Comprender nuestra vida y el punto exacto en el que nos encontramos supone comprender los hechos que han ocurrido a lo largo del tiempo y que nos han llevado en una dirección y no en otra. Por desgracia, no siempre echamos la vista atrás de manera sistemática, sino que nos limitamos a dejarnos asaltar por recuerdos inconexos y esporádicos.
Como resultado, no es extraño que a menudo nos sintamos estancados en la vida o tengamos la sensación de estar perdidos. Esa falta de continuidad temporal también actúa como una barrera que nos impide comprendernos mejor, comprender nuestros valores y decisiones, así como nuestras creencias más arraigadas o estereotipos. La línea de la vida es una técnica psicológica muy valiosa que nos ayudará a ampliar enormemente el conocimiento que tenemos sobre nosotros mismos.
¿Qué es la línea de la vida?
La línea de la vida es una técnica psicológica en la que la persona traza una línea que representa su vida y va escribiendo eventos pasados, generalmente momentos de cambio y experiencias significativas, que le marcaron de alguna manera. A través de esta herramienta se recapitulan las experiencias para poder elaborarlas, darles un sentido y sacar un aprendizaje. También permite proyectar vivencias en el futuro que sean más gratificantes.
¿Cómo hacer una línea de vida?
Los pasos para hacer una línea de la vida son muy sencillos. Tan solo debes trazar una línea en un papel y comenzar a incluir en ella las experiencias más significativas en orden cronológico hasta llegar al presente. Si no recuerdas los años exactos, puedes realizar la línea por periodos de tiempo, como por ejemplo: primeros años de la infancia, infancia, adolescencia, juventud, adultez y tercera edad.
Lo ideal es que te remontes hasta la experiencia más antigua que puedas recordar. Debes incluir todo, desde los hechos positivos hasta los negativos. Todo aquello que recuerdas y te ha impactado, esos sucesos que de alguna forma te han convertido en la persona que eres hoy.
De hecho, es importante que anotes todo lo que recuerdes porque es probable que esa experiencia, aunque te parezca insignificante, te haya marcado emocionalmente hasta tal punto de mantenerse activa en tu memoria. Por consiguiente, ten en cuenta que hacer una línea de la vida exahustiva puede tomar varios días ya que poco a poco irán aflorando más eventos significativos a tu mente.
Es importante recordar que esta técnica psicológica no incluye elementos subjetivos u opiniones, al menos en un primer momento, sino tan solo los hechos o decisiones que hemos tomado. Por tanto, debe estar escrita en un lenguaje claro y conciso. No obstante, en un segundo momento la clave consiste en reflexionar sobre esos hechos, intentando comprender sus consecuencias sobre el curso de nuestra vida, las emociones que han generado y, sobre todo, las huellas en términos de creencias, patrones de pensamiento o estereotipos que han dejado.
¿Para qué nos sirve esta técnica psicológica?
La línea de la vida es una excelente herramienta psicológica para reconectar con nuestras experiencias y revivir las emociones que generaron, lo cual facilita un diálogo interno reflexivo sobre esos momentos de nuestra vida que quizá «cerramos» demasiado rápido sin ser plenamente conscientes de su impacto psicológico.
Esta técnica nos permite comprender por qué somos cómo somos. Nos ayuda a ordenar nuestra información vital asignándole un lugar a cada evento. Así podemos darnos cuenta de eventos significativos que probablemente hemos pasado por alto pero que nos han marcado hasta el punto de seguir arrastrando sus consecuencias.
Esta técnica psicológica también nos permite revalorar nuestras decisiones y vivencias bajo la luz del presente. Esa revaloración no debe convertirse en un “ajuste de cuentas” para recriminarnos sino más bien en un acto de aprendizaje que nos ayude a tomar mejores decisiones de cara al futuro. Se trata de aprender de nuestra historia para construir un mañana mejor.
La línea de vida funge además como una especie de prisma que nos permite constatar el aspecto efímero de los problemas y conflictos. Nos ayuda a asumir una distancia psicológica para afrontar mejor los problemas actuales. Nos damos cuenta de que no hay mal que dure cien años y que todo pasa, aunque cuando estemos en medio de la tormenta nos parezca terrible y eterno.
De hecho, también podemos utilizarla para cambiar nuestro foco. Cuando estamos atravesando un periodo complicado, la línea de la vida puede ayudarnos a enfocarnos en las emociones positivas que experimentamos en otros momentos para liberarnos de ese nudo de pesimismo que nos mantiene paralizados o sufriendo innecesariamente.
No obstante, la línea de la vida también podría revelarnos conflictos latentes que no hemos resuelto o problemas que seguimos arrastrando porque no hemos tenido el coraje de solucionarlos. De hecho, esta técnica psicológica no tiene que abarcar necesariamente toda la vida. Podemos establecer unos límites temporales o incluso focalizarnos en la evolución de una esfera concreta, como el área laboral o de pareja. Una línea de vida más específica nos permite representar mejor la situación en la que nos encontramos para rastrear las causas de un problema concreto y poder solucionarlo. Por tanto, también puede ser una herramienta de solución de problemas muy útil.
Por último, esta técnica psicológica puede ayudarnos a descubrir algunas de las creencias más arraigadas sobre nosotros mismos, esas que actúan por debajo del nivel de nuestra conciencia pero que a menudo guían nuestras decisiones. Por ejemplo, una línea de la vida podría dejar entrever creencias como “soy un fracaso” o “nadie me ama”. O podría revelarnos patrones de comportamiento dañinos, como postergar continuamente la toma de decisiones o la tendencia a huir de nuestras responsabilidades. Comprender esas “sombras” es el primer paso para cambiarlas, construir la vida que deseamos y convertirnos en la persona que queremos ser.
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