundo para recuperar y organizar la información de la memoria y, por consiguiente, influyen en la construcción de los pensamientos y la generación de emociones. Una vez generados, los pensamientos vuelven a la memoria y son registrados, construyendo así la plataforma que constituye el “yo”, que es la máxima expresión de la conciencia crítica y la capacidad de elección. Por tanto, todo lo que percibimos, sentimos, pensamos y experimentamos se convierte en ladrillos en la construcción de esa plataforma.
La segunda área se refiere al cuerpo de las complejas variables que influyen durante pequeñas fracciones de segundo en los fenómenos que acceden a la memoria y producen los pensamientos. Esas variables actúan cuando dichos fenómenos llegan a la corteza cerebral y determinan qué pensamientos tienen prioridad sobre otros. El estado emocional y motivacional, nuestra historia vital, el ambiente social o incluso el estado del sistema nervioso en ese momento son algunos de los factores que influyen en dicha selección de pensamientos.
Por último, la tercera gran área de la inteligencia multifocal es el resultado de las dos primeras, la cual se manifiesta a través de comportamientos perceptibles que se pueden expresar de mil maneras diferentes con actitudes que varían desde la generosidad o el egoísmo hasta la timidez o la valentía.
La teoría de la inteligencia multifocal pretende descifrar esos códigos del pensamiento para poder aplicarlos de manera más eficaz. Su principal objetivo es enseñarnos a gestionar nuestra mente de forma constructiva. Se plantea ayudarnos a fortalecer nuestra conciencia crítica y la capacidad gestora del “yo” para que seamos capaces de reconocer los procesos automáticos e inconscientes que distorsionan la realidad o las trampas mentales que terminan alimentando los trastornos emocionales.
Como indicara Cury, “los códigos de la inteligencia son tan importantes como aprender a comer, caminar y respirar, pero rara vez entran en el menú de la educación mundial”.
Los 3 pasos para desarrollar la Inteligencia Multifocal
El primer paso: detener el flujo automático de los pensamientos
Según la teoría de la inteligencia multifocal, caemos demasiado en nuestras propias trampas mentales, las cuales no solo pueden bloquear nuestra creatividad sino también alterar equilibrio emocional, impidiendo que nos convirtamos en los gestores de nuestro mundo interior y, por ende, de nuestra propia vida.
Las trampas mentales demuestran la existencia de tramas sutiles en nuestra personalidad, las cuales pueden terminar jugando en nuestra contra, como el miedo a reconocer los errores, el conformismo o la resistencia a correr riesgos.
Para salir de ese bucle necesitamos estar en contacto con nuestra realidad interior, reconocer nuestras sombras y admitir nuestra fragilidad, inseguridades y miedos. “Si no cuestionamos nuestros pensamientos más perturbadores, nuestras emociones angustiantes, durante los primeros segundos que se producen, estos quedan registrados en nuestros córtex cerebral y ahí abren una ventana traumática que no puede ser borrada de nuestra mente, y que al ir acumulándose, se convierte en ‘basura psíquica’”, escribió Cury.
Según esta teoría, los pensamientos angustiantes y los sufrimientos anticipatorios solo necesitan cinco segundos para generar una marca en nuestro cerebro. Por esa razón, el primer paso para desarrollar la inteligencia multifocal y convertirnos en gestores de nuestra psique consiste en detener ese flujo automático de pensamientos.
Cury afirma que en lo más profundo de nuestra mente existen fenómenos que tienen una capacidad increíble para construir pensamientos, pero si leen nuestra memoria demasiado rápido, podríamos sufrir lo que denominó el Síndrome de Pensamiento Acelerado, un problema bastante común dado por la hiperconstrucción de pensamientos. Así el cerebro termina robando energía, lo cual nos provoca cansancio excesivo, problemas de concentración, dolores de cabeza, estrés…
Ese flujo incesante de pensamientos automáticos se puede combatir contraponiendo un pensamiento racional. Así evitaremos que se abra esa “ventana”. Por tanto, debemos estar atentos a la calidad de nuestro pensamiento y la irrupción de ideas perturbadoras, en particular a los pensamientos anticipatorios y catastrofistas que no aportan nada más que angustia y ansiedad.
Con el tiempo y la práctica, lograremos la destreza suficiente como para impedir los pensamientos negativos tomen el mando. Por consiguiente, cuando los detectemos, debemos hacer un alto para reconocerlos y detenerlos.
El segundo paso: ampliar la perspectiva y ser más críticos
Muchas de nuestros problemas se deben a las creencias “unifocales”, las cuales toman como referencia una única perspectiva y no tienen en cuenta otros aspectos vitales. O sea, vemos los problemas desde un solo punto de vista, lo cual nos impide encontrar soluciones.
La inteligencia multifocal amplía nuestra interpretación de la realidad y nos ayuda a gestionar nuestros pensamientos y emociones para poder ejercer el papel de “gestor psíquico” con eficacia. Nos anima a tener en cuenta todos los factores que están influyendo en nuestras ideas, más allá del hecho en cuestión que las desencadenó. Así podremos asumir una distancia psicológica que nos permita ver el problema desde una perspectiva más objetiva y racional.
Para ello, debemos ser conscientes de la manera en que construimos nuestros pensamientos y los efectos que tienen sobre nuestro bienestar y estado emocional. Nuestra forma de pensar, incluyendo la manera en la que procesamos la información y nuestras experiencias, influye en la manera en que nos posicionamos en el mundo. Es la base sobre la que desarrollamos nuestras actitudes y tomamos decisiones.
En vez de dejarnos arrastrar por el pensamiento catastrófico o negativo, debemos asumir una postura crítica. La inteligencia multifocal nos anima a cuestionar, impugnar y criticar todos los pensamientos perturbadores que llegan a nuestra mente, muchos de los cuales son simplemente fruto de una historia emocional, consciente e inconsciente.
Se trata de rescatar el pensamiento lógico para permitir que el “yo” se convierta en la entidad que dirige y administra todos esos procesos. Aumentar nuestro nivel de conciencia nos permitirá gestionar mejor la producción de pensamientos, lo cual se verá reflejado en actitudes y comportamientos más constructivos y enfocados hacia fines más positivos para nosotros mismos.
El tercer paso: desconectar
Para desarrollar la inteligencia multifocal debemos hacer un alto en la vida cotidiana para tomar conciencia de los pensamientos que se encuentran en la base de nuestras decisiones y comportamientos. Esto es lo que se llama “gestión” o “administración” del pensamiento.
No podemos convertirnos en artífices de nuestra mente si siempre estamos ocupados. Por eso Cury recomienda tomarnos unos minutos para relajar la mente, varias veces a lo largo del día. Se trata tan solo de tomarnos un par de minutos para respirar y pensar en el sentido de lo que estamos haciendo.
También es importante enfatizar más en los estímulos positivos, lo cual significa entrenar la atención para que se enfoque principalmente en lo positivo que recibimos cada día. De hecho, para desarrollar la inteligencia multifocal es fundamental implicarnos en más actividades constructivas y creativas que ayuden a que la mente se vuelva más flexible y abierta.
De esta manera logramos educar el pensamiento y, por ende, transformar las emociones destructivas que suele generar cuando no se le pone coto. Con el tiempo, todo conducir a una vida más inteligente, tranquila, serena y constructiva.
Fuentes:
Dias de Souza, C. et. Al. (2017) Teoria da inteligência multifocal de Augusto Cury, Revista de Trabalhos Acadêmicos – Universo; 2(3): 2179-1589.
Cury, A. (2016) El código de la inteligencia. Barcelona: Zenith.
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