Es probable que en algún momento, te hayas visto tentado a apropiarte de las experiencias de otros y contarlas como si fuesen tuyas. Lo más usual es que lo hagamos en el contexto de un grupo de conocidos o amigos. Cuando las personas que nos rodean cuentan historias tan fascinantes que llegamos a sentir el aguijón de la envidia, nos apropiamos de otras historias para no ser menos, contándolas como si fueran nuestras, como si las hubiésemos vivido.
Un curioso estudio realizado en la Southern Methodist University investigó por qué las personas roban las memorias de otras y descubrió que se trata de un fenómeno mucho más común de lo que pensamos.
Estos psicólogos reclutaron a 447 jóvenes y más de la mitad de ellos reconocieron que, en algún momento, habían robado las anécdotas de otras personas y las habían contado como si fueran suyas. Además, la mayoría lo había hecho más de una vez. El porcentaje aumenta a más de un 60% si se tienen en cuenta las personas que tomaron prestados detalles de otros para adornar sus historias y hacer que estas fueran más interesantes.
¿Por qué se produce el robo de recuerdos?
Por extraño que parezca, la razón más común por la cual las personas roban las experiencias de otros, es porque quieren formar parte de su pasado y compartir su identidad. Es decir, se identifican tanto con esa persona, que llegan a asumir algunas de sus vivencias como propias.
De hecho, es probable que después de haber contado una historia como propia, olvidemos la fuente original y ese recuerdo pase a formar parte de nuestra identidad, nos convencemos de que realmente nos pertenece. A confirmar esta teoría acude el hecho de que aproximadamente un 30% de las personas encuestadas reconocieron que solo después de haber contado la historia, se percataron de que no era suya.
En algunos casos, el despiste llega a ser tan grande que algunos indicaron que habían discutido con la otra persona sobre la “propiedad” de la historia. Esto nos indica que realmente no recordaban que no habían vivido esa experiencia. Curiosamente, en este estudio también se apreció que los hombres eran más propensos a robar historias y detalles de estas, así como a discutir sobre su origen. Todo parece indicar que las mujeres se mantienen más fieles a sus recuerdos.
Otra investigación realizada en la Universidad de Arkansas desveló que, efectivamente, en ocasiones las memorias falsas pueden estar acompañadas de experiencias particularmente vívidas, que nos dificultan distinguir entre los sucesos reales y los que nunca hemos experimentado.
De hecho, un experimento particularmente interesante nos demuestra cuán inexacto puede llegar a ser el proceso de memoria autobiográfica. En esta ocasión, psicólogos de la Western Washington University hicieron que dos personas vieran un vídeo, algunas partes las vieron juntos, luego, les mostraron partes diferentes a cada cual.
A continuación, la pareja debía trabajar para compartir la información que habían visto por separado y darle un sentido global a la historia. Más tarde, cada quien debía identificar qué información había visto y cuál había sido transmitida por el otro. De esta forma se pudo apreciar que tenemos grandes dificultades para desligar los recuerdos que hemos vivido en primera persona de aquellos que nos cuentan los demás, sobre todo cuando ya tenemos una base común.
No solo es cuestión de mala memoria…
Por supuesto, el hecho de que algunas personas se apropien de las historias de otros no se debe únicamente a la mala memoria. Muchos de los encuestados también reconocieron que robaban los recuerdos de los demás simplemente porque querían añadirle más impacto a la historia que estaban contando, porque les resultaba más conveniente en la situación en la que se encontraban o debido a que mejoraba su estatus dentro del grupo.
Fuentes:
Brown, A. S. et. Al. (2015) Borrowing Personal Memories. Applied Cognitive Psychology; 29(3): 471-477.
Hyman, I. E. et. Al. (2014) Collaboration inflation: Egocentric source monitoring errors following collaborative remembering. Journal of Applied Research in Memory and Cognition; 3(4): 293–299.
Lampinen, J. M. et. Al. (2005) Compelling untruths: content borrowing and vivid false memories. Journal of Experimental Psychology: Learning Memory and Cognition; 31(5):954-963.
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