En un artículo anterior “Cómo incide la arquitectura en la mente” había hecho referencia a la incidencia de la arquitectura en nuestro pensamiento y emocionalidad. Ahora les traigo a colación otro elemento del ambiente en el cual nos desenvolvemos cotidianamente que también incide en nuestro humor: la iluminación.
La ciencia que estudia estos fenómenos se denomina Fotobiología y también comprende el análisis de la incidencia de la luz en las plantas y los animales así como en la salud del hombre. Cuando la Fotobiología se conjuga con la Psicología, una serie de experimentos y resultados curiosos emergen.
En el año 2008 el neurocientífico Rixt F. Riemersma-Van Der Lek, del Instituto de Neurociencias de los Países Bajos, seleccionó al azar seis de los doce centros asistenciales ubicados en Holanda y le suministró luces suplementarias. A algunos centros se les facilitó una luminosidad de aproximadamente 1 000 lux mientras que los otros seis centros mantuvieron una luminosidad más discreta, de unos 300 lux.
En las pruebas realizadas con intervalos de seis meses, en un periodo de tres años y medio; los residentes de aquellos centros donde había una mayor luminosidad mostraron el 5% menos de declive cognitivo en comparación con las personas que residieron en los centros más oscuros. Por si esto fuera poco, la luz adicional también redujo en un 19% los síntomas de depresión.
El por qué de estas diferencias puede hallarse en los ritmos circadianos, que permiten que el cerebro se mantenga funcionando en un nivel óptimo a partir de la regulación de los niveles hormonales y metabólicos.
De hecho, esta idea no resulta del todo nueva ya que el famosísimo Trastorno Afectivo Estacional es una de las incidencias sobre el estado de ánimo que posee el cambio de iluminación natural en las estaciones de otoño e invierno.
No obstante, aunque la iluminación pueda conservar e incluso potenciar nuestros procesos cognitivos; otras investigaciones sugieren que la misma luz contrarresta la relajación y la apertura mental.
En el año 2006 algunos consejeros escolares entrevistaron individualmente a un total de 80 estudiantes universitarios indistintamente, en habitaciones en penumbras o bien iluminadas. Posteriormente casa estudiante debía completar un cuestionario donde recogiese sus reacciones a la entrevista.
Así, pudo apreciarse que los participantes que fueron entrevistados en una habitación en penumbras se sintieron más relajados, percibieron al consejero como una figura más positiva y compartieron una mayor cantidad de información personal en comparación con los estudiantes que fueron entrevistados en una habitación iluminada.
Estos resultados sugieren que una luz tenue ayuda a que las personas se sientan más cómodas y se flexibilicen, razón por la cual es ideal para ambientes románticos o que deseen propiciar la relajación.
No obstante, debemos tener cuidado con la cantidad de luz pues un experimento realizado en la Universidad de Carolina del Norte y nos afirma que la oscuridad promueve comportamientos poco éticos pues elimina muchas de las inhibiciones en las personas al sentirse protegidos por una especie de anonimato.
De esta forma, podría concluirse a grosso modo que una iluminación adecuada potencia el desarrollo cognitivo y nos protege de la depresión mientras que una luz tenue facilita la relajación y la apertura al otro; al contrario, la penumbra o los espacios oscuros promueven el sentido del anonimato propiciando decisiones no éticas.
Fuentes:
Rixt F. Riemersma-van der Lek, M.D. et. Al. (2008) Effect of Bright Light and Melatonin on Cognitive and Noncognitive Function in Elderly Residents of Group Care Facilities. A Randomized Controlled Trial. Journal of the American Medical Association; 299(22): 2642-2655.
Sternberg, E. M. & Wilson, M. A. (2006) Neuroscience and Architecture: Seeking Common Ground. Cell; 127(2): 239–242.
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