
Normalmente, antes de tirar los dardos, nos fijamos que exista una diana. La diana actúa como guía y nos indica cuán cerca o no estuvimos del centro. Sin embargo, hay ocasiones en que tiramos los dardos y después pintamos a su alrededor la diana, es lo que se conoce como la “Falacia del tirador preciso”.
Por supuesto, de esta forma no podemos fallar porque invertimos el proceso disfrazando los datos finales a nuestro favor. Todos podemos caer en esta falacia alguna que otra vez, para eliminarla solo bastaría volver a tirar los dardos pero… ¿y si nos equivocamos? ¿qué sucede si no damos en el blanco? De esta forma, vivimos más “felices” (o quizás sería más correcto decir: más cómodos) siguiendo este tipo de pensamiento.
Vista desde esta perspectiva muchos podrán pensar que realmente hay que ser muy tontos para caer en la falacia del tirador preciso pero ahora les demuestro que no es así. Por ejemplo, lean los números que aparecen a continuación:
2 8 7 4 5 2 6 7 4 9 3 1
Probablemente todos los leyeron los dígitos de dos en dos o de tres en tres pero casi nadie leyó el número real expresado en millones. Y es que nuestra mente tiende a darle un patrón o significado a las cosas que ve; por ende no sería extraño que en algún que otro momento fuésemos víctimas de la falacia del tirador.
Además de esta tendencia natural a darle un sentido a los fenómenos que suceden a nuestro alrededor, en muchas ocasiones nos vemos tentados a conferirle el significado que más cómodo nos resulta. Por eso, muchas veces interpretamos nuestra realidad según nuestras creencias y llegamos a conclusiones del todo equivocadas.
Lo ideal para deshacerse de esta falacia es comprobar nuestra conclusiones volviendo a analizar los datos desde una perspectiva más amplia y desprejuiciada, preguntándonos si no cabría una “duda razonable”. Y es que siempre que lleguemos a conclusiones basándonos en nuestra experiencia y sustentándonos en pocos datos (sobre todo en el ámbito de las relaciones interpersonales) deberíamos preguntarnos: ¿podría ser de otra forma? ¿tendría sentido otra explicación?
Diegojarocho dice
Me gusta mucho conocer nuevos tipos de falacias. Buena entrada =)
Anónimo dice
Esto me recuerda a la profecía autocumplida, muy interesante 🙂
Jennifer Delgado Suarez dice
Gracias a ambos por compartir sus impresiones.
En efecto, esta falacia se relaciona con la profecía autocumplida. La diferencia radica en que en esta falacia nosotros desempeñamos un papel más activo en tanto cambiamos la realidad para ajustarla a nuestras expectativas.
Al contrario, en la profecía autocumplida, el proceso de base tiene un carácter menos consciente.
Aunque claro, los límites entre uno y otro a veces pueden ser muy difusos.