Por muy irracional o controvertido que pueda parecer el título lo cierto es que establecer ciertos límites nos puede conducir al éxito.
Normalmente los manuales de autoayuda abogan por eliminar los límites y las fronteras. Eso puede ser productivo en algunos casos, en otros puedes ser verdaderamente contraproducente. Pero… ¿dónde está la diferencia entre los límites que nos imponemos diariamente y los límites que fomentan el éxito? Simplemente en el nivel de conciencia. Por ejemplo, los estereotipos son límites que nos imponemos de manera no consciente para relacionarnos y comprender lo que nos rodea mientras que los límites que establecemos de manera consciente y que se subordinan a un objetivo que deseamos alcanzar nos ayudan a mantenernos focalizados en el camino.
Particularmente siempre he sido una inconformista, he optado por romper todas las reglas y barreras que me parecen sinsentido y que solo se han inventado para limitar nuestro crecimiento personal y nuestra libertad. Sin embargo, aún así considero que existen algunos límites que son necesarios, sobre todo si nos lo auto imponemos nosotros mismos. No se trata de «orinar contra el viento» (expresión que le tomo prestada a una amiga filósofa) sino de valorar aquello que tiene sentido para nuestro proyecto de vida y en consecuencia, tomarnos ciertas libertades y restringirnos en otros aspectos.
Partamos entonces de un presupuesto: «Puedo hacer todo lo que quiero pero no puedo hacer absolutamente todo». ¿Dónde están las barreras? Son tantísimas: nuestras fuerzas y capacidades, nuestros recursos económicos, el tiempo necesario… Precisamente por esto necesitamos centrarnos en aquello que verdaderamente amamos y deseamos hacer, entonces, debemos asumir algunas limitaciones:
– Limítate a un proyecto cuando éste es muy ambicioso. Asumamos el refrán popular: «quien mucho abarca poco aprieta». Cuando estamos enfrascados en demasiadas cosas a la vez nuestros recursos cognitivos se desgastan y a la larga terminamos por no dedicarle la atención necesaria a cada tarea por lo cual muchas de ellas se terminan con una calidad lamentable.
– Limítate las horas de trabajo. Siempre que puedas toma un descanso. Cuando estamos demasiado saturados de información, nos ataca el sueño o simplemente somos presa del cansancio y el agotamiento, nuestro rendimiento disminuirá considerablemente. Entonces es mejor tomarse un respiro para regresar a la tarea con nuevos bríos. Es necesario aprender a detectar las señales del desgaste y recuperar las fuerzas a tiempo.
– Limita el número de horas de navegación en Internet. Ya sabemos que Internet es un agujero negro por donde se escapan las horas, por eso es vital aprender a regularnos el tiempo que pasamos conectados a la red. Suele ser muy relajante pasar al menos un día a la semana sin sentarnos delante del ordenador.
– Limita las distracciones en el horario del día donde seas más productivo. Todos tenemos algunos momentos del día en los cuales somos particularmente productivos, es importante aprender a poner limitaciones a toda aquella tarea que implique una distracción y que no sea verdaderamente importante; de esta forma podemos dedicarnos por entero a aquellas actividades que demandan un mayor esfuerzo. Particularmente soy más productiva en la mañana y en la madrugada (por eso se encontrarán algún que otro artículo publicado a esa hora), cuando pierdo estas horas ya sé que ese día también he perdido alrededor del 50% de mi potencial productivo.
Por supuesto, estas son simplemente algunas de las limitaciones diarias que nos permiten ser más productivos y por lo tanto, facilitan nuestro camino al éxito. Cada proyecto llevará consigo ciertas dosis de limitaciones diversas que debemos asumir si queremos llevarlo a su adecuada consecución. Así, limitarse es simplemente cuestión de disciplina y compromiso y no pérdida de la libertad.
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