
Todos sabemos que, si no estamos motivados para emprender una tarea, probablemente ejecutaremos la misma “sin ganas o de mala gana” y por lo tanto, el resultado y el éxito que alcanzaremos será bastante bajo. Aparece entonces la frase acusatoria: “te falta motivación”, pero… ¿qué sucede cuando tenemos un exceso de motivación? Es una posibilidad que normalmente no valoramos pero que resulta bastante común.
La Ley de Yerkes-Dodson nos puede brindar un sendero explicativo. Aunque normalmente no observo con particular agrado las investigaciones de los psicólogos conductistas y los etólogos, debo reconocer que en muchas ocasiones estos pueden arrojar resultados particularmente interesantes; tal es el caso del experimento que dio origen a esta ley.
¿Qué postula la ley Ley de Yerkes-Dodson?
Los animales debían resolver tres tipos de tareas de diferentes grados de dificultad: alta, media y baja. Lo que “motivaba” a los roedores a la solución era evitar una descarga eléctrica (vale aclarar que si se aplicara a los humanos este experimento sería considerado una tortura).
Así los investigadores se percataron de que la intensidad de la descarga eléctrica podía favorecer el éxito de la tarea, pero también podía convertirse en obstáculo para lograr su realización.
Conclusión número uno: la intensidad de la motivación es directamente proporcional al éxito de la tarea, pero… esta proporción no crece hasta el infinito.
Conclusión número dos: cuando se evidencia un pico demasiado alto de motivación, ésta se convierte en un facilitador del fracaso. Existe, por ende, un punto óptimo de motivación que nos conduce a dos ideas esenciales:
1. Para llevar a cabo cualquier tarea es imprescindible estar motivado. En un inicio, mientras mayor es la motivación, mayor es la probabilidad de cumplir el objetivo. Sin embargo, cuando se sobrepasa cierto límite motivacional puede aparecer el fracaso.
2. El nivel óptimo de motivación varía de una tarea a otra, en dependencia de su nivel de complejidad. Así, en las tareas más complejas, el punto óptimo de motivación no resulta muy elevado, mientras que en aquellas más sencillas, el exceso de motivación no resulta un factor altamente productor del fracaso.

En la gráfica se puede observar como aumenta el rendimiento personal con el aumento de la motivación pero a partir de que se alcanza el punto motivacional óptimo, desciende el nivel de rendimiento. ¿Cómo aplicamos el comportamiento de los ratones de laboratorio a nuestra vida cotidiana?
¿Cómo hallar el punto óptimo de motivación?
En muchas ocasiones somos personas demasiado rígidas con nosotros mismos, de esta forma nos llenamos de frases del tipo: “no puedo equivocarme en nada”, “revisaré mis resultados todas las veces que sea necesario, deben ser perfectos”. Cuando pensamos de esta manera, aparece la sobremotivación y se desarrollan los bloqueos mentales, explicitados en la frase: “me quedé en blanco”. Esto también suele sucedernos cuando nos preparamos obsesivamente para un examen, una entrevista de trabajo o simplemente para causar una buena impresión a una persona que conoceremos.
Entonces, un pequeño desliz que no estaba previsto en nuestro programa mental, nos tortura y nos roba la atención; haciendo que nuestro desempeño no sea el que teníamos planeado. El resultado que obtenemos queda muy por debajo de nuestras expectativas porque nos estresamos demasiado nosotros mismos, nos sobremotivamos y pasamos el umbral idóneo que demanda las peculiaridades de la actividad que debíamos realizar. Por supuesto, mientras más compleja es una tarea, más relajados debemos estar pues necesitamos poner en acción todos nuestros recursos psicológicos para enfrentar esa actividad.
Esto también suele ocurrir con bastante frecuencia en la esfera de la sexualidad, de hecho, resulta una de las explicaciones del fenómeno que se conoce como: la ansiedad de desempeño. Una de las causas de la ausencia de erección y de la eyaculación precoz, es simplemente, la sobremotivación que se ha generado alrededor del acto sexual.
¿La solución? Si sabemos que la sobremotivación es enemiga del éxito, entonces basta con relajarnos un poco. No debemos estar atados a ese deseo cuasi-maniacal de la perfección pues nos conduce a cometer errores que son evitables. Debemos pensar asertivamente: “esto es lo que he logrado hasta el momento, mañana me esforzaré para mejorar mis resultados”.
El éxito no es un fin sino un camino a transitar que consta de muchas etapas, donde sufriremos unas cuantas caídas, reveses y retrocesos pero no dejemos que el temor al fracaso actúe como un sobremotivador que nos conduce a minimizar nuestras posibilidades de triunfar.
Yurika dice
Estoy completamente de acuerdo con lo planteado; y lo he experimentado al enfrentarme a nuevas tareas,en las caules el nerviosismo y el deseo de lograrlo todo a la perfeccion, han provocado que en el momento de necesitar otros recuersos: crearividad,improvisacion ,casi no lo haya logrado.
La experiencia me ha demostrado la importancia de relajarnos y abrir nuetra mente.