Existen pocos cortos que hayan sabido captar con tan extraordinaria fidelidad la tormenta emocional que se produce en nuestro interior cuando nos vemos obligados a dejar algunas cosas atrás. Puede tratarse del hogar donde vivimos muy buenos momentos, la ciudad en la que crecimos, una persona a la que amábamos profundamente pero ya no está, un proyecto ilusionante que ha fracasado…
Todos tenemos que pasar por fases en las que tenemos que decir adiós para seguir adelante y no quedarnos atados a un pasado que solo existe en nuestros recuerdos. A veces esas despedidas pueden llegar a ser muy dolorosas.
Renuncias dolorosas, sus fases emocionales
Este vídeo animado, creado por Hani Dombe y Tom Kouris, logra transmitirnos ese mar de sensaciones, desde la increíble y muchas veces paralizante nostalgia por lo que ya no está, hasta el decidido deseo de aferrarnos a un pasado en el que nos sentimos a gusto, incluyendo ese doloroso momento en el que tomamos la decisión de seguir adelante.
Lili, que es como se titula este corto, nos revela las fases por las que pasamos cuando necesitamos dejar atrás una etapa maravillosa pero que ya no existe y no puede aportarnos nada nuevo.
Podemos notar la tranquilidad que le reporta el peluche a la niña, que sería la representación de todas esas cosas conocidas del pasado que nos hacen sentir seguros. En el acto de colocar la cinta adhesiva para asegurar todos sus juguetes detectamos nuestra tendencia a aferrarnos al pasado, nuestra resistencia al cambio.
Más adelante, veremos que su decisión de luchar contra el viento, si bien valerosa y no exenta de cierta ternura, no tiene ningún sentido pues la vida continua su rumbo, lo queramos o no. Luego somos testigos de una etapa de profunda negación de la realidad por la que todos hemos pasado, esa etapa en la que la realidad nos golpea con toda su fuerza.
Cuando nos damos cuenta de que no podemos seguir luchando contra la realidad, se rompe algo en nuestro interior y el primer impulso es a aferrarse aún más al pasado, aunque ya no exista, simplemente porque el futuro nos produce pánico. Entonces encontramos cobijo en los momentos felices. De hecho, no es casualidad que en esa fase del corto, el peluche ya sea más grande que la niña, lo cual nos revela que es su fuente de seguridad.
A continuación casi podemos tocar el miedo a dejar ir, la resistencia a abandonar la zona de confort en la que hemos vivido, esa mezcla de nostalgia, culpa y tristeza cuando debemos afrontar una despedida dolorosa pero necesaria.
Hasta que al final damos el paso y logramos hacer las paces con nuestro pasado. Ese pasado no desaparecerá, lo llevaremos siempre con nosotros, pero ya no será un peso sino una dulce memoria que nos anime a seguir adelante y nos recuerde cuán fuertes somos.
¡Disfrutadlo!
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