En otros artículos he hecho referencia a los curiosos experimentos desarrollados por Richard Wiseman. Ahora les traigo a colación otra de sus investigaciones, igualmente interesante y que ha dado lugar al nacimiento de la Cronopsicología.
¿Qué es la Cronopsicología? Sería algo así como una disciplina de la Psicología que se centra en estudiar las relaciones entre la fecha de nacimiento y los rasgos de personalidad. A modo informativo les recuerdo que una de las fuentes (o antecedentes) del Psicodiagnóstico actual fue la Astrología.
La historia inició con el profesor Jayanti Chotai, un investigador suizo de la Universidad de Umea que contactó a Wiseman debido a que algunos de sus estudios mostraban una correspondencia entre ciertos rasgos de personalidad, el bienestar físico y la fecha de nacimiento. Uno de sus argumentos más fuertes se centraba en los “sensation seekers”, el nombre que el psicólogo le dio a las personas propensas a experimentar fuertes emociones. Chotai diseñó y validó un cuestionario que evaluaba esta propensión y condujo su investigación en más de 2 mil personas observando que aquellos que habían nacido en verano tenían una propensión a buscar las situaciones de riesgo en comparación con aquellas que habían nacido en invierno. No obstante, su correlación no era suficientemente fuerte desde el punto de vista estadístico por lo que decidió contactar a Wiseman. Una vez juntos, repitieron el estudio.
En esta ocasión hipotetizaron que las personas que nacen en época de frío presentaban una tendencia mayor a mantenerse al cubierto y bajo el cuidado de otras personas en relación con aquellos que han nacido en estaciones calurosas. Para verificar esta hipótesis ambos investigadores desarrollaron sus estudios en países donde las estaciones del año (y por ende las temperaturas) eran diametralmente opuestas. Los resultados obtenidos a partir de las personas analizadas de origen neozelandés confirmaron la hipótesis de que algunos rasgos personológicos se relacionan con la temperatura existente en la fecha del nacimiento. De hecho, en los neozelandeses se observó que aquellos que nacían en invierno (con temperaturas más altas) eran más propensos a disfrutar de las sensaciones de peligro y se consideraban más afortunados.
Las correlaciones estadísticas resultaron impresionantes apoyando la idea de los signos zodiacales y brindándole (quizás), un sustento científico basado en las temperaturas hasta tal punto que algunas revistas del sector llegaron a afirmar que esta investigación ha sido uno de los descubrimientos más importantes en el campo de la astrología pero…
Ambos investigadores repitieron el experimento insertando una nueva variable: el conocimiento sobre los signos zodiacales. En esta ocasión se realizaron dos grupos, uno formado por personas apasionadas de la astrología y otro conformado por personas que apenas conocían el tema. Esta vez las correlaciones que parecían tan fuertes no se observaron en el grupo de personas que no tenían dominio alguno de la astrología. :-0
¿Qué sucedió? Los investigadores no dan una explicación concluyente, particularmente considero que esta investigación reafirma lo que sabemos desde hace tanto tiempo: “lo importante es creer”. El hecho de conocer cómo se supone que debemos ser mediará nuestro comportamiento, nuestras decisiones y nuestra forma de enfrentar la vida. ¿El poder de la profecía que se autocumple? Quizás… mientras tanto es mejor leer horóscopos positivos 😉
Fuente:
Wiseman, R. (2007) Quirkology: How we discover teh big truths in small things. New York: Basic Books.
Anónimo dice
Muy interesante! Siempre me había preguntado si leer horoscopos no incidiría en nuestras decisiones.