
Uno de los mayores mitos sobre la depresión infantil (también conocido como depresión pediátrica) es pensar que no existe. Sin embargo, la depresión es una enfermedad real que afecta tanto a adultos y niños.
De hecho, los niños tan pequeños, de apenas 3 años de edad, pueden tener depresión. La depresión puede afectar incluso a los bebés, aunque estos presentan síntomas como la falta de respuesta a los estímulos, letargo, llanto inconsolable y problemas de alimentación.
¿Cuáles son los síntomas de la depresión infantil?
La depresión tiende a manifestarse de manera diferente en los niños. La mayoría de los pequeños experimentan fatiga e irritabilidad, junto a otros síntomas físicos, como dolores y molestias.
Los niños también pueden parecer aburridos y desmotivados, así como perder el interés por las cosas, en especial por el juego. Eso se llama anhedonia y en los niños suele ser particularmente intensa, por lo que disminuye su deseo de jugar, compartir con sus amigos o hacer otras cosas de las que antes disfrutaban.
La desesperanza y la impotencia pueden manifestarse a través de un diálogo interno negativo con frases como «soy malo» o «no puedo hacer nada bien». De hecho, como la depresión provoca una distorsión del pensamiento, a menudo se traduce en una baja autoestima. Los niños pueden sentirse inútiles o indignos de ser amado , inútiles o estúpidos.
Otro síntoma de la depresión en niños es el cambio de comportamiento. Un pequeño al que le solía ir bien en el colegio podría empezar a tener bajas calificaciones. También podrían regalar sus juguetes más queridos, tener problemas para conciliar el sueño o, al contrario, dormir más de lo habitual.
Algunos niños con depresión se «auto secuestran». Se sienten tan tristes, que se aíslan en su habitación para evitar a la familia o las interacciones sociales. A menudo encuentran un escondite secreto donde se sienten más protegidos y cómodos, de manera que se refugian allí cuando se sienten mal.
¿Qué pueden hacer los padres?
Si notas los síntomas mencionados anteriormente, es recomendable que comiences a prestar atención. Es fundamental valorar su duración ya que sentirse mal uno o dos días por algo que le ha ocurrido es normal, pero estar triste e irritable durante varios días o incluso semanas es señal de que algo anda mal.
En ese caso, es recomendable acudir antes al médico para que realice una revisión completa ya que existen otras enfermedades que pueden causar síntomas similares a los de la depresión, de manera que el primer paso siempre es descartar un problema fisiológico.
Si los exámenes no indican ninguna afección, será recomendable que lleves a tu hijo a un psicólogo infantil. Este profesional analizará qué le ocurre, podrá llegar a un diagnóstico y recomendarte el tratamiento más eficaz, además de brindarte pautas a seguir en casa.
Recuerda que, como norma, la depresión no desaparece por sí sola. Es un trastorno crónico que no puede ser ignorado ni se resuelve con fuerza de voluntad. Tener a un hijo deprimido puede ser un reto y también puede asustar, pero es al mismo tiempo una oportunidad para estrechar vuestros lazos. Solo asegúrate de tener el asesoramiento adecuado.
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