Hay libros tan mágicos que tocan el alma. Este es uno de ellos, “El león y el pájaro”, de la diseñadora gráfica e ilustradora canadiense Marianne Dubuc, una joya rara que nos invita a reflexionar sobre la vida, la soledad, la lealtad y el increíble regalo que representa la amistad.
Sus ilustraciones también son mágicas, especialmente tiernas, de manera que cada escena parece desvanecerse para dar paso a la siguiente, generando en el lector una especie de lejana nostalgia.
La historia versa sobre un león que vive solo, pero un buen día encuentra a un pájaro herido en su jardín.
El león lo acoge y lo cuida, estableciendo una preciosa amistad, esa clase de relación profunda, tranquila y gratificante, donde ninguno de los dos necesita demostrarle nada al otro sino que son ellos mismos.
Así va pasando el tiempo y llega el invierno, mientras el pájaro y el león continúan disfrutando de la compañía mutua.
Sin embargo, en las ilustraciones se percibe la sombra de una sensación agridulce porque el león es consciente de que cuando el ala se cure y llegue la primavera, el ave emprenderá vuelo, dejándolo solo.
Las elocuentes imágenes de Dubuc permiten que la historia avance casi sin palabras, manteniéndose fiel a esos momentos de la vida en los que las palabras son totalmente innecesarias.
Cuando llega la primavera ocurre lo inevitable: el pájaro se despide del león.
«Sí. Lo sé.«, es todo lo que dice león, asumiendo la separación.
No se dice nada más, y tampoco es necesario porque todos reconocemos al instante la tormenta de emociones que sacude por dentro al león. Ese preciso momento en el que dejas marchar a una persona a la que quieres mucho.
El tiempo pasa y león sigue con su rutina, pero ya nada es como antes. La soledad que antes disfrutaba ahora tiene un sabor amargo. Se sienta en su jardín, pasa los días en silencio.
“El verano pasa lentamente, suavemente”.
El león se pregunta dónde podría estar el ave. ¿Qué tierras podría estar surcando? Mira al cielo buscándola, con la secreta pero inútil esperanza de verla aparecer.
Hasta que un día de otoño…
Aquí Dubuc hace un uso magistral del espacio negativo con tres páginas en blanco para resaltar ese limbo en el que nos quedamos cuando alguien querido nos abandona, marcado por la nostalgia de la espera, el anhelo y los miedos.
…escucha un sonido familiar.
Es el ave, que ha regresado para pasar junto a su amigo otro invierno más.
Esta maravillosa historia nos habla de muchas cosas, no solo resalta la amistad y el valor de la lealtad sino que también hace referencia a la importancia de dejar ser a las personas que amamos, aunque a veces nos duela. Nos habla de una de las concesiones más difíciles de hacer en la vida: dejar libre a quienes amamos.
Fuente:
Popova, M. (2014) The Lion and the Bird: A Tender Illustrated Story About Loneliness, Loyalty, and the Gift of Friendship. En: Brain Pickings.
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