El principal motivo de consulta en los centros de sexualidad ya no es la anorgasmia, la eyaculación precoz o la disfunción eréctil sino el deseo sexual hipoactivo. El ritmo de vida al cual nos compulsa la sociedad aumenta nuestros niveles de estrés y se convierte en un factor más que provoca cuadros depresivos o ansiosos. Si a esto se le suma que verdaderamente el tiempo para compartir con la pareja es cada vez más escaso; entonces podrá comprenderse cuáles son los principales factores que están en la base de esta ola de falta de deseo sexual.
Además, la mayoría de las personas cuando comienzan a experimentar los primeros síntomas no le dan importancia a los mismos por lo que cuando acuden a la consulta la inapetencia sexual lleva meses o años de instaurada y se hace muy difícil revivir la antigua pasión.
El deseo sexual es una emoción que nos prepara positivamente para experimentar la relación sexual de forma placentera. En este punto es imprescindible realizar una disquisición: no debemos caer en el error de confundir el deseo sexual con la excitación sexual. La excitación sexual es una respuesta fisiológica que implica manifestaciones físicas como la lubricación en la mujer o la erección en el hombre. En otras palabras, el deseo sexual es el impulso que nos conduce a la búsqueda del placer mientras que la excitación es una respuesta ante la estimulación.
Normalmente el deseo y la excitación sexual van de la mano pero no siempre sucede así: podemos experimentar el deseo y no la excitación o sentir la excitación sin vivenciar un deseo muy fuerte. Por ejemplo, los hombres que experimentan la disfunción eréctil suelen sentir deseo sexual pero no experimentan la excitación que les permitiría la erección.
Así, cuando se habla de deseo sexual hipoactivo, nos referimos a la falta de deseo para iniciar el coito aunque la excitación y la respuesta sexual posterior puede ser perfectamente normal.
Las causas del deseo sexual hipoactivo
Dentro de los factores que propician la disminución del deseo sexual los más usuales son la baja autoestima y los sentimientos de culpa. A su vez, dentro de estas dos macrocategorías podemos hallar:
– Los miedos. Los más usuales son el miedo a fallar durante la relación sexual, el temor al ridículo, a un embarazo y/o a las enfermedades de transmisión sexual. Estos miedos pueden ser conscientes pero también pueden actuar por debajo de la conciencia de la persona.
– El estrés y la ansiedad. Los problemas de la vida cotidiana son factores que favorecen la tensión. En este punto muchas personas asumen como estilo de enfrentamiento un pensamiento rumiativo que les impide relajarse y experimentar el deseo sexual.
– Los prejuicios y los tabúes. Las creencias sobre la suciedad del sexo y las prohibiciones relacionadas con los órganos sexuales, así como los prejuicios desarrollados culturalmente son algunas de las causas principales que inhiben el juego erótico y el deseo sexual.
– Los problemas de comunicación. Cuando no existe una relación abierta donde se pueda hablar sobre nuestros deseos y preferencias sexuales; a la larga esto termina por minar el deseo de iniciar la relación sexual.
Por supuesto, más allá de estos factores eminentemente psicológicos también existen algunos medicamentos que inhiben el deseo sexual; entre ellos pueden mencionarse los ansiolíticos, los antidepresivos y los fármacos para la hipertensión arterial. En algunas personas los cambios hormonales que ocurren durante la menopausia o la andropausia también actúan como inhibidores del deseo sexual.
Otro factor que suele presentarse muy a menudo como causa de la falta de deseo sexual es la falta de creatividad y fantasía en las relaciones de pareja; sobre todo cuando estas ya llevan un tiempo juntas. Adoptar una rutina que se sigue a ultranza en el momento de las relaciones sexuales suele ser la forma más infalible para matar el deseo. A todos nos gusta aprender cosas nuevas y experimentar; el ámbito de la sexualidad no es diferente.
En lo que respecta al género, puede afirmarse que la falta de deseo sexual es más habitual en la mujer. Los factores que contribuyen a elevar esta prevalencia en la población femenina son muy diversos pero entre ellos sobresalen: la educación tradicionalista y la sobrecarga de roles.
¿Tiene solución?
La falta de deseo sexual es un problema con solución pero mientras antes lo diagnostiquemos mucho mejor. De hecho, en la mujer esta problemática tiende a hacerse crónica si no se atiende a tiempo. Al contrario, en los hombres generalmente este estado es transitorio, estando causado por situaciones muy puntuales, generalmente cuando estas desaparecen, regresa el deseo sexual.
La falta de deseo sexual se combate, en primer lugar, reconociendo su existencia e intentando analizar cuáles fueron los factores que nos llevaron a la misma. Una vez que sepas qué es lo que causa esta inapetencia, se debe conversar con la pareja y buscar una solución entre ambos.
Deja una respuesta